Pako Sudupe idazlea. (Iraia Oteiza)
Escribo desde las tripas (así que nadie espere sesudos análisis en estas líneas), desde el profundo dolor que me causa el ver la utilización espuria y perversa que en los últimos tiempos diversas personas vinculadas a la "izquierda vasca" están llevando a cabo de uno de los tesoros más increíbles que me ha regalado esta tierra: su idioma, el euskara. Y lo hago en castellano principalmente por dos razones. Primera, porque renuncio, me niego a hablar en euskara con quienes así lo utilizan y, segunda, porque quiero que puedan leer estas líneas muchas de esas personas que han venido a vivir a esta tierra, que aún no conocen su idioma, que quizá no son todavía conscientes del tesoro que se están perdiendo y, lo peor, que pueden pensar que la mayoría de las personas euskaldunes estemos de algún modo de acuerdo con la utilización del euskara como ariete xenofóbico.
A los artículos a los que me refiero son principalmente Geure herrian bizitzeko eskubidea, firmado por Pako Sudupe, “ensayista escritor”, y publicado inicialmente en Zuzeu el 21 de septiembre (posteriormente publicado en Berria, aunque días después se borró); el segundo, Inmigración en Euskal Herria, firmado por Joxemari Olarra Agiriano, “Militante de la izquierda abertzale”, y publicado el 25 de septiembre en Naiz. Probablemente haya habido más, pues por algo declaraba la editora de Katakrak Nerea Fillat en El Salto el 4 de marzo de este año que en el ámbito de la cultura “hay voces que dicen que hay políticas que se hacen desde el mundo del euskara que son bastante racistas y discriminatorias”; y Unai Apaolaza Amenabar, también indicaba el problema unos meses antes en Berria en septiembre de 2023 con el artículo Euskalgintza Bidegurutzean. No es el objetivo de este texto hacer un estudio amplio de lo publicado, con lo ya reseñado es más que suficiente para la opinión y vivencia personal que quiero trasladar.
Me quiero centrar en desmontar las falsedades. No lo voy a hacer con el texto de Olarra, pues creo que, afortunadamente, ha tenido contestación adecuada tanto por parte de tres personas de la Secretaría Nacional de Sortu, Xabi Iraola Larraia, Lur Albizu Etxetxipia, y Arkaitz Rodriguez Torres, en el artículo (del mismo título que el de Olarra) Immigrazioa Euskal Herrian, publicado en Berria el 6 de noviembre y luego en castellano en Naiz, así como, previamente, por parte del “Militante del Movimiento Socialista” Adam Laamirni Agirrezabala, en el texto publicado en Naiz el 10 de octubre con el título de Respuesta a Joxemari Olarra, y recientemente también en Naiz por el "Militante de Ongi Etorri Errefuxiatuak" Germán García Marroquín.
Sí lo voy a hacer con el de Pako Sudupe, tanto porque ha tenido menos respuestas (hasta donde conozco principalmente la breve –y por lo tanto parcial, aunque adecuada- respuesta de Fernan Mendiola en Euskaldunok, hizkuntzak, migrazioak eta historia, publicada en euskalherriairratia el 23 de octubre), como por, sobre todo, ser un texto que cumple con muchas de las habituales artimañas de los discursos xenófobos a los que se pretende cubrir con un manto de aparente progresismo, algo a lo que parece responder también la obra general de Sudupe, que junto a biografías y ensayos de destacados personajes de la izquierda vasca (Telesforo Monzón, Beltza o Txillardegi), recientemente ha publicado un libro titulado Inmigrazio eta abertzaletasuna, editado además por la Euskal Herriko Unibertsitatea, que no he leído ni, como luego se comprenderá, leeré, ni recomiendo su lectura.
Una última aclaración previa. Quien esto escribe no es una persona entendida o experta en la materia, soy un migrado a Euskal Herria a finales de los 80 a quien, al llegar a esta tierra, mucha gente (de forma muy especial en los euskaltegis y en lo movimientos populares a los que me incorporé -el antimilitarismo y la autogestión vecinal-, aunque también en las calles y en los bares) me enseñó a amar el euskera, y me ayudó lo indecible facilitándome su aprendizaje, proceso que supuso mucho más que la adquisición de una habilidad lingüística: me permitió conocer mucho más a fondo la idiosincrasia del pueblo que hizo surgir el euskara, todo lo cual no hubiera sido posible con un simple estudio académico, y sin la implicación en el proceso de buena parte de la gente euskaldun que fui conociendo. Por eso me duele tanto ver la utilización perversa de tintes xenófobos que del conocimiento del euskera se hace en el texto referido, basándose en bulos, rumores, medias verdades y no pocas falsedades. Mi humilde contribución a la defensa del euskara, en esta ocasión, se centrará por tanto en intentar desmontar el discurso, a pesar de todas mis carencias (seguro que hay otra gente que lo pueda enriquecer con aportaciones más sustanciosas), pues creo que hay que hacer frente de forma decidida a todo este tipo de planteamientos, que son los que en el fondo ponen realmente en riesgo el futuro del euskara. Y, desde luego, igual que con la utilización del euskara con fines xenófobos, me posiciono en contra de aquellas gentes que desde pretendidas posturas “progresistas” o “de izquierdas” dicen defender el euskara mientras realmente impulsan medidas que limitan más y más (incluso en ámbitos como las administraciones públicas) su uso, extensión y normalización, poniendo en riesgo su supervivencia.
Analizando el texto xenófobo de Pako Sudupe
El artículo comienza con el título “El derecho a vivir en nuestro pueblo”, cuyo significado nos queda claro desde el primer párrafo cuando afirma: “en este breve artículo me gustaría subrayar, básicamente, esta única idea: como vasco, priorizo el derecho de cada uno de nosotros a vivir en nuestro pueblo, frente al derecho de cada uno a vivir en el pueblo que quiera”, lo que le sirve de entrada para marca un “ellos” y “nosotros” enfrentados, donde los derechos de “los otros” parecen estar poniendo en peligro “nuestros derechos”. Sudupe, evidentemente, dirige su escrito a un “nuestro pueblo” que enfatiza utilizando la forma intensiva del euskara “geure”, pero que no define a quiénes abarca, y cuáles son las características por las que se puede dividir a la población vasca en ese “ellos y ellas” y “nosotros y nosotras”. Por estar el artículo escrito en euskara se podría pensar que ese “nosotros/as” se refiere a la población euskaldun, y que por lo tanto lo que está reivindicando es el derecho a vivir en euskara de la población euskaldun que vive en Euskal Herria, pero, como vamos a comprobar, no es ni mucho menos así, porque a Sudupe, para marcar la distancia entre el “nosotras” y el “ellas”, más que importarle el idioma que hablen las personas, parece que le importa dónde han nacido. Una de las bases de la xenofobia. Así lo demuestra, para empezar, con su siguiente frase: “Si yo fuera de la India, el país más poblado del mundo, o de la China, la segunda más poblada, quizá estaría a favor de vivir en todas partes, pero soy de un pueblo pequeñito”.
A continuación, nos sorprende con una frase tremenda: “Ya hace tres décadas que los más poderosos -las direcciones de las multinacionales, los gobiernos más fuertes y los lobbies más importantes, en general- impulsan políticas antinatalistas”. La veracidad de la afirmación no es demostrada con ningún ejemplo concreto o fuente alguna, quizá porque las posibles fuentes a utilizar sean tan reaccionarias como las de las personas ligadas al Opus Dei, como estas que son la autoras del texto “Movimientos antinatalistas. (la importancia de tener hijos para un futuro sostenible).” Pero es que además, añade que esos “más poderosos” también impulsan políticas “pro-inmigración, básicamente, para conseguir mercancías baratas y sacar grandes beneficios con su venta. ¡Grandes multinacionales y empresarios totalmente tomados, a favor de la inmigración!” ¿Pero, ya que habla de los gobiernos más fuertes, es que Sudupe no conoce a un tal Trump y sus políticas antiinmigración? Le vendría bien mirar la realidad con una perspectiva más amplia, para darse cuenta de que, justo al contrario de lo que él afirma, incluso los medios denuncian que, impulsados por el ascenso de la ultraderecha, “De Meloni a Scholz: toda la UE endurece el discurso antiinmigración”.
El autor pasa a entonces a centrarse en la realidad cercana, y es cuando comienza a maniobrar con los bulos y falsedades más maniqueos, a pesar de su leve intento inicial de presentarse comprensivo con las aportaciones de las personas migrantes. Así, afirma: También nosotros, los que no somos poderosos, en cierto grado, solemos beneficiarnos de la migración. Por ejemplo, las reformas de edificios son a menudo realizadas por hombres rumanos y portugueses en compañía de unos pocos nativos; el cuidado de los ancianos ajados lo realizan, sobre todo, mujeres hispanoamericanas -dicen que hay unos diez mil nicaragüenses que lo están haciendo- y otros muchos trabajos feos que los nativos no queremos.
Sudupe sigue sin aportar fuentes que demuestren sus afirmaciones, a lo que comienza a añadir un recurso que se volverá a repetir varias veces: el “dicen” o “parece”, otra de las artimañas habituales de quienes expanden mensajes y rumores falsos. Por ejemplo, ese “dicen” que es falso: que haya 10.000 mujeres nicaragüenses trabajando en labores de cuidados a personas ancianas. Para empezar, porque según los datos de Ikuspegi, en 2022 eran 11.013 las mujeres de nacionalidad nicaragüense de todas las edades que eran vecinas de Euskadi, en Nafarroa 1.812, y en toda Francia en 2020 (no he encontrado datos concretos de Iparralde), el conjunto de mujeres y hombres de nacionalidad nicaragüense era de 738 personas, con lo que a las cifras de Sudupe no se llegaría ni contabilizando a todas las mujeres nicaragüenses vecinas de Euskal Herria que estén entre los 18 y los 65 años. Eso sin olvidar que en la población nicaragüense en Euskadi solo hay un 49,1% con situación administrativa regular y posibilidad de trabajar. Es decir, que ni la mitad de las que según Sudupe “dicen” que trabajan en labores de cuidados.
Pero mucho más grave es cuando ese “dicen” va unido a lo que el autor denomina “daños” que padecemos por la inmigración: También sufrimos daños. En proporción, dicen, cometen más delitos -no en el conjunto de la población, ¡pero sí en el de extranjeros! -; y también asesinatos machistas, aunque apenas contamos con este tipo de información; no recibimos apenas información de este tipo; ideologías de derecha e izquierda encubren estos datos en los medios vascos.
Aquí el juego de medias verdades conjugadas con falsedades, rumores e información distorsionada de Sudupe es tremendo. Porque si fuera verdad que no existen datos sobre delitos ¿cómo es que el autor da por bueno lo que “dicen”? ¿quiénes son esos que “dicen” a los que tanto caso hace? Sobre delincuencia en general (aclaremos, los delitos que se investigan por la autoridad judicial o policial, que no es lo mismo), sí que existen datos. Por ejemplo, según los del INE, en 2022, de los delitos cometidos en Hegoalde, el 32,2% fueron cometidos por personas vecinas de origen extranjero. Pero, y he aquí la trampa de la media verdad, mientras el autor parece deducir de ello una cierta disposición natural de las personas extranjeras a cometer delitos, principalmente lo que representan es la consecuencia de una causa principal: su situación socioeconómica. Veámoslo con datos: Según las tablas estadísticas de la Estadística de la Población de Origen Extranjero de 2023 (EPOE-2023), el 24,27% de la población de Euskadi de 16 o más años de origen extranjero no cuenta con ningún tipo de ingresos (ni salarios ni ayudas de tipo alguno). Es más, según el Informe sobre exclusión y desarrollo social en Euskadi de Cáritas, en 2021 la incidencia de la exclusión social entre la población de nacionalidad extranjera de la CAPV alcanzaba un 59,6%, lo que significa a su vez que las personas de nacionalidad extranjera vecinas de la CAPV suponen el 31,6% de todas las personas en situación de exclusión social. A lo que hay que añadir que, según ELA, el sueldo de las personas de nacionalidad extranjera que trabajan en Euskadi es un 45% inferior al de las personas autóctonas. Por si fuera poco, omite también un hecho fundamental: buena parte de los delitos de la población de nacionalidad extranjera tienen relación directa con su situación de irregularidad, por eso los delitos más cometido por la población extranjera son los de “falsedades”. Hablar de datos sobre delincuencia sin tener en cuenta estas realidades es parecido a deducir que la capacidad intelectiva de las clases populares es genéticamente menor que la de las clases ricas, basándose en los datos sobre las titulaciones académicas de ambas: una rotunda falsedad que arranca de un dato cierto.
Con los asesinatos machistas que señala Sudupe, sucede algo parecido. Dice que no recibimos información de este tipo ¿entonces en qué se basa él para afirmar que las personas vecinas de Euskal Herria de nacionalidad extranjera cometen más asesinatos machistas proporcionalmente? En este caso es cierto que no existen datos oficiales, y que los únicos que se manejan son en base a rumores y bulos. Son a los que hace caso Sudupe.
Posteriormente Sudupe acomete la manipulación histórica, cuando comenta que “el vasco que emigraba sabía que tarde o temprano tenía que aprender la lengua del lugar en el que se había ido (…) En cambio, muchos de los cerca de cuatrocientos mil inmigrantes procedentes de España de 1950 a 1970 no se trajeron esa idea ni la han aprendido por diversas razones, por lo que no se puede igualar nuestra emigración con la inmigración que hemos tenido, al menos desde el punto de vista lingüístico-cultural. Ni la inmigración actual, que muchos sí saben castellano.” A ello le contesta con rotundidad Fernan Mendiola en su intervención en euskalherriairratia el 23 de octubre con las siguientes palabras: “En la historia de los vascos la migración ha sido una constante en los últimos siglos, y dentro de esas migraciones hay que situar la conquista y colonización de muchos territorios de África y, sobre todo, de América. No sería del todo acertado decir, por tanto, que el vasco que emigraba tenía que aprender la lengua local. De hecho, muchos de ellos fueron responsables de la expropiación material y cultural de los indígenas, desde la Patagonia al Ártico, a uno y otro lado del Atlántico. (…) Al mismo tiempo, somos descendientes de inmigrantes procedentes del Estado español en el siglo XX un porcentaje grande de quienes hoy en día hablamos, escribimos, enseñamos o estudiamos euskera. Sin esta aportación sería imposible entender el proceso de recuperación del euskera en el siglo XX, experiencias que en mi opinión deberían haber sido una referencia imprescindible en el siglo XXI.”
Hacia el final del texto Sudupe vuelve a utilizar argumentos habituales de la extrema derecha cuando sugiere una natalidad selectiva: “Por otra parte, de la misma manera que en Europa en general, y en la nuestra en particular, nacen niños insuficientes – las instituciones han prestado demasiada ayuda en los últimos años-, en África y Asia y nacen demasiado”. Tal y como señala Sara Lafuente Funes en El Salto, “todo el discurso de la natalidad está claramente atravesado por un eje fundamentalmente racista, en el que un tipo concreto de criaturas, son buscadas deseadas y se anima a tenerlas — en teoría— y otro tipo no son bienvenidas y se las expulsa.” Sudupe tampoco nos aclara a qué se refiere cuando dice que “las instituciones han prestado muchas ayudas”, porque precisamente lo que están señalando todos los estudios es que, como señala igualmente Sara Lafuente “La gente no tiene criaturas, o tiene menos, porque las condiciones para reproducirse son muy malas. (…) Si no tienes casa, no tienes trabajo o estás en precario, es muy difícil plantearte tener hijos. Todos estos discursos pronatalistas que se centran en dar ayudas individuales a una serie de personas concretas para tener hijos están también focalizando primero a qué tipo de personas se les dan las ayudas, y con eso se puede volver a hacer estratificaciones”.
Concluye el artículo apelando a “la resistencia de la población, y políticas natalistas” y a “dar prioridad a garantizar el derecho de cada uno de nosotros a vivir en nuestro pueblo, y eso es lo que se le pide a los políticos euskaltzale-abertzle”. No sabemos a qué tipo de resistencia popular llama Sudupe, pero tras todo lo visto, sí podemos deducir que, aunque no se atreva a decirlo expresamente, Sudupe parece estar apelando a algún tipo de política de “mejora de la raza vasca”. Que cada quien saque sus consecuencias.
Esa Euskal Herria que él defiende, desde luego, no es la que a mí me han enseñado a querer quienes con cariño, pedagogía y esfuerzo me transformaron en euskaldun y me han enamorado de este pueblo, tanto como me siguen enamorando imágenes como, por ejemplo, ver y oír en mi barrio, el Casco Viejo gasteiztarra, a adolescentes de muy diversos orígenes y procedencias estudiar en el modelo D y hablar en euskera por sus calles. Por eso me duele profundamente que haya personas migradas que con actitudes como las de Sudupe puedan generar un rechazo lógico al euskara, y perderse la oportunidad de descubrir y vivir ese tesoro. Porque la Euskal Herria del futuro, y buena parte de la supervivencia del euskara la van a protagonizar –ya lo están haciendo- personas de procedencias muy distintas, acompañadas y apoyadas por las personas euskaldunes que en lugar de cerrar puertas siguen empeñándose en abrir y acercar el euskara a toda persona que aquí viva, sea cual sea su origen o procedencia. Lo hacen en silencio, sin apenas reconocimiento público –que no buscan- y, desgraciadamente, desgastándose en luchar contra rumores, falsedades y bulos como los que inundan el texto de Sudupe. Son las personas verdaderamente defensoras de ese increíble tesoro que es el euskara. Zuei bai, zuei berriro ere, bihotz bihotzez mila esker!!, zuek zarete benetan euskara bizirik mantentzen zaretenok, benetan euskar maite duzuenok.
Nota: Una recomendación atrevida a Sudupe y a quienes como él puedan pensar: los textos de otra migrante euskaldun de Alde Zaharra de Gasteiz:
Euskaraz motelagoa naiz gaztelaniaz baino, eta kito
Etorkinen seme-alabak D ereduan egotea nahikoa izango al da?
Euskara, jatorria, klasea. Intersekzionalitatea ikasten ari gara
Nola (ez) hitz egin atzerritar jatorriko umeez?
Antonio Escalante (militante antimilitarista y vecinal, y migrante euskaldun)
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