jueves, 28 de diciembre de 2023

A vueltas con la decolonialidad la descolonialidad y sus polémicas (I)

 


 

Entre quienes abogamos por la transformación, hay ocasiones en las que comienzan a aparecer súbitamente en nuestros discursos y proclamas, como si de una “moda radical” se tratara, determinados términos o conceptos que se enquistan en él, siendo usados (y abusados), sin que en muchas ocasiones termine de estar claro cuál es su contenido, o sepamos a ciencia cierta cómo han surgido, quién, cómo y con qué objetivos los ha impulsado, y qué se pretende expresar con ellos. Algo de eso sucede con el término o concepto “decolonial” y la teoría de la decolonialidad. Poco después, en no pocos textos, comenzó a aparecer el término o propuesta“descolonial”, y pensábamos que se trataba simplemente de una cuestión léxica, sin mayor trascendencia. Craso error el nuestro, como vamos a poder ver, ya que ese término descolonial en numerosas ocasiones es utilizado como forma de diferenciación de las teorías decoloniales, cuando no en oposición directa a él. Esta cuestión que, como en seguida analizaremos, parece que inicialmente se dio en el ámbito “académico”, está teniendo su traslación a los movimientos populares, de forma singular en el movimiento feminista, de tal forma que hay pensadoras y activistas que se reclaman del feminismo decolonial, y otras que lo hacen del feminismo descolonial o de los feminismos descoloniales o anticoloniales.

 

No creemos que sea una cuestión menor, ya que algunas de las acusaciones que se le están haciendo a quienes impulsan la decolonialidad son bastante graves, como podemos ver en estos párrafos de la introducción del libro titulado Piel Blanca, Máscaras Negras. Crítica de la razón decolonial, sobre el que luego volveremos:

 los numerosos problemas teóricos que presentan los estudios decoloniales encierran potenciales peligros, cuyas interpretaciones pueden contribuir a justificar prácticas discriminatorias y excluyentes, cuando no abiertamente racistas y xenofóbicas, en los espacios donde éstos logren obtener eco, sobre todo entre el estudiantado universitario, pero también entre las organizaciones sociales, especialmente las de los pueblos indígenas y afrodescendientes.

(…) hemos podido ver las consecuencias prácticas de la usurpación decolonial, en particular en los Estados formalmente plurinacionales de Ecuador y Bolivia, donde, tras la fachada de los discursos descolonizadores, se han impuesto políticas nacionalistas y extractivistas, profundizadoras del capitalismo y el colonialismo en nuestro continente. Con los estudios decoloniales, nos encontramos, entonces, frente a una nueva forma de ventriloquía, la última versión de una piratería intelectual que no sólo tiene efectos de pacificación y anulación de proyectos políticos rebeldes y emancipadores, sino que, además, ha sido cómplice activo de la dominación.

Por lo anterior, la crítica de los estudios decoloniales parece todavía más pertinente, con el objetivo de contrarrestar los efectos de una moda intelectual cuya legitimación académica encierra potenciales peligros, n sólo en el estricto ámbito académico, sino también en el político y el organizativo.

 

Nos parece que la cuestión tiene su importancia y exige un mínimo esfuerzo por nuestra parte para intentar conocer el debate abierto y, desde ahí, tener un cierto criterio para, cuando lo utilicemos en nuestros textos, reflexiones, debates o reivindicaciones, saber cuál es el término que verdaderamente responde a nuestros planteamientos. Para ello, aunque sin la profundidad que exigiría la complicada cuestión, vamos a dividir el análisis en dos partes. En una primera, la que abordamos hoy, planteando las líneas generales de lo que, en cierto modo, se puede denominar como el encarnizado debate académico que, no obstante, involucra a no pocas personas referenciales del pensamiento crítico en Abya Yala. Pero dejaremos para una segunda parte un debate-diálogo que nos ha parecido mucho más enriquecedor, el hasta ahora entablado por buena parte de las distintas corrientes del movimiento feminista transformador en la propia Abya Yala.

 

 

 

Las críticas a la decolonialidad

 

Inicialmente nuestra (poca) idea sobre la colonialidad se remitía en buena parte a un planteamiento que nos parecía muy interesante, y que puede resumirse brevemente en estos párrafos de Víctor Manuel Andrade Guevara en La Teoría Crítica y el pensamiento decolonial: hacia un proyecto emancipatorio post-occidental:

jueves, 14 de diciembre de 2023

Perder por Ganar. La crítica-autocrítica como cultura militante. (La Saó)

 

 


 

En un mundo donde la fragmentación de la sociedad es una preocupación creciente en ojos de aquellas que miramos el horizonte buscando un futuro más digno, desde las organizaciones no podemos aportar más fragmentación, sino todo lo contrario, una de nuestras tareas es aportar unidad en la enorme diversidad de la lucha contra la dominación.

 Aportar claridad revolucionaria es poner nuevas (y viejas) ideas en el centro, pero también permitir que las polaridades, necesariamente presentes, no nos rompan. Político y personal, lucha y vida, cielo y tierra, día y noche. A veces, los opuestos, no son contrarios, son inseparables. Las polaridades nos deben ser útiles, nos deben servir para avanzar. Qué peligroso sería un camino sin debate, sólo con obediencia. De igual manera que la vida, la lucha encuentra impulso en la diversidad, debemos creerlo y hacer que sea nuestra fortaleza en lugar de nuestra debilidad. Desde las polaridades, pasando por el debate, llegando a la deseada unidad de acción.

 Estamos seguras de que reproducimos lógicas de dominación si no nos permitimos la duda, la revisión, si no permitimos al otro equivocarse o vacilar. Si no nos lo permitimos a nosotras mismas, ¿qué organizaciones estamos construyendo? ¿Y qué lugares de llegada estamos imaginando? ¿Cómo los haremos posibles? Si en el camino que es la revolución sólo hacemos y aprendemos de la batalla entre compañeras, no podremos alcanzar la vida libre porque no tendremos herramientas para habitarla. Somos menos de las que querríamos y no podemos perder fuerzas en este presente. Debemos perder la mentalidad dominante para ganar fuerza para construir el nuevo mundo que llevamos en nuestros corazones.

 

 Estos párrafos forman parte del texto que hoy os queremos acercar. Se trata de Perdre per Guanyar. La crítica-autocrítica com a cultura militant. un texto del colectivo catalán La Saó, cap a un procés revolucionari als Països Catalans (Hacia un proceso revolucionario en los Països Catalans), originalmente redactado en catalán, pero que, por los motivos que ahora vamos a explicar, hemos creído conveniente traducir (mecánicamente, con alguna corrección, perdón por los errores pues a las autoras).

 

Sucede que, cuando estamos asistiendo en Euskal Herria y diferentes zonas del Estado español a lo que parece una guerra abierta entre distintas opciones revolucionarias (el penúltimo capítulo sería la escisión de las antiguas UJCE), se agradece enormemente encontrar artículos con posicionamientos y reflexiones como las que recoge este artículo. Evidentemente, no las compartimos todas (por ejemplo, su lectura del legado histórico de la historia en relación a las herramientas de la crítica y autocrítica nos parece, cuando menos, muy parcial y poco objetiva, pero no es el tema de esta entrada), pero si queremos ensalzar el tono de la intervención, el llamamiento a no combatir entre distintas opciones revolucionarias y sí buscar espacios de encuentro y, sobre todo, sus ideas sobre qué es la militancia y cómo la crítica y autocrítica deberían ser parte imprescindible se la cultura militante. Señalemos que, como en otras ocasiones, algunas de esas reflexiones resuenan en parte a textos elaborados por Kimua. No es de extrañar, ya que sabemos de que entre ambas organizaciones hay una relación estrecha.

 Pues eso, que ojalá el ánimo y espíritu de las reflexiones salpicaran a otras opciones revolucionarias, y las semillas que esparce con el texto brotaran en los campos de batalla que ahora mismo han abierto como clara táctica política, no pocas de las opciones revolucionarias en la actualidad.

 

Zorionak eta 999 eZker La Saóko kidei!!

 

 
 
 
11 de diciembre, 2023
Perder por Ganar. La crítica-autocrítica como cultura militante.

 

 En tiempos de discusiones políticas enconadas y la presión de un mundo que se hunde, las militantes no podemos hacer otra cosa que impulsar la revolución en todos los ámbitos de nuestra vida.

 Esto no nos puede llevar a batirnos entre nosotros, sino a enfocar bien al enemigo y buscar el acierto. Fallaremos, las veces que sea, pero seguiremos organizándonos juntos porque es la única manera de luchar y vencer.

 Necesitamos ser más, muchas más. Por eso es necesario que nuestra apuesta revolucionaria no pise todos los márgenes en su avance por el camino, que no arrase sin permitirse mirar atrás. Necesitamos hacerlo mejor, mucho mejor.

 

Debemos perdernos para ganar

 El contexto actual en los PPCC y en el Estado español es de reagrupamiento de fuerzas, reestructuración de las mismas, de revisión de viejos ideales, de trazar nuevos... Para encararlo es imprescindible retirar las losas que nos pesan. Una de estas losas es la dificultad de superar los conflictos políticos y personales en el seno de los movimientos revoluciones.

 En un mundo donde la fragmentación de la sociedad es una preocupación creciente en ojos de aquellas que miramos el horizonte buscando un futuro más digno, desde las organizaciones no podemos aportar más fragmentación, sino todo lo contrario, una de nuestras tareas es aportar unidad en la enorme diversidad de la lucha contra la dominación.

 Aportar claridad revolucionaria es poner nuevas (y viejas) ideas en el centro, pero también permitir que las polaridades, necesariamente presentes, no nos rompan. Político y personal, lucha y vida, cielo y tierra, día y noche. A veces, los opuestos, no son contrarios, son inseparables. Las polaridades nos deben ser útiles, nos deben servir para avanzar. Qué peligroso sería un camino sin debate, sólo con obediencia. De igual manera que la vida, la lucha encuentra impulso en la diversidad, debemos creerlo y hacer que sea nuestra fortaleza en lugar de nuestra debilidad. Desde las polaridades, pasando por el debate, llegando a la deseada unidad de acción.

 Estamos seguras de que reproducimos lógicas de dominación si no nos permitimos la duda, la revisión, si no permitimos al otro equivocarse o vacilar. Si no nos lo permitimos a nosotras mismas, ¿qué organizaciones estamos construyendo? ¿Y qué lugares de llegada estamos imaginando? ¿Cómo los haremos posibles? Si en el camino que es la revolución sólo hacemos y aprendemos de la batalla entre compañeras, no podremos alcanzar la vida libre porque no tendremos herramientas para habitarla. Somos menos de las que querríamos y no podemos perder fuerzas en este presente. Debemos perder la mentalidad dominante para ganar fuerza para construir el nuevo mundo que llevamos en nuestros corazones.

 

Ética y estética: el cómo sí es importante

viernes, 1 de diciembre de 2023

Repensar la transformación social (Lucía Linsalata, entrevistada por el “profesor Arkadio)

 


 

Desde hace ya unos cuantos años un grupo de mujeres militantes y teóricas (Lucía Linsalata, Mina Loreno Navarro y Raquel Gutierrez) vienen desarrollando una intensa labor desde el Área de Entramados Comunitarios y Formas de lo Político, Posgrado de

Sociología, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP, de la que van surgiendo reflexiones, críticas y propuestas de análisis de lo más sustancioso, “sobre un conjunto de cuestiones y temáticas relacionadas con una particular forma de concebir la transformación social, aquella que señala a la capacidad de los pueblos y de los colectivos organizados de autogobernarse y autorregular la vida social como el epicentro de una política de emancipación”.

 

Uno de esos trabajos es el elaborado por Lucía Linsalata, titulado Repensar la transformación social desde las escalas espacio-temporales de la producción de lo común y que, aun publicado hace un tiempo, ha servido de pretexto para que el nunca suficientemente reconocido “pedagogo de las ondas” (lleva casi dos décadas intentando acercarnos la parte más potable pero más invisible de la “academia), “profesor Arkadio”, la haya en este 2023 invitado a charlar en su “La linterna de Diógenes”. El resultado de esa conversación son dos audios que hoy acercamos a este blog y que, a nuestro humilde entender, son toda una joya, pues a lo largo de ellos podemos oír no solo una impugnación del “pensamiento radical y revolucionario” tanto de las antiguas izquierdas, como de gran parte de ellas, sino una apuesta decidida por otro tipo de proceso, que tiene como vereda principal la transformación social que impulsan las experiencias (pasadas y actuales) de transformación social centradas en la producción de lo común y sustentadas en la autoorganización y autogestión comunitaria. De verdad que no tienen desperdicio.

 

La primera parte de “Repensar la Transformación Social” se centra en analizar lo que denominan “La falacia del modelo, del sujeto y de la política”, y comienza con el siguiente párrafo extraído del texto de Linsalata:

 

Una de las principales formas en las que se suelen disminuir las posibilidades de transformación social anidadas en nuevas y viejas experiencias de autoorganización y autogestión social centradas en la producción de lo común, es la de hacer énfasis en el carácter supuestamente local, parcial o efímero de dichas realidades y en sus límites a la hora de pensar una transformación general de la sociedad ante los ritmos vertiginosos y el aplastante tamaño de la explotación y el despojo capitalista. En el sentido común de una parte significativa de la izquierda que se define a sí misma anticapitalista, las multiplicidades de experiencias de producción de lo común, que siguen proliferando a lo largo y ancho del planeta, no dejan de ser realidades demasiado pequeñas frente al tamaño descomunal de la dominación; no dejan de ser un bello y quijotesco ejercicio político que no tiene, sin embargo, la capacidad de impulsar procesos más amplios de transformación social.

Sostengo que este difuso sentido común se sostiene en una idea errónea de transformación social que ha llevado reiteradamente a muchos sectores de izquierda a abordar el problema de las escalas espacio-temporales de los procesos de autoorganización social que suelen sostenerse en la producción de un común, de manera distorsionada y poco útil para las luchas sociales.

 

 Este es el primero de los audios 



La segunda parte, centrada en “La cuestión de las escalas y los entramados comunitarios populares”, nos la presenta el profesor Arkadio con estas palabras:

 

Si en la primera parte hablábamos sobre algunas de las falacias habituales de las izquierdas del siglo XX (falacia del modelo, de la política y del sujeto...), e intentamos situar La Política y "lo político" en sus respectivos lugares, en esta segunda parte intentamos afinar aún más la mirada.

Y lo hacemos mirando hacia los entramados comunitario-populares. Mirando abajo y hacia adentro. Hacia dentro de los espacios, las organizaciones, estructuras, los entramados... Mirando hacia la densidad, las formas, frente a los tamaños.

Intentando desentrañar qué sucede cuando nos centramos en construir algo grande, capaz de crecer hacia a fuera, de ser visto desde fuera, etc...Pero no tejemos bien desde dentro.

¿Qué es lo que permite construir contrapoderes? ¿Hacia dónde tenemos que mirar?¿Qué horizontes? ¿estadocentricos o comunitario-populares?... Pues de eso hablamos con Lucía Linsalata


He aquí el segundo de los audios



No os queremos quitar el placer de escuchar los contenidos de la conversación (que nos ha parecido mucho más sustancioso que el propio texto de Linsalata), pero para quienes dudéis de su posible interés, os dejamos un par de ejemplos de  párrafos del escrito que os pueden servir de adelanto de algunas de las cuestiones que se tratan. El primero, referente a la “falacia del modelo”:

 

Acabo de afirmar que detrás de aquel pensar que nos lleva a disminuir sistemáticamente la potencia transformadora anidada en una multiplicidad de experiencias de autoorganización social que se centran en la producción de lo común se encuentra una noción falaz de transformación social, una noción que Massimo de Angelis ha caracterizado como la «falacia del modelo». ¿En qué consiste para este Angelis dicha falacia? Consiste en la idea ampliamente difundida en la izquierda de que para sustituir el actual sistema (o modelo) capitalista, otro sistema igualmente estructurado y «eficiente» u otro modo de producción claramente definido tiene que estar listo para tomar su lugar (De Angelis, 2014).

El problema con esta forma de pensar está en el hecho de que la historia nos ha demostrado reiteradamente que las cosas no funcionan así. De Angelis nos recuerda que las transformaciones en las relaciones de producción y reproducción de la vida social no se dan a través de la «aplicación» de modelos; sino que van emergiendo en los tiempos largos de la historia, a través de procesos contradictorios, no lineales, que se definen a partir de los flujos y reflujos de las luchas sociales, en una secuencia compleja de «victorias» y «derrotas» por parte de las clases trabajadoras (De Angelis, 2014). Dicho en otras palabras, la revolución social imaginada por Marx, es decir, la posibilidad histórica de producir una transformación radical de la totalidad de las relaciones sociales de producción y reproducción que sostiene la sociedad dominante; la posibilidad de disolver las condiciones de existencia impuestas bajo el capital para dar paso a la emergencia de otras sociedades, no puede pensarse como un evento momentáneo o como una serie de victorias políticas o la simple aplicación de un modelo alternativo (De Angelis, 2014); sino que tiene que ser pensada y vivida como un proceso epocal de perturbación crucial de los sistemas dominantes y de emergencia simultánea de nuevas relaciones sociales de producción y reproducción de la vida colectiva; como un proceso de larga duración histórica a lo largo del cual los procesos de erosión y puesta en crisis de las relaciones dominantes se vean acompañados por la emergencia de otro tipo de poder social que nos permita adquirir progresivamente autonomía respecto al capital y, por tanto, existir de otro modo.

 

El segundo, centrado en la cuestión de las escalas, es decir, en el supuesto problema que el “localismo” de las experiencias comunitarias puede suponer para su expansión:

 

(…) el problema real a la hora de pensar la relación entre la expansión de lo común y el tema de la transformación social, no descansa en el supuesto «localismo» de lo común, sino en la dificultad de conservar la posibilidad de que una comunidad organizada de hombres y mujeres o un conjunto de comunidades organizadas y articuladas entre sí en distintas escalas, pueda seguir cultivando —bajo el ataque constante del capital— la capacidad de proponerse fines compartidos; de reafirmar, una y otra vez, la vigencia de los vínculos de cooperación y recíproca obligación que les permiten realizar tales fines y de seguir haciéndolo, y expandiendo su actividad, adentro de una escala espacio-temporal adecuada y proporcional al tipo de vínculos que se están cultivando.

Puesto en estos términos, el problema principal no es cuánto logramos crecer o qué tan rápido podemos hacerlo, sino más bien cómo lo hacemos sin dejar de producir común, cómo lo hacemos sin perder de vista los criterios de proporcionalidad y cercanía dictados por cada contexto y cada coyuntura política, en la certeza de que la revolución social no será ni mañana ni pasado mañana, sino que se está haciendo ya en muchos lugares y que se estará haciendo cada día un poquito más... o un poquito menos. Todo depende de la cualidad de las relaciones que logramos consolidar entre nosotros y de las prácticas de articulación política que podamos consolidar para reconducir, cada vez más, la reproducción de nuestras vidas a las escalas espacio-temporales diversas, heterogéneas y proporcionales de lo común.

Todo depende de la posibilidad que tengamos de asediar al capital a partir del afianzamiento de nuestra capacidad de autodeterminar los espacios y los tiempos de nuestra vida práctica, reconociendo colectiva y autónomamente los límites de lo que debería ser aceptado y lo que debería ser excluido.

 

La conversación concluye con la lectura del profesor Arkadio (quien a menudo interviene con interesantes aportaciones o matices) de un párrafo de otro texto de la autora, que le sirve para resumir que durante la conversación han estado hablando de:

 

Un conjunto diverso, heterogéneo y versátil de entramados sociales, comunidades locales, procesos organizativos, experiencias asociativas -de diferente arraigo y profundidad histórica- al interior de los cuales mujeres y hombres de carne y hueso, cultivan, ensayan, recuperan, reinventan, producen y, de consecuencia, ejercen -en aquellos ámbitos de la vida donde pueden y logran hacerlo- aquel antiguo arte humano que la heteronomía capitalista se encarga de expropiar todo el tiempo: la de cooperar para conformar nuestra existencia social-material en base a los fines colectivamente deliberados; la de decidir autónomamente sobre los asuntos comunes; la capacidad de autodeterminar colectivamente (a partir de los ámbitos más inmediatos de la reproducción social) el sentido, los ritmos y los causes de nuestra vida práctica.