jueves, 28 de diciembre de 2023

A vueltas con la decolonialidad la descolonialidad y sus polémicas (I)

 


 

Entre quienes abogamos por la transformación, hay ocasiones en las que comienzan a aparecer súbitamente en nuestros discursos y proclamas, como si de una “moda radical” se tratara, determinados términos o conceptos que se enquistan en él, siendo usados (y abusados), sin que en muchas ocasiones termine de estar claro cuál es su contenido, o sepamos a ciencia cierta cómo han surgido, quién, cómo y con qué objetivos los ha impulsado, y qué se pretende expresar con ellos. Algo de eso sucede con el término o concepto “decolonial” y la teoría de la decolonialidad. Poco después, en no pocos textos, comenzó a aparecer el término o propuesta“descolonial”, y pensábamos que se trataba simplemente de una cuestión léxica, sin mayor trascendencia. Craso error el nuestro, como vamos a poder ver, ya que ese término descolonial en numerosas ocasiones es utilizado como forma de diferenciación de las teorías decoloniales, cuando no en oposición directa a él. Esta cuestión que, como en seguida analizaremos, parece que inicialmente se dio en el ámbito “académico”, está teniendo su traslación a los movimientos populares, de forma singular en el movimiento feminista, de tal forma que hay pensadoras y activistas que se reclaman del feminismo decolonial, y otras que lo hacen del feminismo descolonial o de los feminismos descoloniales o anticoloniales.

 

No creemos que sea una cuestión menor, ya que algunas de las acusaciones que se le están haciendo a quienes impulsan la decolonialidad son bastante graves, como podemos ver en estos párrafos de la introducción del libro titulado Piel Blanca, Máscaras Negras. Crítica de la razón decolonial, sobre el que luego volveremos:

 los numerosos problemas teóricos que presentan los estudios decoloniales encierran potenciales peligros, cuyas interpretaciones pueden contribuir a justificar prácticas discriminatorias y excluyentes, cuando no abiertamente racistas y xenofóbicas, en los espacios donde éstos logren obtener eco, sobre todo entre el estudiantado universitario, pero también entre las organizaciones sociales, especialmente las de los pueblos indígenas y afrodescendientes.

(…) hemos podido ver las consecuencias prácticas de la usurpación decolonial, en particular en los Estados formalmente plurinacionales de Ecuador y Bolivia, donde, tras la fachada de los discursos descolonizadores, se han impuesto políticas nacionalistas y extractivistas, profundizadoras del capitalismo y el colonialismo en nuestro continente. Con los estudios decoloniales, nos encontramos, entonces, frente a una nueva forma de ventriloquía, la última versión de una piratería intelectual que no sólo tiene efectos de pacificación y anulación de proyectos políticos rebeldes y emancipadores, sino que, además, ha sido cómplice activo de la dominación.

Por lo anterior, la crítica de los estudios decoloniales parece todavía más pertinente, con el objetivo de contrarrestar los efectos de una moda intelectual cuya legitimación académica encierra potenciales peligros, n sólo en el estricto ámbito académico, sino también en el político y el organizativo.

 

Nos parece que la cuestión tiene su importancia y exige un mínimo esfuerzo por nuestra parte para intentar conocer el debate abierto y, desde ahí, tener un cierto criterio para, cuando lo utilicemos en nuestros textos, reflexiones, debates o reivindicaciones, saber cuál es el término que verdaderamente responde a nuestros planteamientos. Para ello, aunque sin la profundidad que exigiría la complicada cuestión, vamos a dividir el análisis en dos partes. En una primera, la que abordamos hoy, planteando las líneas generales de lo que, en cierto modo, se puede denominar como el encarnizado debate académico que, no obstante, involucra a no pocas personas referenciales del pensamiento crítico en Abya Yala. Pero dejaremos para una segunda parte un debate-diálogo que nos ha parecido mucho más enriquecedor, el hasta ahora entablado por buena parte de las distintas corrientes del movimiento feminista transformador en la propia Abya Yala.

 

 

 

Las críticas a la decolonialidad

 

Inicialmente nuestra (poca) idea sobre la colonialidad se remitía en buena parte a un planteamiento que nos parecía muy interesante, y que puede resumirse brevemente en estos párrafos de Víctor Manuel Andrade Guevara en La Teoría Crítica y el pensamiento decolonial: hacia un proyecto emancipatorio post-occidental:

jueves, 14 de diciembre de 2023

Perder por Ganar. La crítica-autocrítica como cultura militante. (La Saó)

 

 


 

En un mundo donde la fragmentación de la sociedad es una preocupación creciente en ojos de aquellas que miramos el horizonte buscando un futuro más digno, desde las organizaciones no podemos aportar más fragmentación, sino todo lo contrario, una de nuestras tareas es aportar unidad en la enorme diversidad de la lucha contra la dominación.

 Aportar claridad revolucionaria es poner nuevas (y viejas) ideas en el centro, pero también permitir que las polaridades, necesariamente presentes, no nos rompan. Político y personal, lucha y vida, cielo y tierra, día y noche. A veces, los opuestos, no son contrarios, son inseparables. Las polaridades nos deben ser útiles, nos deben servir para avanzar. Qué peligroso sería un camino sin debate, sólo con obediencia. De igual manera que la vida, la lucha encuentra impulso en la diversidad, debemos creerlo y hacer que sea nuestra fortaleza en lugar de nuestra debilidad. Desde las polaridades, pasando por el debate, llegando a la deseada unidad de acción.

 Estamos seguras de que reproducimos lógicas de dominación si no nos permitimos la duda, la revisión, si no permitimos al otro equivocarse o vacilar. Si no nos lo permitimos a nosotras mismas, ¿qué organizaciones estamos construyendo? ¿Y qué lugares de llegada estamos imaginando? ¿Cómo los haremos posibles? Si en el camino que es la revolución sólo hacemos y aprendemos de la batalla entre compañeras, no podremos alcanzar la vida libre porque no tendremos herramientas para habitarla. Somos menos de las que querríamos y no podemos perder fuerzas en este presente. Debemos perder la mentalidad dominante para ganar fuerza para construir el nuevo mundo que llevamos en nuestros corazones.

 

 Estos párrafos forman parte del texto que hoy os queremos acercar. Se trata de Perdre per Guanyar. La crítica-autocrítica com a cultura militant. un texto del colectivo catalán La Saó, cap a un procés revolucionari als Països Catalans (Hacia un proceso revolucionario en los Països Catalans), originalmente redactado en catalán, pero que, por los motivos que ahora vamos a explicar, hemos creído conveniente traducir (mecánicamente, con alguna corrección, perdón por los errores pues a las autoras).

 

Sucede que, cuando estamos asistiendo en Euskal Herria y diferentes zonas del Estado español a lo que parece una guerra abierta entre distintas opciones revolucionarias (el penúltimo capítulo sería la escisión de las antiguas UJCE), se agradece enormemente encontrar artículos con posicionamientos y reflexiones como las que recoge este artículo. Evidentemente, no las compartimos todas (por ejemplo, su lectura del legado histórico de la historia en relación a las herramientas de la crítica y autocrítica nos parece, cuando menos, muy parcial y poco objetiva, pero no es el tema de esta entrada), pero si queremos ensalzar el tono de la intervención, el llamamiento a no combatir entre distintas opciones revolucionarias y sí buscar espacios de encuentro y, sobre todo, sus ideas sobre qué es la militancia y cómo la crítica y autocrítica deberían ser parte imprescindible se la cultura militante. Señalemos que, como en otras ocasiones, algunas de esas reflexiones resuenan en parte a textos elaborados por Kimua. No es de extrañar, ya que sabemos de que entre ambas organizaciones hay una relación estrecha.

 Pues eso, que ojalá el ánimo y espíritu de las reflexiones salpicaran a otras opciones revolucionarias, y las semillas que esparce con el texto brotaran en los campos de batalla que ahora mismo han abierto como clara táctica política, no pocas de las opciones revolucionarias en la actualidad.

 

Zorionak eta 999 eZker La Saóko kidei!!

 

 
 
 
11 de diciembre, 2023
Perder por Ganar. La crítica-autocrítica como cultura militante.

 

 En tiempos de discusiones políticas enconadas y la presión de un mundo que se hunde, las militantes no podemos hacer otra cosa que impulsar la revolución en todos los ámbitos de nuestra vida.

 Esto no nos puede llevar a batirnos entre nosotros, sino a enfocar bien al enemigo y buscar el acierto. Fallaremos, las veces que sea, pero seguiremos organizándonos juntos porque es la única manera de luchar y vencer.

 Necesitamos ser más, muchas más. Por eso es necesario que nuestra apuesta revolucionaria no pise todos los márgenes en su avance por el camino, que no arrase sin permitirse mirar atrás. Necesitamos hacerlo mejor, mucho mejor.

 

Debemos perdernos para ganar

 El contexto actual en los PPCC y en el Estado español es de reagrupamiento de fuerzas, reestructuración de las mismas, de revisión de viejos ideales, de trazar nuevos... Para encararlo es imprescindible retirar las losas que nos pesan. Una de estas losas es la dificultad de superar los conflictos políticos y personales en el seno de los movimientos revoluciones.

 En un mundo donde la fragmentación de la sociedad es una preocupación creciente en ojos de aquellas que miramos el horizonte buscando un futuro más digno, desde las organizaciones no podemos aportar más fragmentación, sino todo lo contrario, una de nuestras tareas es aportar unidad en la enorme diversidad de la lucha contra la dominación.

 Aportar claridad revolucionaria es poner nuevas (y viejas) ideas en el centro, pero también permitir que las polaridades, necesariamente presentes, no nos rompan. Político y personal, lucha y vida, cielo y tierra, día y noche. A veces, los opuestos, no son contrarios, son inseparables. Las polaridades nos deben ser útiles, nos deben servir para avanzar. Qué peligroso sería un camino sin debate, sólo con obediencia. De igual manera que la vida, la lucha encuentra impulso en la diversidad, debemos creerlo y hacer que sea nuestra fortaleza en lugar de nuestra debilidad. Desde las polaridades, pasando por el debate, llegando a la deseada unidad de acción.

 Estamos seguras de que reproducimos lógicas de dominación si no nos permitimos la duda, la revisión, si no permitimos al otro equivocarse o vacilar. Si no nos lo permitimos a nosotras mismas, ¿qué organizaciones estamos construyendo? ¿Y qué lugares de llegada estamos imaginando? ¿Cómo los haremos posibles? Si en el camino que es la revolución sólo hacemos y aprendemos de la batalla entre compañeras, no podremos alcanzar la vida libre porque no tendremos herramientas para habitarla. Somos menos de las que querríamos y no podemos perder fuerzas en este presente. Debemos perder la mentalidad dominante para ganar fuerza para construir el nuevo mundo que llevamos en nuestros corazones.

 

Ética y estética: el cómo sí es importante

viernes, 1 de diciembre de 2023

Repensar la transformación social (Lucía Linsalata, entrevistada por el “profesor Arkadio)

 


 

Desde hace ya unos cuantos años un grupo de mujeres militantes y teóricas (Lucía Linsalata, Mina Loreno Navarro y Raquel Gutierrez) vienen desarrollando una intensa labor desde el Área de Entramados Comunitarios y Formas de lo Político, Posgrado de

Sociología, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP, de la que van surgiendo reflexiones, críticas y propuestas de análisis de lo más sustancioso, “sobre un conjunto de cuestiones y temáticas relacionadas con una particular forma de concebir la transformación social, aquella que señala a la capacidad de los pueblos y de los colectivos organizados de autogobernarse y autorregular la vida social como el epicentro de una política de emancipación”.

 

Uno de esos trabajos es el elaborado por Lucía Linsalata, titulado Repensar la transformación social desde las escalas espacio-temporales de la producción de lo común y que, aun publicado hace un tiempo, ha servido de pretexto para que el nunca suficientemente reconocido “pedagogo de las ondas” (lleva casi dos décadas intentando acercarnos la parte más potable pero más invisible de la “academia), “profesor Arkadio”, la haya en este 2023 invitado a charlar en su “La linterna de Diógenes”. El resultado de esa conversación son dos audios que hoy acercamos a este blog y que, a nuestro humilde entender, son toda una joya, pues a lo largo de ellos podemos oír no solo una impugnación del “pensamiento radical y revolucionario” tanto de las antiguas izquierdas, como de gran parte de ellas, sino una apuesta decidida por otro tipo de proceso, que tiene como vereda principal la transformación social que impulsan las experiencias (pasadas y actuales) de transformación social centradas en la producción de lo común y sustentadas en la autoorganización y autogestión comunitaria. De verdad que no tienen desperdicio.

 

La primera parte de “Repensar la Transformación Social” se centra en analizar lo que denominan “La falacia del modelo, del sujeto y de la política”, y comienza con el siguiente párrafo extraído del texto de Linsalata:

 

Una de las principales formas en las que se suelen disminuir las posibilidades de transformación social anidadas en nuevas y viejas experiencias de autoorganización y autogestión social centradas en la producción de lo común, es la de hacer énfasis en el carácter supuestamente local, parcial o efímero de dichas realidades y en sus límites a la hora de pensar una transformación general de la sociedad ante los ritmos vertiginosos y el aplastante tamaño de la explotación y el despojo capitalista. En el sentido común de una parte significativa de la izquierda que se define a sí misma anticapitalista, las multiplicidades de experiencias de producción de lo común, que siguen proliferando a lo largo y ancho del planeta, no dejan de ser realidades demasiado pequeñas frente al tamaño descomunal de la dominación; no dejan de ser un bello y quijotesco ejercicio político que no tiene, sin embargo, la capacidad de impulsar procesos más amplios de transformación social.

Sostengo que este difuso sentido común se sostiene en una idea errónea de transformación social que ha llevado reiteradamente a muchos sectores de izquierda a abordar el problema de las escalas espacio-temporales de los procesos de autoorganización social que suelen sostenerse en la producción de un común, de manera distorsionada y poco útil para las luchas sociales.

 

 Este es el primero de los audios 



La segunda parte, centrada en “La cuestión de las escalas y los entramados comunitarios populares”, nos la presenta el profesor Arkadio con estas palabras:

 

Si en la primera parte hablábamos sobre algunas de las falacias habituales de las izquierdas del siglo XX (falacia del modelo, de la política y del sujeto...), e intentamos situar La Política y "lo político" en sus respectivos lugares, en esta segunda parte intentamos afinar aún más la mirada.

Y lo hacemos mirando hacia los entramados comunitario-populares. Mirando abajo y hacia adentro. Hacia dentro de los espacios, las organizaciones, estructuras, los entramados... Mirando hacia la densidad, las formas, frente a los tamaños.

Intentando desentrañar qué sucede cuando nos centramos en construir algo grande, capaz de crecer hacia a fuera, de ser visto desde fuera, etc...Pero no tejemos bien desde dentro.

¿Qué es lo que permite construir contrapoderes? ¿Hacia dónde tenemos que mirar?¿Qué horizontes? ¿estadocentricos o comunitario-populares?... Pues de eso hablamos con Lucía Linsalata


He aquí el segundo de los audios



No os queremos quitar el placer de escuchar los contenidos de la conversación (que nos ha parecido mucho más sustancioso que el propio texto de Linsalata), pero para quienes dudéis de su posible interés, os dejamos un par de ejemplos de  párrafos del escrito que os pueden servir de adelanto de algunas de las cuestiones que se tratan. El primero, referente a la “falacia del modelo”:

 

Acabo de afirmar que detrás de aquel pensar que nos lleva a disminuir sistemáticamente la potencia transformadora anidada en una multiplicidad de experiencias de autoorganización social que se centran en la producción de lo común se encuentra una noción falaz de transformación social, una noción que Massimo de Angelis ha caracterizado como la «falacia del modelo». ¿En qué consiste para este Angelis dicha falacia? Consiste en la idea ampliamente difundida en la izquierda de que para sustituir el actual sistema (o modelo) capitalista, otro sistema igualmente estructurado y «eficiente» u otro modo de producción claramente definido tiene que estar listo para tomar su lugar (De Angelis, 2014).

El problema con esta forma de pensar está en el hecho de que la historia nos ha demostrado reiteradamente que las cosas no funcionan así. De Angelis nos recuerda que las transformaciones en las relaciones de producción y reproducción de la vida social no se dan a través de la «aplicación» de modelos; sino que van emergiendo en los tiempos largos de la historia, a través de procesos contradictorios, no lineales, que se definen a partir de los flujos y reflujos de las luchas sociales, en una secuencia compleja de «victorias» y «derrotas» por parte de las clases trabajadoras (De Angelis, 2014). Dicho en otras palabras, la revolución social imaginada por Marx, es decir, la posibilidad histórica de producir una transformación radical de la totalidad de las relaciones sociales de producción y reproducción que sostiene la sociedad dominante; la posibilidad de disolver las condiciones de existencia impuestas bajo el capital para dar paso a la emergencia de otras sociedades, no puede pensarse como un evento momentáneo o como una serie de victorias políticas o la simple aplicación de un modelo alternativo (De Angelis, 2014); sino que tiene que ser pensada y vivida como un proceso epocal de perturbación crucial de los sistemas dominantes y de emergencia simultánea de nuevas relaciones sociales de producción y reproducción de la vida colectiva; como un proceso de larga duración histórica a lo largo del cual los procesos de erosión y puesta en crisis de las relaciones dominantes se vean acompañados por la emergencia de otro tipo de poder social que nos permita adquirir progresivamente autonomía respecto al capital y, por tanto, existir de otro modo.

 

El segundo, centrado en la cuestión de las escalas, es decir, en el supuesto problema que el “localismo” de las experiencias comunitarias puede suponer para su expansión:

 

(…) el problema real a la hora de pensar la relación entre la expansión de lo común y el tema de la transformación social, no descansa en el supuesto «localismo» de lo común, sino en la dificultad de conservar la posibilidad de que una comunidad organizada de hombres y mujeres o un conjunto de comunidades organizadas y articuladas entre sí en distintas escalas, pueda seguir cultivando —bajo el ataque constante del capital— la capacidad de proponerse fines compartidos; de reafirmar, una y otra vez, la vigencia de los vínculos de cooperación y recíproca obligación que les permiten realizar tales fines y de seguir haciéndolo, y expandiendo su actividad, adentro de una escala espacio-temporal adecuada y proporcional al tipo de vínculos que se están cultivando.

Puesto en estos términos, el problema principal no es cuánto logramos crecer o qué tan rápido podemos hacerlo, sino más bien cómo lo hacemos sin dejar de producir común, cómo lo hacemos sin perder de vista los criterios de proporcionalidad y cercanía dictados por cada contexto y cada coyuntura política, en la certeza de que la revolución social no será ni mañana ni pasado mañana, sino que se está haciendo ya en muchos lugares y que se estará haciendo cada día un poquito más... o un poquito menos. Todo depende de la cualidad de las relaciones que logramos consolidar entre nosotros y de las prácticas de articulación política que podamos consolidar para reconducir, cada vez más, la reproducción de nuestras vidas a las escalas espacio-temporales diversas, heterogéneas y proporcionales de lo común.

Todo depende de la posibilidad que tengamos de asediar al capital a partir del afianzamiento de nuestra capacidad de autodeterminar los espacios y los tiempos de nuestra vida práctica, reconociendo colectiva y autónomamente los límites de lo que debería ser aceptado y lo que debería ser excluido.

 

La conversación concluye con la lectura del profesor Arkadio (quien a menudo interviene con interesantes aportaciones o matices) de un párrafo de otro texto de la autora, que le sirve para resumir que durante la conversación han estado hablando de:

 

Un conjunto diverso, heterogéneo y versátil de entramados sociales, comunidades locales, procesos organizativos, experiencias asociativas -de diferente arraigo y profundidad histórica- al interior de los cuales mujeres y hombres de carne y hueso, cultivan, ensayan, recuperan, reinventan, producen y, de consecuencia, ejercen -en aquellos ámbitos de la vida donde pueden y logran hacerlo- aquel antiguo arte humano que la heteronomía capitalista se encarga de expropiar todo el tiempo: la de cooperar para conformar nuestra existencia social-material en base a los fines colectivamente deliberados; la de decidir autónomamente sobre los asuntos comunes; la capacidad de autodeterminar colectivamente (a partir de los ámbitos más inmediatos de la reproducción social) el sentido, los ritmos y los causes de nuestra vida práctica.






domingo, 26 de noviembre de 2023

30 N: TOD@S A LA HUELGA (l@s que pueden, por l@s que no pueden)

 

 

 

 

Incluimos en este post una selección de artículos que puedan servir a quien quiera conocer más a fondo las razones y debates en torno a la Huelga Feminista General del 30-N.

 

Por una parte, varios dedicados a fijar las razones para a la huelga, elaboradas por los sectores mayoritarios del Movimiento feminista que han llevado a cabo la convocatoria (Greba feminista orokorra-Huelga feminista general, de Begoña Zabala; A la huelga general feminista, compañera, de Alba García de feminisTalde! y Cuatro razones de las trabajadoras de hogar y cuidados para ir a la Huelga feminista general en Euskal Herria, firmado por cinco colectivos)

 

Pero también hemos querido incluir a quienes han mostrado diferentes discrepancias con esa convocatoria (¿Por qué racializadas, migradas y gitanas no se suman a la Huelga Feminista del 30N?, firmado por una veintena de colectivos de Mujeres Racializadas, Migradas y Gitanas; así como, desde el Mugimendu Sozialista, Nadia Perez e Irene Ruiz firman el artículo La quimera del sistema de cuidados público comunitario). Cerramos este apartado con un artículo cuyo tono y propuesta nos parece especialmente equilibrada, se trata de Huelga Feminista General 30N. Buscando la forma de cuidarnos, de Laura Fontalba.

 

Finalmente, hemos querido añadir, de todo lo mucho que se está escribiendo, tres artículos que nos han parecido especialmente acertados a la hora de llevarnos a reflexionar. Bien por sus análisis, o bien por sus propuestas. Se trata de Zaintzaren Iraultza, de Mati Iturralde; ¡Cuidado con los cuidados!, de Josefina “Txefi” Roco Sanfilippo, y, finalmente Proposamen bat zaintza eredua aldatzen hasteko de Malen Aldalur Azpillaga.

 

On egin menu mamitsu honekin!!

 

Gora greba feminista orokorra!!

 

 

 

 

 

Greba feminista orokorra- Huelga feminista general

Begoña Zabala González

30/Jun/2023

domingo, 12 de noviembre de 2023

Repensar (la producción d-)el pan, repensar (nuestra relación con) la tierra clave para una renovación (y radicalización) del pensamiento crítico y las energías revolucionarias

 

Imagen tomada de: https://loquesomos.org/soberania-alimentaria-mucho-mas-que-una-frase/

 

 

El largo título de esta entrada corresponde a una de esas joyitas que se pueden encontrar muy de vez en cuando. Un texto de Horacio Alejandro Machado Aráoz (publicado en Bajo el Volcán) que, para nosotras tiene la virtud de que, partiendo desde algo aparentemente muy básico, como el proceso de alimentación, logra poner en cuestión el pensamiento crítico, aportando importantes reflexiones para su renovación y radicalización. Y además, lo hace con un lenguaje entendible y accesible a la inmensa mayoría, a pesar de abordar cuestiones habitualmente áridas.


Quizá la mejor definición de lo que podemos encontrar en el texto (no excesivamente largo), es la que nos facilitar el propio autor en su último capítulo:


A lo largo del texto hemos procurado poner en evidencia la correlación históricamente existente entre mercantilización/industrialización del pan y des-humanización / despolitización de la condición humana, fenómenos ambos intrínsecamente vinculados, como origen y efecto, de la dinámica geosociometabólica del capital. Frente a la ontología de la deshumanización echada a andar bajo la deriva del capital, se ha contrapuesto la ontología ecológico-política de los territorios/cuerpos agro-culturales, aún, en pleno siglo xxi, alternativas vivas, re-existentes, que están marcando rumbos posibles de otros horizontes civilizatorios.

Hemos puesto énfasis en este contraste para llamar la atención sobre lo que entendemos como un gravoso equívoco epistémico-político de las izquierdas; de ciertas izquierdas, todavía apegadas a un imaginario eurocéntrico, colonial, productivista e industrialista; tecnólatra; vale decir, una izquierda decimonónica; no una que esté mirando al futuro. Bajo esa mirada, el mundo agrocultural aparece bajo el estigma del atraso; contempla, en cambio, pasiva, en forma indolente o ya resignada al “costo del progreso”, el paisaje contemporáneo de una Era que “prosigue con creciente ferocidad en la producción de carne industrializada, en el agronegocio de la monocultura, y en la sustitución de bosques multiespecies, que sostienen tanto a humanos como a no-humanos, por inmensas plantaciones que producen, por ejemplo, aceite de palma” (Haraway, 2016: 18), soja, maíz transgénico, caña de azúcar, en fin, un largo etcétera de commodities de exportación.

Frente a ella, hemos procurado argumentar que, si en verdad, en términos realistas y radicales buscamos un horizonte emancipatorio, “el huerto es el futuro”. En el trasfondo de nuestra argumentación queremos plantear la necesidad de repensar la noción de Reforma Agraria como vía revolucionaria de superación del capitalismo. Una drástica transformación del sistema agroalimentario se impone como una necesidad de nuestro tiempo. La reapropiación de las condiciones de producción de los alimentos emerge como factor clave para una transición emancipatoria hacia sociedades donde la dominación y la explotación de clase sea una cosa del pasado.


A lo que podemos añadirle, como remate, algunos de los párrafos de su capítulo introductorio:


en este texto nos proponemos plantear y argumentar a favor de la necesidad de repensar radicalmente la cuestión agro-alimenta-ria (la de los suelos, los cuerpos y las subjetividades) desde una perspectiva de ecología política como un punto neurálgico para la renovación del pensamiento crítico y la radicalización de las aspiraciones revolucionarias. Asimismo, a renglón seguido, queremos plantear que las múltiples experiencias de comunidades de producción agroecológica vivas en nuestra región (y también en el mundo) constituyen algo más que meras “prácticas de resistencia” y de alcance limitado para el cambio político. Al contrario, pretendemos justificar que se trata de fenómenos de gran relevancia política en cuanto plantean un camino y un horizonte realista y auténticamente poscapitalista.

El eje de nuestra argumentación parte de afirmar la centralidad que los regímenes agroalimentarios tienen en cuanto factor estructurador de los sistemas políticos y socioecológicos de las poblaciones humanas. Con base en ello, planteamos la necesidad imperiosa de pensar y proyectar una profunda y radical transformación integral del actual modo hegemónico de concebir y producir los alimentos, como paso clave, prioritario, indispensable y fundamental para poder avanzar –en términos realistas y maximalistas– hacia sociedades no sólo sustentables, sino también de justicia, de igualdad, de libertad y de fraternidad. La idea básica que queremos defender acá sería que no es posible imaginar o proyectar en términos realisas un horizonte de superación de la barbarie capitalista, sin pensar seriamente y modificar radicalmente nuestros modos contemporáneos, hegemónicos y naturalizados de producir el pan.


Pero el texto es, además, irreverente y provocador (en el mejor de los sentidos) en algunos de sus presupuestos. Por ejemplo, en estas reflexiones:


En el siglo xix, muchos de los análisis clasistas veían en el campesinado un sector anacrónico, una clase “en vías de extinción”. El proletariado industrial concentraba todas las miradas en cuanto sujeto histórico revolucionario ‘destinado’ a ser el partero que pusiera fin al capitalismo y diera a luz una nueva era política en la historia de la humanidad. Si esas visiones eran ya polémicas en aquella época, hoy resultan francamente inadmisibles. En pleno siglo xxi, diversas evidencias históricas y perspectivas de análisis muestran que lo efectivamente anacrónico y lo políticamente perimido han resultado ser justamente aquellas visiones de una izquierda prometeica, afiliadas a la religión del “progreso indefinido”, a la fe ciega en la neutralidad política del “desarrollo tecno-científico” y, sobre todo, aferradas a una concepción determinista de la historia.

Por un lado, centrando la atención respecto a los sujetos del cambio, si algo nos enseña la historia política de la Modernidad es que las grandes revoluciones de esta época fueron protagonizadas no por “trabajadores de las fábricas” sino por “trabajadora/es de la tierra”. Empezando por la propia revolución rusa (e incluso, la misma revolución francesa) y siguiendo por las revoluciones mexicana y china, hasta la revolución cubana y la sandinista, todas ellas estuvieron motorizadas por vastos grupos poblacionales básicamente dedicados a la (auto)producción de alimentos.

Por otro lado, en cuanto al modo de concebir los cambios, también parece hoy ya caduca la idea de confiar la esperanza al “desarrollo de las fuerzas productivas”. En el siglo xxi no resulta admisible pasar por alto la indeleble huella de destructividad y contaminación a gran escala espacio-temporal dejada por el tan mentado “progreso tecnológico” de la modernidad capitalista. Suponer que sería posible desligar y neutralizar los efectos de destrucción y contaminación inherentes al metabolismo urbano-industrial del capital para redireccionarlo hacia una sociedad justa, igualitaria y sustentable; pensar que la “aceleración” de ese mismo curso de “desarrollo”, que ese mismo patrón tecnológico, generará la solución a los problemas que ha creado, se parece más a una apuesta ciega que a una vía racional, política y razonablemente fundamentada de concebir/construir el cambio.

(…) Pensar la alimentación en estos términos nos da una base para comprender lo político, desde una perspectiva radicalmente diferente a los de la teoría política moderna; pues implica, de partida, pensar al sujeto de la política no como individuo (aislado), sino como miembro de una comunidad; una comunidad de seres que no sólo involucra a la propia especie, sino que abarca a la biodiversidad toda, de la que insoslayablemente somos parte, en el mero acto de vivir. Permite tomar conciencia de hasta qué punto lo humano, es decir, lo político, está enraizado en la dimensión más general y compleja de la trama de la vida; pero también abre la posibilidad para (re)pensar o redefinir el lugar que lo humano y lo político tienen en el proceso de la vida en su conjunto.


Pero quizá el principal meollo de su contribución se encuentre en párrafos como estos:


En un nivel más profundo, la gran fractura sociometabólica que identifica Marx como clave de la acumulación capitalista refiere a la drástica alteración del sentido y la finalidad política de la producción: en el marco del sociometabolismo del capital, la producción deja de estar orientada (y regulada) por el imperativo de sustentar la vida y pasa a regirse por el automatismo de la incesante –y presuntamente ilimitada– búsqueda de ganancias. La gran fractura sociometabólica no acontece sólo a nivel de los ciclos bio-geoquímicos de los nutrientes del suelo, sino principalmente a nivel del vínculo simbólico-afectivo-religioso entre la tierra y el ser humano. Tiene que ver con el drástico cambio del estatus ontológico de la Tierra operado por la dinámica de objetualización-cientifización-mercantilización-militarización de la Tierra, ahora concebida no como Ser sagrado, sino como mera dotación de “recursos naturales” (Machado Aráoz, 2010). El “desencantamiento del mundo” que plantea el análisis weberiano como clave para la conformación de la racionalidad (capitalista) es un paso previo necesario para la mercantilización del mundo. Desde esta óptica, la gran transformación/fractura es la de la disolución del mundo como mundo-de-la-vida y la correlativa implantación del mundo fetichizado de las mercancías En términos histórico-materiales, la transformación capitalista de la agricultura provocó –ya en la etapa temprana del mercantilismo– una fenomenal crisis socioecológica, de generalizadas hambrunas y correlativa degradación de la fertilidad del suelo (Moore, 2003). La transformación del sustrato subjetivo de la clase dominante (la sustitución de la “mentalidad” aristócrata por la burguesa) implicó una mayor presión tributaria (y en dinero) sobre el campesinado y sobre la fertilidad del suelo. La guerra de conquista aceleró los medios de enriquecimiento y los mapas del comercio. Finalmente, los enclosures, la presión demográfica y las guerras de conquista traspasaron las fronteras geográficas de la península europea y, desde 1492 en adelante, se convirtieron en la ley del mundo (Moore, 2003; Wolf, 1984; Federici, 2004). Así, la transformación capitalista de la agricultura fue clave en el ad-venir del capital como Ecología-Mundo (Moore, 2003).

Un ejemplo emblemático de las drásticas transformaciones implicadas lo hallamos en el régimen de plantación, tan claramente destacado por Donna Haraway (2016) como engranaje clave del capital. El sistema de plantación condensa los trastornos sociometabólicos del capital sobre el flujo de la vida en general. Implica la imposición y mundialización del monocultivo como patrón de la producción agrícola; la concepción de la cosecha, no como alimento sino como commodity; la sustitución de trabajo autónomo7 por el trabajo esclavo; el mercado vecinal por el mercado mundial; los compañeros8 concretos de carne y hueso, por los consumidores abstractos de la “demanda global”. En definitiva, la irrupción del capital implicó una gran ruptura en el devenir de lo humano; en el proceso de humanización. Signa el pasaje del mundo agro-cultural a la nueva Era del Plantacionoceno: 9 la agricultura deja de ser fecundación de la Tierra (incluida la forma específicamente humana) para pasar a significar depredación de recursos. Imposición del extractivismo como patrón civilizatorio.


Son muchos mas los párrafos sustanciosos del análisis de Machado Aráoz, pero no vamos a recogerlos, porque si no terminaremos haciendo una entrada casi tan larga como el texto, así que terminemos esta larga reseña con la reflexión del autor tras poner sobre la mesa varios ejemplos que se están dando en la actualidad que demostrarían la viabilidad de su análisis:


Estas voces, cuerpos y saberes agricultores, pero sobre todo las implícitas percepciones del mundo entramado dan cuenta de la trascendencia de la autonomía alimentaria, de contar con la semilla propia como cuestión clave, de la diversidad agrícola como forma de vida, del vínculo entre tierra, cuerpo y alimento como urdimbre de la salud en términos holísticos, de la posibilidad certera de abastecer a las poblaciones cercanas con alimentos de calidad, del sentirse parte de comunidades. En definitiva, lo que nos enseñan es poner en tensión las formas de habitar las propias subjetividades urbano-modernas-capitalistas. Y lo hacen con el alimento como nudo madre, re-entramando a las comunidades y a la naturaleza. Valorar el sentido que imprimen estas prácticas a la concepción del mundo, como marcas de subjetivación de otra politicidad, son un paso inevitable para enfrentar la actual crisis civilizatoria, cuando urge dejar de lado la cultura de la resolución individual y privada de la habitación de nuestras propias vidas, es decir, cuando urge un radical desplazamiento ontológico



Lo dicho, mucho que reflexionar, y toda una joya de texto que ayuda a romper inercias y cuestionar verdades poco cuestionadas que con demasiada frecuencia abonan propuestas revolucionarias que nacen contaminadas de una mentalidad caduca.


 

 

 

jueves, 2 de noviembre de 2023

Formas de organización y contenido revolucionario del 3 de Marzo.

 


 

 

A la hora de abordar las formas de organización popular ni verticales ni jerarquizadas, en Gasteiz tenemos uno de los mejores ejemplos para el aprendizaje a partir del análisis de experiencias concretas: el del movimiento prerrevolucionario que surgió con las huelgas del 3 de Marzo del 76.

 

1. Los aclaratorios informes policiales y oficiales

 

Pero, aunque hay mucho escrito sobre lo que sucedió en torno al 3 de Marzo gasteiztarra, existe bastante poco sobre las formas concretas de organización que tuvo esa experiencia asamblearia. Entre los que conocemos, además de ¡Todo el poder a la Asamblea! Vitoria 3 de Marzo de 1976 cuya portada encabeza esta entrada, curiosamente el documento con mayor nivel de detalle sobre su forma de organición fue elaborado ¡por la propia policía! en el Boletín que sobre los hechos elaboró en julio de 1976. Es en ese documento donde queda claro la dimensión de movimiento revolucionario que le dio al 3 de Marzo el propio Estado:

 

Aquel no fue un episodio casual ni suscitado por los imponderables. Obedeció a una actitud preconcebida del sector subversivo de extrema izquierda que, en utilización oportunista de una situación laboral-conflictiva demasiado prolongada y enrarecida, quiso provocar un ensayo de levantamiento insurreccional que, sobre determinar la represión sangrienta y el consiguiente deterioro de la imagen reformista gubernamental, supusiera el punto de arranque desencadenador de la Huelga General Revolucionaria a escala nacional.

(Dirección General deSeguridad. Comisaría General de Investigación Social. Boletín Informativo sobreel Movimiento huelguístico de Vitoria. 6 de julio de 1976)

 

Curiosa y detallada es también lo que el documento recoge como “Anotaciones varias” en el apartado de “TÁCTICA CONFLICTIVA” (el subrayado de “poder obrero” es del original):

 

10. TACTICA CONFLICTIVA

(…)

10.2 Anotaciones varias

·         Todo el acontecer huelguístico estuvo presidido por una intencionalidad política de:

·         Orillar al Sindicato oficial

·         Salir a la calle (consigna multirrepetida: “NEGOCIACIONES EN LA CALLE”)

·         Extender el conflicto: del nivel local, al provincial; de éste, al regional y, sucesivamente, al nacional

·         Implicar a esposas, estudiantes, clérigos, profesionales, vecinos, Autoridades…

·         Manifestación, como amenaza y presión sistemática contra detenciones

·         Solidaridad y parao contra medidas de despido y pro-readmisión

·         Argumentario pro-Huelga General, como “único modo”, “único recurso”

·         Hacerse valer ante el empresariado: “si quieren hablarnos, que vengan a nuestras asambleas”

·         Creación y mantenimiento de “cajas de resistencia”

·         Formación y activismo de piquetes coactivos violentos

·         Mística de poder obrero: “no solo importan los logros económicos, sino –sobre todo- la dignidad del proletariado; que claudique la patronal ante nuestro poder”

(…)

·         Hubo momento de distensión por cansancio, en los que los agitadores arreciaron en sus consignas de lucha y acudieron a las Coordinadoras de Barrio para que les insuflaran a los huelguistas nuevos impulsos hacia la insurrección

·         Así, se produjo un trasvase en la iniciativa del conflicto, al convocar dichas Coordinadoras de Barrio la Huelga General del 3 de marzo. Trasvase del Movimiento Obrero al Movimiento Popular

 

Pero veamos la descripción que hace el informe policial sobre la forma de organización en Asambleas:

 

6.1 Asambleas

Puede decirse que han sido las asambleas el verdadero centro de gravedad del largo conflicto. La filosofía del movimiento huelguístico viene definida por el siguiente “slogan” circulado: “TODO DENTRO DE LA ASAMBLEA; NADA FUERA DE ELLA”

Las organizaciones clandestinas intervinientes en el movimiento obrero alavés se encargaron, por vía de agitación, de boicotear las asambleas propiciadas por la Organización Sindical, desplazándolas hacia la ilegalidad extrasindical. Constituidas en instrumento de participación obrera, de información y transmisión de consignas, de designación representativas y de decisiones huelguísticas, las ASAMBLEAS DE FÁBRICAS eligieron sus correspondientes Comisiones Representativas, de cuyo seno salió el Comité Conjunto de Huelga, nervio central de las acciones.

Un segundo paso de este asambleismo ilegal lo constituyó la ASAMBLEA CONJUNTA, agrupadora de todos los miembros de todas las Comisiones Representativas de Fábrica.

Así, se llegó a establecer un calendario de asambleas a fin de desarrollarlas ordenada y sistemáticamente, Lunes y Jueves: asambleas conjuntas; resto semana: asambleas de fábrica. Algunas de estas reuniones llegaron a registrar una presencia de 4.000 personas. Ante la imposibilidad de desarrollarlas en las factorías, las asambleas desarrolláronse en locales eclesiales diversos: Iglesia del Buen Pastor; de San Francisco de Asís, de Nuestra Señora de los Angeles, de Nuestra Señora de Belén.

También se celebraron asambleas de mujeres de huelguistas, “para dar ejemplo a sus maridos y animarles a continuar el paro”. Hubo también reuniones de obreros en paro y no parados, en solidaria conjunción.

 

Hay que añadir que según otras fuentes oficiales el nivel de asamblearismo durante esas jornadas fue tremendo, registrándose más de dos centenares de asambleas:

jueves, 19 de octubre de 2023

Posibilidad de organizarse asambleariamente en estructuras complejas. Un ejemplo próximo concreto. (Transmisión generacional)

 


 

 

 

En iraultzaklagunduz abogamos por la importancia de la transmisión generacional, pero creemos que esta tiene que ser bidireccional. Principalmente en el momento actual, donde todas las generaciones (jóvenes, menos jóvenes y mayores) reconocemos que hay entre nosotras algo más que una brecha generacional. Eso no se arregla con transmisión generacional unidireccional; y mucho menos si es del estilo contar batallitas, que, desgraciadamente, es lo que solemos hacer cada vez que se organizan actos o mesas redondas para que las generaciones mayores contemos / festejemos lo que hicimos o hicieron (pocas, muy pocas veces pensando en la verdadera transmisión generacional, esa que pueda aportar desde los errores y aciertos cometidos).

 

Pero, para que se pueda dar esa transmisión, hay que comenzar por posibilitar el diálogo intergeneracional. Para ello las generaciones mayores tenemos que ser capaces de escuchar (no solo oír) a las generaciones revolucionarias/transformadoras jóvenes, y a partir de ahí intentar entenderlas (compartamos o no su punto de vista). Porque solo sabiendo cómo analizan y cómo se colocan en la realidad actual, podremos saber qué de nuestra historia podría tener interés para ellas.

 

Escuchando (principalmente leyendo) a las generaciones jóvenes hay una cuestión que nos llama especialmente la atención: la casi nula apuesta por el asamblearismo como forma de organización. Algunas, por defender abiertamente un modelo centralizado y jerárquico, de vanguardias que a través de cuadros guían a masas. Otras, porque aun atreviéndose a poner en cuestión el modelo de organización revolucionario tradicional, piensan que el asamblearismo tiene sus límites, y que más allá de los pequeños / medianos colectivos locales, no es viable.

 

Es lo que percibimos en unos de los últimos textos de Kimua, publicado el pasado agosto y titulado Principios ideológicos y propuesta política, que si bien nos ha parecido valiente, y le reconocemos su capacidad para abrirse a aportaciones, ir evolucionando en planteamientos y, sobre todo, cuestionar verdades establecidas, sin embargo, por lo que a forma de organización se refiere, incluye planteamientos que parecen dar por hecho los límites de la horizontalidad y formas de proceder asamblearia cuando el movimiento crece y su dimensión alcanza los centenares o millares de personas. Nuestra experiencia nos ha demostrado que no necesariamente ha de ser así, porque hemos vivido una experiencia concreta que lo demuestra, y eso es lo que pretendemos narrar en los siguientes párrafos, esperando centrarnos en lo que pueda tener de aportación, e intentando rehuir las batallitas, las medallas o lo puramente anecdótico. Y sin entrar tampoco al detalle de cuestiones teóricas o de definición, más allá de las necesarias para, comprendiendo el ejemplo concreto, poder servir de aportación a las nuevas generaciones revolucionarias. A ver si lo conseguimos.

 

  En el pasado relativamente reciente (hace 30-40 años) hubo un movimiento popular (en el Estado español, pero con especial relevancia en Euskal Herria) que llegó a abarcar varios cientos de colectivos locales (que en sus mejores momentos aglutinaban a algún millar de personas organizadas) ,y que funcionó durante varias décadas con una autoorganización asamblearia que, a pesar de algunos defectos, en general, demostró la viabilidad de esta forma de organización no solo para pequeños grupos o colectivos, sino para este tipo de estructuras complejas. Esa experiencia, por las características de las que se dotó (que abordaremos en esta entrada), hizo que la mayoría de quienes en ella tomamos parte terminásemos por imbuirnos de una forma concreta de entender no sola la militancia, sino la vida misma, más allá de locales y agendas, de tal forma que nos transformó, haciéndonos ver, además, que esa dimensión personal no tenía sentido sin una vocación colectiva y vital por la transformación social. Hablamos de la experiencia concreta del Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC), que en Euskal Herria se concretaba en el Kontzientzia Eragozpen Mugimendua (KEM). Y esto lo escribe alguien que, tras ser parte del MOC y del KEM durante 15 años (de inicios de los 80 a mediados de los 90, que es el periodo que me limito a analizar[1]), lo dejó por discrepancias ideológicas y estratégicas (que me llevaron a seguir las luchas antimilitaristas desde otro colectivo), pero que hoy en día sigue pensando que en su compromiso militante y social ha sido -y continúa siendo- uno de los pilares fundamentales lo aprendido, vivido y compartido durante esos años.

 

 

Un movimiento revolucionario, radical y alternativo

 Comencemos por aclarar que, aunque haya sectores a los que pueda sorprender, el MOC prácticamente desde sus inicios a finales de los 70 de definía como movimiento radical que aspiraba a la transformación social. Así, en lo que se considera su primera declaración ideológica en 1979, definía su concepción del antimilitarismo como «un planteamiento de lucha revolucionaria que se enfrenta a la estructura militar». Posteriormente en su nueva declaración ideológica de 1986, el MOC se definía a sí mismo como «un movimiento político, radical y alternativo, dedicado específicamente al trabajo antimilitarista, y que participa solidariamente del desarrollo común de otras luchas revolucionarias. Se organiza de forma asamblearia, sin dirigentes, con grupos locales que funcionan de manera autónoma y se coordinan a través de asambleas regionales y estatales». A lo que, un año después en otro texto público, añadía: «Cuando defendemos el derecho a no ser sometidos a estructuras anquilosadas cuyo objetivo es suministrar al poder herramientas para perpetuarse, no estamos solo defendiendo nuestra individualidad, sino que luchamos por una transformación profunda, radical, de las relaciones sociales, eliminando los mecanismos de dominación que permiten la supervivencia de una sociedad injusta.»

jueves, 5 de octubre de 2023

Las confusiones en torno al fascismo, la ultraderecha y el antifascismo

 


 

 

Una grave confusión conceptual

El problema del antifascismo es que ha desarmado intelectualmente a la izquierda hasta perder la perspectiva del carácter capitalista del fascismo induciendo una ideología y unas prácticas antifascistas y frentepopulistas e interclasista dentro del horizonte del orden democrático burgués. Al dar prevalencia a la ideología burguesa democrática, la relación de clase que es el capital queda desvanecida por la relación formal de la política como representación meramente ideológica: antifascismo, democracia

(C.V.)

 

Hace un par de meses, una persona amiga de América Latina, a cuyos textos recurrimos en no pocas ocasiones (R.Z.), nos hacía una crítica (a iraultzaklagunduz en concreto, pero por extensión a no pocos movimientos populares) tan acertada como pedagógica, sobre el uso incorrecto del término fascista para calificar a lo que no es sino extrema derecha. En concreto, nos decía:

 

Me parece un error decirle fascismo a cualquier cosa. Vox no lo es. Un gran amigo italiano, ex de Il Manifesto, me habla del gobierno fascista de Meloni. Le digo que si fuera un gobierno fascista los diarios de izquierda estarían cerrados. "Tienes razón", me responde. El problema es que hay falta de reflexión serena y todo se mira como si fuera un partido de fútbol, a eso ha descendido el pensamiento crítico, que ya no es ni una cosa ni la otra.”

 

Pocos días después, otra buena amistad, de quien también incluimos textos en este blog (C.V.), esta vez desde Catalunya, nos hacía llegar el texto que posteriormente vamos a reproducir, que no es sino un guión para la intervención en un encuentro/debate sobre el antifascismo tenido en Barcelona en marzo 2019. Mandamos este texto a América Latina y contribuyendo una vez más a nuestro aprendizaje, R.Z. nos comentó que: es muy bueno, me parece que toca puntos bien importantes como que el fascismo estaba ligado al estado-nación y que es ahora está en crisis”, y señalaba en concreto el párrafo del texto con el que hemos abierto esta entrada.

 

 

Teníamos claro que no podíamos guardarnos para nosotres el tesoro de los aprendizajes y correcciones que podemos disfrutar de estas enriquecedoras amistades, y que debíamos acercarlos a este espacio. Pero, antes de ello, nos ha parecido oportuno echar una mirada previa al uso que sobre los conceptos aludidos se hace en los textos de algunas de las propuestas revolucionarias o transformadoras que venimos recogiendo, para que todas podamos seguir aprendiendo y mejorando. No porque pensemos que el “mal de muchas” alivia nuestro erróneo uso del concepto, que no lo hace, sino para conocer la dimensión de la confusión en la que muchas incurrimos, y por lo tanto la necesidad de aportar argumentos y aprendizajes que nos permitan su corrección.

 

En el entorno del llamado Mugimendu Socialista, hay textos como el reciente del Kontseilu Socialista titulado Sobre las elecciones del 23 de julio y el auge del fascismo en las que nos parece evidente la confusión conceptual. Igual sucede, a nuestro juicio, en el texto de Herritar Batasuna titulado Contra el fascismo ¡Revolución proletaria!, o en el comunicado de Aske (integrada en Jardun) titulado ASKE-k faxismoari aurre egiteagatik emandako errepresioaren aurkako kontzentrazioan irakurritako agiria. Finalmente, alguna referencia breve hemos encontrado también en el texto de Kimua titulado Tiempo histórico y perspectiva estratégica ante la coyuntura mundial actual, cuando en su apartado de Política, señala que “Es evidente la pérdida de legitimidad de la democracia liberal burguesa, y muestra de ello es el auge del nuevo fascismo. (…) Porque, a fin de cuentas, eso es el fascismo: la forma natural que adopta el capitalismo en su fase de descomposición.”

 

En definitiva, que creemos que somos muchas a las que nos puede venir de perlas el texto de C.V. que os dejamos a continuación. Así como, para quienes requieran un nivel distinto de comprensión, los links que dejamos al final a algunos artículos de R. Z. en los que ha abordado esta cuestión.

 

 

 

Breve referencia histórica del antifascismo anticapitalista*

 

No se trata ni de impartir doctrina ni dar recetas, sino de abrir unas líneas de reflexión que vayan más allá de la dicotomía fascismo/antifascismo que arrastra el movimiento obrero histórico y que en la actualidad es más estéril que nunca. Por eso expondré brevemente algunas sugerencias que permitan desarrollar una comprensión y debate del antifascismo en clave anticapitalista.