(…) la idea-fuerza sobre la que se basa el libro es clara y contundente. Se trata de bucear entre las diversas dinámicas de conflictividad social (hoy en día apenas conocida...) para realzar aquellas prácticas y discursos que buscaban superar la explotación de la clase obrera, hacia formas de no-dominio y de no-explotación por parte del capital y del estado.
Una de los temas que más nos preocupa en Iraltuzak Lagunduz es la grave carencia de transmisión generacional que percibimos en las iniciativas revolucionarias en particular y en el movimiento popular en general. Esa grave carencia es principalmente efecto de una imprescindible labor no acometida por aquellas generaciones que hemos ido cumpliendo años considerándonos las protagonistas de los procesos revolucionarios y transformadores, sin darnos cuenta de que éramos simplemente un eslabón más en una larga cadena que, para que sea tal, necesita del engarce entre eslabones. Otra pequeña parte de la carencia en la transmisión generacional puede achacársele a las nuevas generaciones, que a veces parecen más dispuestas a volver la mirada a las experiencias de hace más de un siglo, que a aprender de los errores y aciertos cometidos por las generaciones precedentes.
Entre esos vacíos creados por la falta de transmisión generacional nos llama especialmente la atención el gran desconocimiento que, en general, se da entre las jóvenes generaciones revolucionarias en torno a un proceso al que se puede calificar sin exageraciones de prerrevolucionario, protagonizado por la clase obrera de la que formaban parte sus abuelas y abuelos, e incluso, en algunos casos, sus madres y padres. Y, sin embargo, su conocimiento nos parece de una importancia vital, ya que, en el final del franquismo, tuvo la capacidad de abrir el debate de opciones entre ruptura y reforma, haciéndolo además no desde la teoría, sino desde la práctica de las luchas obreras que incorporaron esos cuestionamientos a las tradicionales reivindicaciones obreras. Esas luchas se caracterizaron además por optar por la autoorganización, eligiendo para ello la asamblea como elemento central (la quinta y última parte de la obra, en su segundo tomo, ofrece, para su análisis y estudio, los contenidos detallados de tres de las experiencias organizativas), y reivindicando su independencia política más allá de las habituales correas de transmisión de ideologías partidarias en que comenzaban a conformarse las por entonces nacientes organizaciones sindicales. Esas experiencias rupturistas y prerrevolucionarias (así llegó a calificar el propio Ministerio de la Gobernación al movimiento obrero de las luchas vitorianas en torno al 3 de Marzo), a las que se ha conocido con el nombre genérico de luchas autónomas, finalmente fueron derrotadas, pero acumulan en sí mismas (en sus aciertos y errores, y en los motivos de su derrota, que recuerdan en buena parte a la actualidad) importantes aprendizajes a tener en cuenta a la hora de plantearse nuevos proyectos revolucionarios que pretendan hoy en día abrir la vía a procesos rupturistas.
En ese proceloso mar de carencias existen también algunas pocas islas de documentos o prácticas que sí ponen el acento en esa transmisión, y que, dando voz a las personas y colectivos que las protagonizaron (y no a los análisis más o menos eruditos o interesados llevados a cabo por intérpretes que no tomaron parte en ella), nos permiten conocer de primera mano sus experiencias, para poder aprender de ellas. El texto que hoy presentamos es una de esas islas. Se trata de la obra que da título a este post Luchas autónomas en la transición española que, dividida en dos tomos (Tomo I: Ruptura contra reforma. Tomo II: A remolque de la reforma) fue publicado en 1977, firmado por el Colectivo de Estudios por la Autonomía Obrera, y editado por Zero-Zyx, y que en 2005 fue convertido en e-book de descarga libre por el Cedall (Centre de documentació antiautoritari i llibertari) de quien es el párrafo con el que se inicia este post, y quien afirma con rotundidad sobre el mismo, algo que compartimos:
Este libro es un aporte valiosisimo a las dinamicas de luchas obreras autonomas que se desarrollaron en los primeros años de la transición (Madrid, Vitoria, Roca, Euskadi, Orcasitas, etc), contadas por sus propios protagonistas
(…) En esas luchas se ha puesto de relieve, bien por haber sido la característica dominante bien porque su negación o tergiversación fue una de sus características dominantes, el papel de la Asamblea como eje en torno al que giraba la lucha, la decisión de las luchas, la participación y organización de los trabajadores en la lucha, y la asignación de determinadas funciones a determinados órganos de la Asamblea. Y a partir de aquí, la generalización de estas formas de organización ha sido una práctica que ha demostrado operatividad y que por tanto ponía las bases para resolver los problemas en torno a la construcción de la organización de la clase.
Todo ello en el contexto de la «transición» en dialéctica viva con otra dinámica presente en el movimiento obrero, en esas mismas luchas e incluso en relación a ellas: la constitución y desarrollo de las Centrales Sindicales que se presentaban como las formas idóneas de organización y encuadramiento de la clase obrera. Dinámica que suponía una división de las funciones antes dichas que, bajo nuestra óptica, la práctica de las luchas ha demostrado que pueden ser asumidas por la Asamblea Obrera; es decir, que pertenecen a la clase.