En estos momentos en que la solidaridad con el pueblo kurdo y su revolución es imprecindible ante los graves ataques asesiones de Erdogan y el ejército turco que está padeciendo, vaya esta entrada a modo de apoyo a su increible lucha de la que tanto hay que aprender. (Más información sobre la situación actual en esta entrevista de Argia, y en el comunicado firmado por 187 organizaciones sirias)
La revolución de Rojava es uno de los procesos de transformación social más profundos que se pueden observar desde hace décadas. Pocos eventos han tenido un efecto empoderador a nivel popular tan fuerte. Solo por este hecho merece nuestro respeto y solidaridad. Pero no solo por eso. La revolución de Rojava supone un rayo de aire fresco para los movimientos contestatarios de todo el mundo, de la misma forma que lo fue Chiapas en los años 90’. La experiencia de Rojava supone un salto cualitativo respecto al resto de revueltas de la actualidad, tanto a nivel de práctica revolucionaria como a nivel de teoría política. El movimiento de Rojava ha conseguido hacer avances allí donde muchos de los revolucionarios occidentales llevaban años estancados, elevados en sus tronos de pureza ideológica. Sobran los motivos para fijarnos en Rojava, en su experiencia y en sus aprendizajes.
(Nota editorial de la Editorial Descontrol en La Revolución ignorada. Liberación de la mujer, democracia directa y pluralismo radical en Oriente Medio (VV.AA.)
Cuando la práctica mostró que la narrativa marxista-leninista les estaba conduciendo a un callejón sin salida, la organización se abrió a actualizar el análisis y la cosmovisión de partida con el conocimiento práctico que habían ido obteniendo, pudiéndolo realizar antes de llegar al estancamiento.
En este proceso, el PKK se da cuenta que para llevar a cabo la revolución les hace falta de entrada una revolución en la forma de analizar la sociedad. Hay que romper con el positivismo científico que impregna las ciencias sociales (y por lo tanto también con el marxismo, que comete este grave error de base) y establecer una nueva ciencia, que no caiga en la diferenciación entre sujeto (el que estudia) y objeto (la sociedad, en este caso); que no pretenda ser imparcial ante la dominación, sino que tome parte a favor de los pueblos. A diferencia de la ciencia fomentada y tutelada por los Estados, la forma de conocimiento que edifica este nuevo paradigma es producida por los propios pueblos. Es en esencia un acto en que la sociedad-comunidad busca conocerse a sí misma: su historia, sus culturas, sus lenguas y las cosmovisiones que esconden, sus mitologías...
(…) De entrada, la revolución de Rojava nos interpela a hacer autocrítica sobre por qué no estamos sabiendo construir un movimiento revolucionario potente en nuestro territorio, a deshacernos dentro de lo posible, de nuestra mirada de superioridad occidental (y de los mitos que lo alimentan como el «progreso»), a detenernos a conocer a fondo el movimiento del CD y así entender mejor por qué está consiguiendo éxitos que nosotros no podemos ni soñar actualmente, a desarrollar nuevas estrategias y líneas de trabajo revolucionario a partir de lo que hemos aprendido... en definitiva, a seguir el liderazgo que está ofreciendo este movimiento en la lucha contra la Civilización Estatal, tomándolo más seriamente y siendo más capaces. Como se ha explicado anteriormente, esto queda lejos de un seguimiento ciego y acrítico, así como de la pretensión de trasladar a nuestro contexto, «piedra a piedra», la estrategia que funciona en Oriente Medio.
(Aprendamos de la revolución de Rojava (Baran Pedraforca)
Como se puede ver en la imagen de cabecera de este blog, las revoluciones zapatista y kurda son para nosotras toda una fuente inspiradora. Sin embargo, tal como acabamos de ver en los párrafos iniciales y los títulos de los textos a los que pertenecen, la revolución kurda en Rojava (bueno, no solo kurda, y no solo en Rojava) es (a escala global, pero también en EH) una revolución ignorada, de la que, sin embargo podríamos aprender mucho. El desconocimiento sobre esta revolución llega hasta el punto de que, hablando con algunas personas de las que se mueven en la actualidad en colectivos o iniciativas que están planteando la revolución en EH, nos ha llamado la atención la poca (y a veces confusa o errónea) información que parece haber al respecto, incluso en alguna de las propuestas revolucionarias que dice basarse en ella para defender la idea del centralismo democrático, que responde al planteamiento inicial del PKK, pero que está muy alejado de lo que supone su propuesta posterior de Condeferalismo Democráctico.
Creemos que parte de ese ignorar a la Revolución kurda por no pocas de las propuestas revolucionarias vascas actuales tiene que ver con que, lo que inicialmente era un planteamiento típico de revolución de corte marxista-leninista, haya evolucionado a una propuesta que, entre otras cosas, supone también un cuestionamiento de algunas de las bases fundamentales de ese enfoque clásico. Tal y como recoge Zibechi en el prólogo al tomo 2 del Manifiesto por una Civilización Democrática, Civilización Capitalista, algunos de esos cuestionamientos se resumen en:
La crítica a El Capital de Marx es demoledora, pero sobre todo es muy valiente, muestra el tipo de valor de un pueblo/prisionero que sólo tienen sus cadenas para perder, porque ya perdieron la libertad y la muerte les pisa los talones. En esa situación extrema, casi al borde del abismo, Öcalan nos brinda una estupenda crítica del modernismo capitalista que atraviesa la principal obra del socialismo científico. “El Capital funciona como un nuevo tótem que ya no es útil para los trabajadores”. Y relaciona esa conclusión, “al error de intentar delimitar al terreno de la economía, cuando el capitalismo no es economía, y a considerar económicos aspectos básicos que no lo son” (p. 214).
La obra de Marx es tributaria, según Öcalan, de “una ofuscación mental ́ilustrada ́”, de cuño positivista y economicista, visión del mundo a la que responsabiliza por el fracaso de siglo y medio de luchas por la libertad y por una sociedad democrática
(…) En una mirada muy profunda sobre las sociedades, sostiene que la llamada lucha de clases no es el motor de la historia, sino que los conflictos verdaderos suceden entre conjuntos sociales, a los que denomina “la sociedad estatal y las sociedades democráticas”. En su profunda vocación anti-estatista, rechaza el concepto de hegemonía como instrumento analítico y propuesta de quienes pretenden cambiar el mundo. “La hegemonía significa poder y el poder no puede materializarse sin dominio, que no puede existir sin el uso de la fuerza” (p. 301).
No obstante, no confunde Estado con poder. Sostiene que el poder es una tradición, la más antigua, que tiene especial tendencia a la concentración. El Estado, por su parte, es algo más concreto pero de mayor duración, que “se formó en base a un sistema jerárquico sobre la domesticación de la mujer, con la servidumbre y la esclavitud”. “El poder contiene al Estado pero es mucho más que el Estado”, escribe Öcalan.
(…) Sólo resta decir que sería necesario que los militantes de todo el mundo se familiaricen con la obra de Abdullah Öcalan y con la resistencia del pueblo kurdo. Es una de las tareas más urgentes ya que, junto a los zapatistas de Chiapas, encarnan lo mejor de la acción emancipatoria y del pensamiento crítico de este período. Dejarnos iluminar por su sabiduría no puede sino enriquecer nuestras luchas.
Teniendo en cuenta todo ello, nos ha parecido oportuno acercar algunos textos sobre la revolución en Rojava, pero no tanto los habituales, sino otros que nos permitan conocer algunos de los entresijos de esa revolución de una forma más humana o más accesible, al tiempo que pudieran ser herramientas para ayudar a obtener aprendizajes y cuestionamientos de provecho para cualquiera que se plantee ser parte activa de un proceso de revolución o transformación en la Euskal Herria actual.