jueves, 21 de septiembre de 2023

Movimientos Sociales y Autonomías. Imaginación, experiencias y teorías en América Latina


 

 

(…) los movimientos sociales, en su diversidad de identidades, de trayectorias históricas y de formas de relacionarse con el Estado y el capital, construyen y reconstruyen los significados y las prácticas de las autonomías, desafiando los análisis y las posturas militantes y académicas.

Así, el propósito de este libro no es cerrar la relación movimientos sociales-autonomías como la única relación teórica, analítica y política posible ni como un campo de estudios propio y aislado. Por el contrario, buscamos provocar un diálogo entre campos de estudio que supuestamente no dialogan entre sí. En este sentido, sea desde una perspectiva institucionalista, marxista o anarquista, lo cierto es que las discusiones sobre las luchas sociales latinoamericanas nunca han cesado y nunca cesarán. Sin embargo, pensar estas luchas a través del lente de los movimientos sociales en sí mismo no es una tarea dada; menos aún es la tarea de pensarlas a través del par conceptual movimientos sociales-autonomías y sus relaciones con los Estados y el capital en la región.

(…) Son muchas autoras y autores que advierten: “la autonomía es una categoría en disputa, mucho más empírica (nativa) que teórica, y por tanto profundamente polisémica”. Por ello, nos preguntamos: ¿cuál autonomía? ¿Qué tienen que decirles a las autonomías las categorías tales como independencia, contrapoder, poder popular, emancipación, comunidad, autogestión y colectividades (o colectivos)?

 

 

Reseñamos en esta entrada un libro publicado en América Latina en este 2023 (de cuya introducción hemos entresacado los anteriores párrafos), siendo una muestra más de esa envidiable costumbre que tienen por allá de elaborar textos conjuntos entre diversas personas, para ponerlos en diálogo, contraste y debate, y que todo ello sirva para alimentar nuestras reflexiones. El texto en cuestión es el titulado Movimientos Sociales y Autonomías. Imaginación, experiencias y teorías en América Latina, publicado por la editorial brasileña Lutas Anticapital, y coordinado por Gustavo Oliveira y Monika Dowbor, con textos tanto en brasileño como en castellano. Si lo traemos a este espacio es porque, por un lado, pensamos que es muy útil para conocer los diversos enfoques de la autonomía, que en América Latina tiene, en ocasiones, aportes y puntos de vista muy distintos a los que por aquí conocemos habitualmente. Pero, por otro lado, porque pensamos que aportan enriquecedoras y lúcidas reflexiones y análisis (en muchas ocasiones autocríticos) sobre la realidad actual y las posibilidades futuros de la(s) Autonomía(s).

 

Una muestra de lo comentado la encontramos ya en el prólogo de Raúl Zibechi, donde resume lo que define como “las siete características de los procesos de construcción de autonomías, referenciados sin duda en el zapatismo, pero que desbordan el marco de la experiencia chiapaneca”.:

 

La primera es que los procesos autonomistas han ganado un lugar en las prácticas de los movimientos, al punto que ya no son marginales aunque pueden ser minoritarios. La autonomía es una fuerza política que está presente en todos los movimientos, con especial destaque en los pueblos originarios y el feminismo, pero también entre pueblos negros, campesinos y periferias urbanas. La proliferación de guardias de autodefensa en toda América Latina (…) enseñan la notable expansión de la tensión por la autonomía.

(…) La segunda es que debemos hablar de autonomías en plural, ya que cada pueblo, cada comunidad o movimiento, las realiza a su manera, con sus propios tiempos y modos.

(…) La tercera cuestión es que las autonomías no son lugares de llegada ni instituciones sino proceso de larga duración, siempre inacabados (…) Se trata de autonomías en resistencia y para la resistencia, autonomías que no son puertos de llegada sino espacios de lucha donde se construyen nuevas relaciones sociales. Por lo tanto, no debemos ver las autonomías como instituciones, sino como relaciones sociales otras, que se van modificando a sí mismas a medida que las condiciones demandan virajes y nuevas realizaciones. Porque las autonomías no siguen modelos ni se aferran a ideologías, sino que surgen por el imperativo de la sobrevivencia ante un modo de acumulación por despojo (como lo planteó David Harvey) o extractivismo, que amenaza la existencia misma de los pueblos.

La cuarta es que se diferencian de la herencia europea, en particular la teorizada por Cornelius Castoriadis y la practicada por los consejos obreros y el operaismo. No son ni peores ni mejores, sino diferentes por dos grandes razones: la heterogeneidad histórico estructural de nuestras sociedades que analizó Aníbal Quijano y la brutalidad de la cuarta guerra mundial, ante la cual no queda más camino que defender los territorios para defender la vida.

La quinta es quizá la más compleja: no hay autonomías puras, absolutamente desligadas de todo lo que huela a Estado, y sí muchas zonas grises, intermedias, formadas por prácticas duales y cambiantes. En parte porque el Estado y el capital compiten con los pueblos organizados por ganar el apoyo de las personas oprimidas y porque, como lo señala la experiencia, los territorios autónomos son espacio-tiempos en disputa, asediados tanto material como simbólicamente.

La sexta es el relevo del pensamiento crítico de cuño académico, profesado en la historia por varones blancos de clase media, por formas de pensar ancladas en las prácticas colectivas, no en la investigación-acción sino, como señalan los zapatistas, en considerar que “nuestra metateoría es nuestra práctica”. Estamos ante un viraje radical respecto al pensamiento crítico que conocemos. Sobre todo cuando agregan que para los zapatistas “la práctica tiene una fuerte carga moral, ética”. No se trata de una moral de lo que está bien o mal, sino de una ética de la coherencia, de poner el cuerpo detrás de lo que se dice, de anudar las palabras a los hechos, de decir lo que se hace y hacer lo que se dice, como han señalado en varias oportunidades. Para quienes nos formamos en la idea de crear organizaciones que construyan sus bases, que son objetos que van detrás de la dirección o la vanguardia, esto supone un cambio tan fuerte como difícil de asumir. Esas bases, “masas” les siguen diciendo algunos, son inertes, no tienen vida propia, se limitan a seguir las indicaciones de quienes las acaudillan, mientras entre los pueblos que luchan son la savia viva de la resistencia.

(…) Aunque muchos no lo crean, este modo de hacer es ya practicado por muchos colectivos y pueblos en América Latina, porque estamos ante modos que no nacen de una dirección o de algunos dirigentes sino de algo mucho más profundo: el sentido común de los pueblos, parido por sus cosmovisiones y sus culturas de abajo.

La séptima es necesario pensarla detenidamente: las autonomías como nueva estrategia para cambiar el mundo o hacer la revolución, según el lenguaje que cada quien prefiera. Ante la propuesta caduca del asalto del poder estatal, van creciendo territorios autónomos que se expanden horizontalmente, como la formación de los nuevos caracoles en Chiapas, la Guardia Cimarrona en el Cauca o las más de 500 recuperaciones de tierras del pueblo mapuche en el sur de Chile. Este crecimiento hacia los lados está siendo imparable. Lento, ciertamente, pero formando parte de una lógica colectiva que ya no se puede detener, porque la crisis sistémica y civilizatoria nos dice que o nos autogobernamos o perecemos.

(…) Sólo deberíamos agregar el aserto del mixteco Francisco López Bárcenas, que dice que las movilizaciones que realizan los pueblos al interior de sí mismos, entretejidas de espiritualidad y sacralidad, son las más importantes “porque a partir de ellas construyen su autonomía”.

 

El libro está formado por 10 textos elaborados por 12 personas, divididos en tres grandes apartados. Recurriendo a la presentación rápida que se hace en la introducción, este sería el resumen:

 

En este contexto se sitúan los textos de la primera parte del libro, “Las fronteras conceptuales y prácticas de las autonomías”, con aportaciones de Gustavo Oliveira (Brasil-México) y Massimo Modonesi (Italia-México), Marcelo Lopes de Souza (Brasil), Eduardo Enrique Aguilar (México) y Luiz Inácio Gaiger (Brasil).

En el capítulo inicial del libro, “Teorizaciones latinoamericanas del concepto de autonomía”, Oliveira y Modonesi, como resultado de una revisión bibliográfica sobre las formulaciones teóricas relacionadas con la categoría de autonomía en América Latina en los últimos 30 años, proponen que ésta puede interpretarse como negación, independencia, contrapoder (y poder popular), emancipación y comunidad. En el siguiente capítulo, “Qual autonomia? Entre a petrificação sectária e a diluição banalizante”, de Lopes de Souza, el autor establece un importante vínculo entre la concepción de Cornelius Castoriadis de la categoría de autonomía y sus apariciones empíricas en el contexto latinoamericano. El tercer capítulo, “Autonomía y autogestión en el marco del colapso”, de Aguilar, es una invitación a pensar soluciones a las consecuencias del colapso ecológico –y sus múltiples violencias conexas– ya en marcha desde experiencias y prácticas animadas por la autonomía y la autogestión. En el último capítulo de esta primera parte, “O protagonismo autonomista dos novos coletivos de ação”, Gaiger analiza teórica e históricamente la emergencia de la categoría de colectivos, enfatizando su carácter autonomista.

(…) los textos de la segunda parte del libro, “Movimientos sociales, autonomías y Estado", que incluye los esfuerzos de Gustavo Oliveira (Brasil-México) y Monika Dowbor (Polonia-Brasil), Luís Antonio Groppo (Brasil), Gislene da Silva (Brasil), Emerson Costa Carvalho Souza (Brasil) y Vitória Neres Soares (Brasil), y Alana Moraes (Brasil).

En el primer capítulo de esta segunda parte del libro, "Dinámicas de acciones autónomas de los movimientos sociales. De la negación a la construcción más allá, a pesar y con el Estado", Oliveira y Dowbor se preocupan por comprender las relaciones específicas de los movimientos sociales con los Estados a través de la óptica de las autonomías. Evitando explicaciones simplificadoras, proponen que tales relaciones pueden tener lugar más allá, a pesar y con el Estado, sin que éste represente automáticamente dependencia o cooptación.

En el sexto capítulo del libro, el segundo de esta sección, “Jornadas de Junho de 2013 e repertórios de contestação: do autonomismo à ambiguidade”, Groppo, Silva, Costa Carvalho Souza y Neres Soares realizan un minucioso estudio de las “Jornadas de Junho de 2013” en Brasil, en un intento de comprender teórica y políticamente lo que significaron esas últimas grandes manifestaciones callejeras en el país. En el tercer capítulo de la sección, “O giro das autonomias cosmopolíticas na América Latina: frustrar a catástrofe, se esquivar do progressismo”, de Moraes, la autora destaca el carácter latinoamericano y anticolonial de las experiencias autónomas; todo ello en el contexto de los llamados gobiernos progresistas que nunca han sido capaces de abandonar el [neo]extractivismo como “motor económico”, asfixiando culturas y territorios en toda la región.

En torno a este tema se sitúan los textos de la tercera parte del libro, “Autonomías, imaginación y la prefiguración de ‘otros mundos’”, que incluye los trabajos de Hernán Ouviña (Argentina), Cassio Brancaleone (Brasil) y Gaya Makaran (Polonia-México), y Luis Tapia (Bolivia).

En el primer capítulo de la última parte del libro, el 8, “Prefiguraciones y autonomías en Abya Yala”, Ouviña explora la capacidad de la categoría y la práctica de la prefiguración –tema de dedicación teórica y militante del autor desde hace más de 10 años– como ese conjunto de acciones que anticipan aquí y ahora la posible, sino probable, sociedad autónoma del mañana.

En el penúltimo capítulo del libro, “Labirintos da emancipação: autonomia e autogoverno como exercícios de democratização e superação do princípio do Estado”, Brancaleone y Makaran se dedican primero a reunir rasgos empíricos de las experiencias de autonomía en América Latina con argumentos teóricos defendidos desde el anarquismo clásico, para luego proponer vías de superación de la forma-estado desde los valores y prácticas de la autonomía y el autogobierno. El décimo y último capítulo, “Los límites de las autonomías”, de Tapia, es un afinado análisis de los límites de las experiencias autonómicas. El autor divide el análisis entre las experiencias “extraestatales”, como en el caso zapatista, y las “intraestatales”, como en el caso de las experiencias indígenas bolivianas en el contexto de la nueva Constitución del país, promulgada en 2009.

 

Si tenemos que dar nuestra opinión, todos los capítulos del libro, sin excepción, nos parece que tienen alguna aportación verdaderamente interesante. Si tuviéramos que elegir solo uno, lo pasaríamos mal, pero probablemente optaríamos por el de Hernán Ouviña, titulado Prefiguraciones y autonomías en Abya Yala. Las razones son muchas, pero no las vamos a detallar, para que cada quien saque las suyas. Eso sí, a modo de ilustración de lo que podemos encontrar en el texto, veamos cuáles son sus significativos subapartados:

 

Los repertorios plurales de la autonomía

Estado, violencia popular y autonomía: contradicciones en (todo) movimiento 

Descolonizar(nos): los movimientos populares como intelectuales colectivos

Brújulas y memorias anudadas para prefigurar las autonomías

 

Y, para poner la miel en los labios, valgan también tanto algunos de los párrafos del inicio de su texto:

 

¿Quiénes son los verdaderos protagonistas del drama histórico que nos toca presenciar (y padecer) en esta sociedad capitalista, colonial, depredadora de la naturaleza y heteropatriarcal? Se sabe: como en el teatro griego, aquí también existen supuestos prot-agonistas (es decir, actores y/o actrices principales), pero a la vez, estos no tendrían sentido alguno sin los múltiples antagonistas que, por fuera de las tablas o inmersos en ellas cumpliendo un papel no siempre deseado, confrontan y cuestionan, transforman el libreto e improvisan repertorios varios, alternativizan e impugnan el guion prefijado, trascienden el orden existente y las pretensiones de todo autor, habitando e instituyendo otros mundos soñados en este presente y animándose a cuestionar el papel de meros espectadores, a saltar del escenario, o por qué no a asaltarlo como si fuera un cielo preñado de futuro.

De manera análoga, y teniendo como principio que la política no puede reducirse al escenario público del poder ni a sus reglas de juego, las experiencias de construcción autónoma surgidas a lo largo y ancho de Abya Yala han desplegado infinidad de repertorios y proyectos cotidianos en los bordes y más allá de estas instancias, a través de los cuales las clases subalternas y los pueblos que resisten a su situación opresiva han logrado crear, en paralelo, grietas y fisuras por donde asomar su sentir plebeyo e insurgente. Desde diversos ángulos y apuestas emancipatorias, todas ellas nos incitan a pensar y problematizar las autonomías (para mayor provocación, en plural), no desde una elucubración meramente teórica, ni tampoco en función de los lugares y espacios “autorizados” de la política, sino a partir de las experiencias concretas, tanto pasadas como contemporáneas, que aspiran a la autodeterminación de los pueblos rebeldes en los márgenes del escenario público del poder.

(…) No obstante, sería un error definirlos solamente en función de su mero distanciamiento con respecto a las instancias y relaciones de explotación, subalternidad y/o dominio contra las que se combate a diario, ya que también se proponen romper con las modalidades de organización y de lucha consideradas tradicionales (básicamente, las que remiten a los formatos clásicos de los partidos y sindicatos que tendieron a predominar durante buena parte del siglo XX). Por ello, otro rasgo tanto o más importante de este tipo de proyectos autónomos es la común vocación por prefigurar en el presente los gérmenes y embriones de la sociedad por la que se lucha.

En cierta medida, la “inflación” de este concepto –el de autonomía– ha sido directamente proporcional al nivel de agotamiento de las maneras clásicas de hacer política, que planteaban una especie de desacople entre revolución y vida cotidiana, al considerar que aquella era algo así como un evento lejano liderado por una vanguardia esclarecida, luego del cual recién cabía pensar en transformar de cuajo la realidad que nos circunda y las propias condiciones subjetivas. De ahí que resulte válido afirmar que la autonomía y la prefiguración se vinculan con un incesante anhelo por gestar, en el “aquí y ahora”, un mundo donde quepan muchos mundos

 

Como los tres con los que cierra su nutritiva aportación:

 

Conocer nuestras Grecias implica, sin duda, revitalizar aquellos destellos de auto-organización popular y comunitaria, que hoy tienen numerosos puntos de conexión con nuestro presente de lucha cuando flamea la wiphala y se enhebra la plurinacionalidad en la región andina, el zapatismo afirma desde las montañas del sureste mexicano ser “producto de 500 años de lucha” y ejercita la autonomía territorial, los quilombolas se recrean y expanden en el territorio brasileño, y los pueblos indígenas o afrodescendientes postulan el buen vivir como alternativa civilizatoria, cuestionando en todos los casos los patrones clásicos de transformación liberadora, que pregonan a nivel organizativo la necesidad de una estructura partidaria y, en términos estratégicos, el asalto al poder estatal como requisito previo para lograr un cambio radical en la sociedad.

El derrotero de estas instancias de autodeterminación, lejos de tener una orientación unívoca, ha delineado senderos y bifurcaciones múltiples, así como tiempos e intensidades disímiles. Varios son los interrogantes que atraviesan a cada una de estas experiencias subterráneas, muchas de las cuales se han resignificado o bien confluido en movimientos y espacios de coordinación más amplios e integrales. Desde cómo articular las respectivas prácticas locales con las luchas regionales, nacionales, continentales e incluso mundiales –que se desenvuelven a diario de forma dramática–, hasta cuáles deben ser los criterios que fomenten tanto la conformación de vínculos sociales sustraídos de la lógica de dominación estatal y mercantil, como la gestación de redes de coordinación y hermanamiento duraderas, sin perder la creatividad exploratoria y el arraigo territorial que constituye la columna vertebral de este tipo de construcciones.

Nuevamente, las respuestas a estas y otras preguntas que lanzamos resultan un genuino producto de la praxis y el devenir cotidiano. De ahí que “Caja de Pandora” sea quizás la metáfora más correcta para caracterizar sus posibles destinos, en la medida en que iniciativas autónomas como estas suponen siempre –mal que les pese a los eternos “alquimistas de la revolución” – una apuesta sin garantías. Sin prisa, pero sin pausa, será cuestión de animarse a caminar la autogestión colectiva y a seguir empeñados/as en exigir y conquistar lo imposible.

 

Además del de Ouviña, y sin comentarlos todos uno a uno, también queremos reseñar el esfuerzo hecho por Gustavo Oliveira y Massimo Modonoesi en su capítulo del libro (Teorizaciones latinoamericanas del concepto de autonomía) para llevar a cabo una catalogación de los diversos prismas y concepciones de la Autonomía en Abya Yala en las últimas décadas. Para caracterizar la autonomía como negación se utilizan textos principalmente de Holloway. En la autonomía como independencia, de Mabel Thwaites Rey, Massimo Modonesi, Raúl Zibechi, Henry Renna, Gustavo Moura de Oliveira y Monika Dowbor, Marcelo Lopes de Souza y Ana Cecilia Dinerstein. Por lo que respecta a la autonomía como contrapoder (y como poder popular) del Colectivo Situaciones y Miguel Mazzeo. Para la autonomía como emancipación, de nuevo Massimo Modonesi y principalmente de Hernán Ouviña, aunque también de Ana Esther Ceceña, Cassio Brancaleone, Gustavo Esteva y Gilberto López y Rivas. Finalmente, en el apartado de la autonomía como comunidad podemos encontrar referencias de Raquel Gutiérrez, Jaime Martínez Luna, Luis Tapia, Armando Bartra, César Enrique Pineda, (aunque también, de forma tangencial, de Acosta, Ceceña, Escobar, Gudynas, Mina Navarro, Oliveira y Zibechi)

 

Hay varios artículos que en el libro aparecen en el idioma original de redacción, el brasileño, ya que, según comentan las personas coordinadoras de la obra, hay demasiada poca costumbre de que castellano-parlantes leamos en brasileño (y viceversa). Tiene razón, pero la verdad es que, al menos en nuestro caso, cuando te encuentras con artículos interesantes de contenido teórico, se hacen importantes los matices, y eso nos sucede con los textos en brasileño. Por eso, hemos optado por aplicarles una traducción mecánica se puede descargar aquí.

 

Entre esos textos originalmente en brasileño, el escrito por Marcelo Lopes de Souza, titulado Qual autonomía? Entre a petrificação sectária e a diluição banalizante, nos ha parecido muy interesante, por su tono irreverente en no pocas cuestiones, y por su capacidad para utilizar la herramienta de la (autocrítica) como contribución a algunas de las experiencias de autonomía de América Latina, pues coincidimos con él en que:

 

Elogiar y alabar acríticamente no es la mejor manera de que los estudiosos de la historia y la espacialidad de los movimientos sociales presten un servicio a la hora de enfrentarse a la heteronomía. Colaborar para extraer lecciones, por otra parte, puede ser extremadamente útil, pero presupone el valor de plantear preguntas incómodas y poner de relieve aspectos que pueden generar incomodidad (…) Entre el culto sectario a un pensamiento teórico o filosófico que pasa de vivo a petrificado por la ausencia de (auto)crítica, y la dilución de un mensaje emancipador radical entre concesiones menos o más conscientes y pragmatismos ocasionales, es necesario encontrar una vía que permita a la autonomía reinventarse constantemente en una dialéctica teórico-práctica. Esta es la condición para que no se convierta en una categoría más despojada de su aguijón crítico (y condenada, en el futuro, al museo de las ideas antaño radicales).

 

Os aseguramos que en su texto hay buenas y fértiles dosis de análisis autocrítico.

 

Muy sugerentes nos parecen también algunas de las reflexiones de Alana Moraes en su texto O giro das autonomias cosmopolíticas na América Latina: frustrar a catástrofe, se esquivar do progressismo. Su intención es clara:

 

(…) queremos proponer aquí que, más allá de las importantes tradiciones autonomistas del operaísmo y post-operaísmo europeo, las autonomías territoriales cosmopolíticas presentes en América Latina constituyen lo más vigoroso y promisorio en el campo de la lucha y la práctica del conocimiento de lo que hoy podemos llamar "autonomía". Su relevancia expresa no sólo procesos lentos, infrapolíticos y de larga duración como la experiencia del zapatismo en México o de muchos otros pueblos indígenas y de la tierra que vienen resistiendo el avance del frente militar-extractivista-modernizador en el continente, sino que los problemas, formas de organización y experimentación que plantean parecen producir las proposiciones más prometedoras que pueden dirigirse al problema de las emergencias socioambientales y del colapso del "sistema moderno de coordenadas".

 

Esas autonomías cosmopolíticas tendrían, según la autora, las siguientes características:

 

(…)las autonomías cosmopolíticas, lejos de referirse a un ejercicio de voluntades individuales de sujetos "libres de actuar", sólo se hacen posibles por ontologías radicalmente relacionales, localizadas e interdependientes, vinculadas a territorios, a sus paisajes co-constituidos y a sus historias, mundos en los que lo humano no ocupa en solitario el escenario de las decisiones sobre la vida y el mundo (…) No cabe duda de que tales experiencias nos permiten visualizar y sentir otras formas de lo político. Menos interesadas en grandes síntesis, grandes visibilidades o movilizaciones espectaculares, las experiencias de autonomías cosmopolíticas nos permiten experimentar otro tiempo.  Un tiempo en el que todavía es posible dudar, experimentar y hacerse otras preguntas - con otros, gracias a otros. Frente al tiempo del fin en el que vivimos, nos parece urgente retomar historias y alianzas que han resistido/resistimos a la subordinación, la devastación y la dominación, haciendo florecer muchos caminos y prácticas de autonomía.

 

Queremos señalar también el texto de Eduardo Enrique Aguilar, Autonomía y autogestión en el marco del colapso, que, como nos explica su autor:

 

La pregunta que abre este trabajo es la siguiente: ¿cuáles son los alcances y limitaciones de la autonomía y la autogestión dentro del marco del colapso ambiental, la necromáquina, el capitalismo gore y crisis civilizatoria? Para ello se expone, en primer lugar y a través de una revisión documental, algunas definiciones en torno a las concepciones de autonomía y autogestión para lograr consolidar una que permita comprenderlas desde los diversos ámbitos de las ruralidades y urbanidades. En segundo lugar, se construye una glosa teórico-conceptual sobre las categorías señaladas dentro de la pregunta inicial, a decir: colapso ambiental, guerra neoliberal, necromáquina y del capitalismo gore. De forma que, ambas secciones, permitan construir una tercera donde se aborden consideraciones finales sobre los alcances y limitaciones de la autonomía y autogestión. En este sentido, cabe señalar que la finalidad de este texto es ofrecer algunas pistas que sean puestas a disposición las organizaciones y experiencias concretas para promover la reflexión y acción.

 

Y nos parece oportuno reproducir el párrafo de sus reflexiones finales:

 

El estudio de las autonomías y de los procesos de autogestión tiene diversos puntos de partida, pero hasta ahora prácticamente ninguno de ellos se ha encargado de comprender estas experiencias organizativas dentro del colapso socioecológico, la guerra neoliberal y la necromáquina. Es importante contar con una claridad dentro de la relación entre el sistema de producción capitalista – rompimiento del metabolismo social – socavamiento de las condiciones bióticas – menor dinamismo en la producción – caída de la tasa de ganancia – mayor desigualdad social – legitimación de la violencia para sobrevivir dentro de un capitalismo gore – fortalecimiento de la necromáquina se vuelve fundamental para poder comprender el hacer de las experiencias que procuran construir espacios de otras economías no capitalistas. Por esto, se justifica la necesidad de reinterpretar dichos estudios sobre economías sociales y solidarias, de señalar la necesidad de que los nuevos incorporen este marco categorial y, sobre todo, de poder reflexionar en conjunto sobre las organizaciones concretas y el lugar histórico en el que se encuentran.

 

Finalmente, e insistiendo de nuevo en la necesidad de reflexión autocrítica de la(s) autonomía(s), queremos señalar también el texto de Luis Tapia Los límites de las autonomías . Para sus reflexiones el autor toma como referencia dos modelos distintos de autonomía en América Latina, uno, que podría responder a casos como el de Bolivia o Ecuador y:

 

que responde al proyecto y procesos de demanda de reconocimiento de autonomías indígenas en el seno de estados nacionales existentes, y que se procesan sobre todo a través de reformas constitucionales que consideran o tendrían que considerar la articulación y sincronización de la forma política estatal dominante y las autonomías indígenas o los territorios a los que se les está reconociendo autonomía

 

 

Otro segundo, cuyo ejemplo más claro es la revolución zapatista, caracterizado por:

 

la reconstitución de territorialidad y de formas de gobiernos comunitarios que se dan de facto de manera paralela e incluso contra el estado nacional y a pesar de la reticencia de los grupos gobernantes a establecer reconocimientos y reformas”.

 

A las primeras las denomina autonomías intraestatales, y a las segunda extraestatales o comunitarias. Fijémonos ahora en las reflexiones finales que sobre ambas realiza Luis Tapia. Primero con las autonomías intraestatales:

 

A partir de la reflexión sobre estos dos tipos de trayectoria, uno puede ver que en las cuestiones de reconocimiento de autonomías está en juego una cuestión de relaciones de poder, es decir, quién es el que reconoce y a quien se le reconoce el derecho y el poder de reconocer. En las experiencias de autonomías intraestatales, a pesar de que estas emergen de procesos de unificación y reconstitución de importantes movimientos comunitarios indígenas, sigue teniendo un rol importante el reconocimiento del estado y, por lo tanto, el tipo de reconocimiento que da el estado afecta sustantivamente el mismo proyecto autonómico comunitario y la forma en que esto se plasma o no; también afecta fuertemente el grado de autogobierno y las identidades colectivas.

(…) el caso de Bolivia se ha anulado la constitución de un estado plurinacional democrático e intercultural; también se ha reducido casi totalmente la idea de autonomía a una descentralización acompañada de reconocimiento cultural simbólico.

(…) En este caso la experiencia es más grave, ya que se trata de un partido de origen campesino aliado electoralmente con asambleas indígenas, y que decía representar a todo este bloque de fuerzas agrarias, y fue el que bloqueó la construcción de autonomías.

 

Y posteriormente sobre las extraestatales:

 

En el caso de la experiencia de autonomía extraestatal, como la zapatista, hay límites, pero que no llamaría en principio intrínsecos, sino que vienen del contexto.

(…) uno podría plantearse la pregunta: ¿qué ocurre y tendría que ocurrir para que este proceso de aplicación ascendente de forma comunal de gobierno, que implica la rotación temporal en los cargos de responsabilidad, pase del nivel comunal y de los niveles intermedios que ha alcanzado, municipio y de junta de gobierno, a una escala mayor, en el plano de la organización del gobierno del país? Este es un tipo de pregunta y de tarea para la imaginación y la construcción política que no solo recae en los zapatistas sino en todos los que pensamos en la necesidad de reconstitución de la vida política y social a partir de formas de autogobierno, que implican siempre tener un asidero local; pero para que ese gobierno local sea sustantivo se necesita reformar las formas de gobierno a la escala de país. Esto no hay todavía en ninguna de las experiencias de autonomía. En todo caso no se trata de un límite absoluto sino de un límite histórico.

(…) En el caso de la experiencia extraestatal zapatista, se trata de un horizonte todavía abierto, en tanto existen territorios con autonomía política y social. En este sentido, creo que es el principal referente para pensar procesos de reconstitución social que impliquen democratización y descolonización.

 

Aquí dejamos las reseñas a algunos de los textos del libro, pero, como hicimos al inicio, insistimos en la recomendación de la lectura completa del mismo, pues las reflexiones y análisis, aunque centradas en las realidades de la(s) autonomía(s) en Abya Yala, nos van sin duda a servir no solo para conocerlas mejor, sino para tenerlas en cuenta también en esta parte del planeta.

 

 

 

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