domingo, 25 de diciembre de 2022

La revolución zapatista: la esperanza de un futuro posible sobre las ruinas del capitalismo

 


Cuando el EZLN era tan sólo una sombra arrastrándose entre la niebla y la oscuridad de la montaña, cuando las palabras “justicia”, “libertad” y “democracia” eran sólo eso: palabras. Apenas un sueño que los ancianos d1e nuestras comunidades, guardianes verdaderos de la palabra de nuestros muertos, nos habían entregado en el tiempo justo en que el día cede su paso a la noche, cuando el odio y la muerte empezaban a crecer en nuestros pechos, cuando no había más que desesperanza. Cuando los tiempos se repetían sobre sí mismos, sin salida, sin puerta alguna, sin mañana, cuando todo era como injusto era, hablaron los hombres verdaderos, los sin rostro, los que en la noche andan, los que son montaña, y así dijeron: “Es razón y voluntad de los hombres y mujeres buenos buscar y encontrar la manera mejor de gobernar y gobernarse, lo que es bueno para los más para todos es bueno. Pero que no se acallen las voces de los menos...

Así nació nuestra fuerza en la montaña, el que manda obedece si es verdadero, el que obedece manda por el corazón común de los hombres y mujeres verdaderos.”

(EZLN, 1994)

 Por todo lo anterior reiteramos que el cuidado de la vida y de la dignidad, es decir la resistencia y la rebeldía desde abajo y a la izquierda, es nuestra obligación a la que sólo podemos responder de forma colectiva. La rebeldía pues, la construimos desde nuestras pequeñas asambleas en localidades que se conjuntan en grandes asambleas comunales, ejidales, en juntas de buen gobierno  y en acuerdos como pueblos que nos unen bajo una identidad. En el compartir, aprender y construir de los que somos el Congreso Nacional Indígena nos vemos y sentimos en nuestros dolores, descontento y en nuestros fundamentos  ancestrales.

Para defender lo que somos, nuestro caminar y aprendizaje se han consolidado en el fortalecimiento en los espacios colectivos para tomar decisiones, recurriendo a recursos jurídicos nacionales e internacionales, acciones de resistencia civil pacífica, haciendo a un lado los partidos políticos que sólo han generado muerte, corrupción y compra de dignidades, se han hecho alianzas con diversos sectores de la sociedad civil, haciendo medios propios de comunicación, policías comunitarias y autodefensas, asambleas y concejos populares, cooperativas, el ejercicio y defensa de la medicina tradicional, el ejercicio y defensa de la agricultura tradicional y ecológica, los rituales y ceremonias propias para pagar a la madre tierra y seguir caminando con ella y en ella, la siembra y defensa de las semillas nativas, foros, campañas de difusión y actividades político culturales.

Ése es el poder de abajo que nos ha mantenido vivos y es por ello que conmemorar la resistencia y rebeldía es también ratificar nuestra decisión de seguir vivos construyendo la esperanza de un futuro posible únicamente sobre las ruinas del capitalismo.

(QUE RETIEMBLE EN SUS CENTROS LA TIERRA. Congreso Nacional Indígena y Ejército Zapatista de Liberación Nacional, octubre de 2016)

 

En estos días se cumplen 29 años del inicio del levantamiento zapatista, y aunque no sería de extrañar que las compas se sirvan de esta fecha para hacernos llegar nuevas reflexiones o propuestas, queremos aprovechar la ocasión para reiterar nuestra admiración hacia la revolución zapatista, solo menor que nuestro agradecimiento por las migas (¿o mejor mingas?) que han sembrado en el camino para todas aquellas que sigamos empeñadas en transitar por él manteniendo la esperanza de un futuro posible únicamente sobre las ruinas del capitalismo. Pero ¿realmente conocemos el sentipensar zapatista?

 Lejos de nuestra pretensión esbozar un resumen de lo que suponen esas migas, nos vale el que recoge Raúl Zibechi en un reciente artículo de opinión:

 El zapatismo ha conseguido romper las ataduras que había entre revolución y guerra y, en el mismo proceso, ha extirpado de la revolución sus adherencias estatistas, para dejar su núcleo intacto: recuperación de los medios de producción y de cambio, creación de nuevas relaciones sociales y de poderes no estatales. Las autonomías son el camino, tanto para resistir la guerra de despojo como para afirmarse como pueblos que se autogobiernan.

 Pensamos que, como señala el título del artículo de Zibechi, la escasa atención que las propuestas revolucionarias vascas, y en general las europeas y occidentales le dispensan a la revolución zapatista, tiene que ver en gran medida con el Mirar sin ver, pensar sin sentir: límites del eurocentrismo. Por eso el autor uruguayo señala que:

 El zapatismo ha conseguido romper las ataduras que había entre revolución y guerra y, en el mismo proceso, ha extirpado de la revolución sus adherencias estatistas, para dejar su núcleo intacto: recuperación de los medios de producción y de cambio, creación de nuevas relaciones sociales y de poderes no estatales. Las autonomías son el camino, tanto para resistir la guerra de despojo como para afirmarse como pueblos que se autogobiernan.

Es cierto que las izquierdas europeas y también las latinoamericanas se han quedado sin política, sin propuestas concretas ante la guerra. Pero los pueblos de este continente, expertos en sobrevivir a las guerras de despojo, están tomando caminos inéditos, como lo hacen los mapuches, los nasa y misak, las decenas de pueblos amazónicos y los pueblos negros y campesinos para afrontar esta guerra. Comienzan a colocar la autonomía en un lugar central de sus construcciones y reflexiones, algo que al parecer escapa a los intelectuales de ambos lados del océano.

(…) Los eurocentristas creen comprender lo que sucede en América Latina y consideran nuestras luchas como “laboratorios” que confirmarían sus elucubraciones. Algunos de ellos se sienten “teóricamente desarmados” frente a la guerra, pero no quieren aprender de las experiencias de pueblos que sobreviven a cinco siglos de masacres y exterminios. Sólo atienden la producción teórica de las academias y de las izquierdas que se referencian en los estados-nación, o sea, a la colonialidad del poder.

Me parece necesario reflexionar sobre cómo los pueblos de raíz maya organizados en el EZLN han desarticulado el matrimonio revolución-guerra, que tantos daños nos hizo en el pasado inmediato, y tan malos resultados obtuvo.

Ya no es posible ignorar quiénes fueron exterminados en las guerras centroamericanas, y cómo las vanguardias se reposicionaron en la legalidad, abandonando a los pueblos que usaron (sí, usaron) para su guerra “revolucionaria”.

 Y es que la mirada y el sentimiento de las compas asienta sus raíces en terrenos muy poco explorados por un prácticamente inexistente sentipensar occidental, como se ve claramente en estas palabras del EZLN:

 Ni al árbol ni al bosque. Nosotros como zapatistas que somos, para entender y saber qué hacer, miramos hacia abajo. No en señal de humildad, no para rendir nuestra dignidad, sino para leer y aprender lo que no se ha escrito, para lo que no hay palabras sino sentimientos, para ver en la tierra las raíces que sostienen, allá en lo alto, a las estrellas

(…) Todo bajo un nuevo orden: el del mercado mundial capitalista.

Si no me equivoco, eso es precisamente lo que hace una guerra de conquista. Es decir, conquista, destruye, despuebla, reconstruye, repuebla, reordena.

Hemos hablado del campo en nuestro país, en México, pero estamos viendo, escuchando y aprendiendo que lo mismo está ocurriendo en los 5 continentes. Lo que nos permite afirmar que se trata de una guerra de conquista en todo el planeta, una guerra mundial, la IV Guerra Mundial.

Sea que en el análisis se elija mirar “el árbol” o “el bosque”, la conclusión es la misma.

Pero hay algo, según nosotros los zapatistas, que hace de esta guerra algo especial. Y es que los efectos que está produciendo en la tierra y el territorio, es decir, en la naturaleza, son definitivos e irreversibles. Es decir que el planeta entero está siendo destruido y no tenemos otro lugar para vivir, así que la especie humana entera es la víctima de esta guerra.

Por eso decimos que es una guerra contra la humanidad.

(…) Para nosotros, zapatistas, pueblos indios de México, de América y del Mundo, la tierra es la madre, la vida, la memoria y el reposo de nuestros anteriores, la casa de nuestra cultura y nuestro modo. La tierra es nuestra identidad. En ella, por ella y para ella somos. Sin ella morimos, aunque vivamos todavía.

La tierra para nosotros no es sólo el suelo que pisamos, sembramos y sobre el cual crecen nuestros descendientes. La tierra es también el aire que, hecho viento, baja y sube por nuestras montañas; el agua que los manantiales, ríos, lagunas y lluvias vida se hacen en nuestras siembras; los árboles y bosques que fruto y sombra nacen; los pájaros que bailan en el viento y en las ramas cantan; los animales que con nosotros crecen, viven y alimentan. La tierra es todo lo que vivimos y morimos.

La tierra para nosotros no es una mercancía, de la misma forma que no son mercancías los seres humanos ni los recuerdos ni los saludos que damos y recibimos de nuestros muertos. La tierra no nos pertenece, pertenecemos a ella. Hemos recibido el trabajo de ser sus guardianes, de cuidarla, de protegerla, así como ella nos ha cuidado y protegido en estos 515 años de dolor y resistencia.

Nosotros somos guerreros. No para vencer y subyugar al diferente, al que otro lugar habita, al que otro modo tiene. Somos guerreros para defender la tierra, nuestra madre, nuestra vida. Para nosotros ésta es la batalla final. Si la tierra muere, morimos nosotros. No hay mañana sin la tierra. El que quiere destruir la tierra es todo un sistema. Ése es el enemigo a vencer. “Capitalismo” se llama el enemigo.

Nosotros pensamos que no es posible triunfar en esta batalla si no nos acompañamos en la lucha con los otros pueblos que son, como nosotros, el color que somos de la tierra, si no luchamos junto a los otros que otros colores, tiempos y modos tienen, pero les duelen los mismos dolores. Por eso hicimos palabra este pensamiento en la VI Declaración de la Selva Lacandona. Por eso caminamos, con el oído y el corazón abiertos, por los rincones de nuestro país. Para buscar y encontrar a los que dicen o quieren decir “¡Ya Basta!”, a los que han encontrado que el nombre de su enemigo es el mismo que a nosotros mata y duele.

Nosotros pensamos que ya no es basta con sólo resistir, y esperar uno y otro ataque del mandón y del dinero. Creemos que la fuerza que ahora se necesita para sobrevivir, es también suficiente para terminar con las amenazas. Es la hora.

(EZLN, en la mesa redonda “Frente al Despojo Capitalista, la defensa de la tierra y el territorio”)

 Parte importante del problema es que nuestro pensamiento crítico occidental nos ha alejado de otras formas de mirar lo que nos rodea. Así lo expresa también Zibechi en Espiritualidad y autonomía:

 Quienes nos hemos formado en el materialismo y en el pensamiento crítico eurocéntrico tenemos serias dificultades para comprender y asumir el papel de la espiritualidad en los procesos emancipatorios. Somos profundamente dependientes de la célebre frase de Marx que mentaba la religión como el opio de los pueblos, y parece reconfortarnos la reducción de lo espiritual a las instituciones eclesiales hegemónicas. Sin embargo, pasar por alto la espiritualidad de los pueblos conduce a reproducir el capitalismo a través del individualismo y el consumismo.

(…)Espiritualidad que no es religión ni ideología. Involucra los cuerpos y no sólo las mentes, se recrea en la cotidianidad y sostiene la vida humana y no humana. En las aldeas no existen los monocultivos, ni la concentración de los medios de producción y todo lo que se consume lo producen trabajando, buena parte de ello mediante trabajos colectivos.

A diferencia de las místicas o eventos culturales de los movimientos sociales, que durante tiempos breves acompañan movilizaciones y formaciones, para los guaraníes mbyas la espiritualidad se extiende en un tiempo sin tiempo, como escribió Mario Benedetti. La casa de reza es el centro simbólico de la vida comunitaria. Todos los días, al atardecer, la comunidad danza y canta al son de sus músicas, durante algunas horas. En ciertas ocasiones la reza se extiende hasta el amanecer.

No se practica la espiritualidad para obtener un fin, para conseguir algo que se pide a alguien (dioses, sacerdotes o políticos). Se reza para ser, para seguir siendo lo que se es, individual y colectivamente, para seguir siendo pueblos diferentes.

(…) Considerar la espiritualidad como sostén de la autonomía, implica superar el materialismo estrecho, para adoptar una mirada más amplia. En el pensamiento occidental la clave de la comunidad es la tierra colectiva, entendida como un medio de producción y no un espacio integral de vida. Por lo que pude sentir, y por lo que se constata allí donde los pueblos resisten (una vez más recuerdo a las cuatro familias de Nuevo San Gregorio), la espiritualidad es un aspecto central que complementa y sustenta la posesión colectiva de las tierras.

Las resistencias de los pueblos se ordenan en torno a sus propias cosmovisiones y espiritualidades. No parecen preocupados ni en ideologías ni en programas, como sucede con el pensamiento crítico eurocéntrico.

Falta todavía comprender la espiritualidad como núcleo de una ética de la vida que cuestiona nuestros modos de vivir, en particular el individualismo; una ética que sostiene a quienes resisten el capitalismo, a los que no se venden, ni claudican, ni se rinden

 

 Pistas para entender la mirada, el sentimiento y el pensamiento zapatista

  Para quien pretenda acercarse tal vez por primera vez al sentipensar zapatista pueden ser buena herramienta (entre otras muchas posibles) algunos de los textos siguientes:

·        SEXTA DECLARACIÓN DE LA SELVA LACANDONA (mayo 2005)

·         ENTRE LA LUZ Y LA SOMBRA (mayo 2014)ENTRE LA LUZ Y LA SOMBRA

·         QUE RETIEMBLE EN SUS CENTROS LA TIERRA (octubre 2016)

·         La Travesía por la Vida: ¿A QUÉ VAMOS? (junio 2021)

 O un buen resumen condensado podrían ser estas palabras de 2017:

 para nosotros, zapatistas, pueblos indios de México, de América y del Mundo, la tierra es la madre, la vida, la memoria y el reposo de nuestros anteriores, la casa de nuestra cultura y nuestro modo. La tierra es nuestra identidad. En ella, por ella y para ella somos. Sin ella morimos, aunque vivamos todavía […] La tierra para nosotros no es sólo el suelo que pisamos, sembramos y sobre el cual crecen nuestros descendientes. La tierra es también el aire que, hecho viento, baja y sube por nuestras montañas; el agua que los manantiales, ríos, lagunas y lluvias vida se hacen en nuestras siembras; los árboles y bosques que fruto y sombra nacen; los pájaros que bailan en el viento y en las ramas cantan; los animales que con nosotros crecen, viven y alimentan. La tierra es todo lo que vivimos y morimos […] La tierra para nosotros no es una mercancía, de la misma forma que no son mercancías los seres humanos ni los recuerdos ni los saludos que damos y recibimos de nuestros muertos. La tierra no nos pertenece, pertenecemos a ella. Hemos recibido el trabajo de  ser sus guardianes, de cuidarla, de protegerla, así como ella nos ha cuidado y protegido en estos 515 años de dolor y resistencia […] Nosotros somos guerreros.

No para vencer y subyugar al diferente, al que otro lugar habita, al que otro modo tiene. Somos guerreros para defender la tierra, nuestra madre, nuestra vida. Para nosotros ésta es la batalla final. Si la tierra muere, morimos nosotros. No hay mañana sin la tierra. El que quiere destruir la tierra es todo un sistema. Ése es el enemigo a vencer. “Capitalismo” se llama el enemigo

(SCI Marcos, 2017).

 Pero si queremos acercarnos realmente a sentir y ver lo escondido que fluye en el interior del volcán de la revolución zapatista, más allá de sus humos y erupciones puntuales, hay un texto que hemos conocido recientemente  que puede ayudar a nuestra comprensión. Se trata del texto de David Pavón Cuellar y Mihalis Mentinis titulado ZAPATISMO Y SUBJETIVIDAD. Más allá de la psicología. (Ediciones Cátedra Libre, 2020, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia, México). No nos referimos tanto al libro en su conjunto, sino de forma muy especial a buena parte de su Capítulo 2 (que ahora comentamos) y a algunos párrafos de sus Prólogo, Epílogo e Introducción.

 Comenzando por estos, John Holloway, en el prólogo, comenta:

 Los zapatistas reinventaron y continúan reinventando el significado mismo de la revolución, o, mejor, de la resistencia-rebelión-revolución.

Esta reinvención ha sido el producto de una reflexión inspirada por el fracaso de los movimientos revolucionarios en América Central y en el resto del mundo, pero también por las tradiciones particulares de los pueblos indígenas de Chiapas. No se trata de etiquetar o reducir el movimiento zapatista a un movimiento indígena (como se ha hecho tan a menudo), sino de reconocer la importancia de las tradiciones indígenas en la extraordinaria creación del zapatismo. Lo que importa, por lo tanto, es concebir a los zapatistas no sólo como una organización o como un acontecimiento, sino como una manera de sentir, pensar, hablar y actuar que ha tenido efectos enormes en movimientos de resistencia y rebelión en todo el mundo.

 E  Ian Parker en el Epílogo subraya que:

 (…) los zapatistas han abierto nuevas formas de hablar y escribir sobre política y sobre la esfera de la psicología individual.

Habría que notar cómo los zapatistas reconfiguraron y revitalizaron las concepciones de las feministas socialistas, particularmente la noción de que el éxito de la revolución exige necesariamente que se proceda en la intersección entre lo personal y lo político. A contracorriente de la “ideologización” de la política –un proceso de reificación y deificación que corre a la par de la ideologización de la psicología–, los zapatistas insisten en que rompamos con todo tipo de ideología, incluyendo aquella con la que se justifica el derecho a perpetuarse de este mundo miserable, así como aquella otra con la que se transforman los movimientos de la izquierda en agentes de la burocracia.

El marxismo nunca debió haber operado como una “ideología”, pero el triste destino de este movimiento de análisis, crítica y acción fue el de convertirse en una especie de religión estatal. El zapatismo recupera lo más radical de la política marxista, rescatándolo del reino de los sistemas de fe organizados verticalmente, y simultáneamente responde a los oprimidos y a su exigencia de que sus voces también se escuchen junto con las de la clase obrera industrial. En este sentido, el zapatismo es auténticamente marxista, al mismo tiempo que es auténticamente feminista y anticolonial.

De hecho, así como en realidad no hay un solo “marxismo” o “feminismo” que hable para toda la clase obrera o para todas las mujeres, no hay tampoco un solo “zapatismo”. ¿Sostener la existencia de un solo zapatismo no sería una contradicción en los términos? Lo que existe, más bien, es una multiplicidad de luchas y formas de pensar y actuar para hacer posibles otros mundos, múltiples mundos que surgieron en 1994 como “zapatismos”

 La Introducción nos sirve para hacernos una primera idea general de lo que encontraremos en el texto:

 Además de ofrecernos formas inéditas de organización y movilización colectiva, el zapatismo ha ido elaborando un pensamiento cultural, social y político extraordinariamente original e innovador en el que vemos confluir y combinarse los saberes ancestrales de los pueblos originarios que habitan en México, el espíritu de la Revolución Mexicana de 1910, las reivindicaciones del agrarismo y de las movilizaciones campesinas e indígenas del siglo XX, los programas de lucha de los movimientos latinoamericanos de liberación nacional, las herencias del comunismo y del socialismo libertario, los más diversos ideales de la izquierda mundial anticapitalista y hasta la fantasía de las vanguardias literarias latinoamericanas. Todo esto ha venido a enriquecer y espesar lo que piensa el EZLN sobre cada cosa. Entendemos entonces que haya tanta densidad simbólica y tantas resonancias históricas en su pensamiento, el cual, además de su novedad y originalidad, se caracteriza por la profusión de sus referencias y de sus vínculos con lo más hondo en la cultura y con lo más remoto en el tiempo, y también, como resultado, por su carácter complejo y profundo.

La profundidad y la complejidad a las que acabamos de referirnos podrán comprobarse a través de la idea zapatista de subjetividad que intentaremos reconstruir y exponer en el presente libro.

(…) lo primero que el zapatismo aportó a la opción calibana del marxismo latinoamericano tradicional fue la disposición a repensar y renegociar la relación entre la cultura de la población rural indígena y la de los intelectuales mestizos radicales provenientes de las ciudades. Los marxistas renunciaron a la pretensión de poseer el monopolio de la verdad y se abrieron a la sabiduría de los pueblos originarios. (…)  La estrategia revolucionaria debió ceder ante la sólida estructura comunitaria, ante su provisión de saberes ancestrales y ante la evidencia de quinientos años de resistencia contra el opresor y de supervivencia en las condiciones más adversas.

Los indígenas eran quienes mejor entendían lo que les concernía y se lo demostraron a los intelectuales de la ciudad. Éstos dieron prueba de sensatez, lucidez y honradez al aceptar lo evidente y dejarse guiar por sus nuevos maestros.

El Subcomandante Marcos (2008) explica bien la transición: los marxistas que fueron a “enseñar” se convirtieron en “alumnos” de los pueblos originarios, quienes iban a “salvar a las comunidades indígenas” fueron salvados por ellas, el “movimiento guerrillero” terminó transformándose en “un ejército de indígenas”, la estrategia de “servirse de las masas” debió ceder su lugar a la de “servir a las comunidades”

(…) En el discurso del EZLN, como habremos de apreciarlo en las siguientes páginas, la psicología se verá tan ampliada y ahondada que terminará estallando y fundiéndose con la historia y con la comunidad, con el movimiento rebelde y con su otra política, pero también con el mundo animal, vegetal y hasta mineral, con el fusil y con el pasamontañas, con la tierra y con el maíz, con las cañadas y con los altos de Chiapas, con la milpa y con la selva, con el cielo y con todo lo demás que también cabe dentro de la dilatada subjetividad indígena. Sobra decir que esta subjetividad no tiene ya nada que ver con el insignificante objeto de la psicología con el que solemos identificarnos en las sociedades occidentales modernas.

 Pero, como ya hemos indicado, es en el Capítulo 2 donde nosotras hemos encontrado reflexiones y análisis muy válidos para acercarnos a comprender la psicología zapatista. Por ejemplo, en su concepto de CONFORMISMO e INDIVIDUALISMO:

 Entendemos, pues, que los conformistas sean juzgados tan severamente por el EZLN. Desde el punto de vista zapatista, no son sujetos neutrales ni tampoco inofensivos, ya que pueden mantener o agravar aquello contra lo que no luchan, así como también terminan provocando, en cierto modo, aquello que dejaron ocurrir y que habrían podido impedir. En palabras de Marcos (1994b), “el conformismo es una fuerza que está para una cosa u otra”, para que “sigan las cosas igual”, para que se “incline la balanza por ese lado, pero también” para que se “incline la balanza hacia la guerra” cuando se decide “no hacer nada para evitarla” .

(…) Los zapatistas consideran, pues, que el conformista puede ser tal circunstancialmente, por estar desanimado o por haber perdido la esperanza, o bien constitutivamente, por ser alguien fatalista o servil, cínico, escéptico, pragmático, egoísta e individualista, que sólo piensa en su comodidad o en su propio beneficio. En lo que se refiere al conformismo circunstancial, que se asocia con el desencanto posmoderno y con la sensación de fin de la historia, tenemos para el EZLN un simple efecto de la decepción, la claudicación y la resignación que hacen que nos encerremos en el presente y que optemos por olvidar el futuro al recordar los desengaños del pasado.

(…) Conformándose consigo mismo y con lo que puede caber en su individualidad, el individualista se conforma con demasiado poco y es entonces un conformista. Sólo podrá escapar de su conformismo al salir de su individualismo, al ir más allá del estrecho horizonte de su individualidad, al preocuparse por el mundo, al tener aspiraciones colectivas y luchar por ellas, por los otros y con los otros, en la sociedad y como sociedad. Lo último exige, según la Comandanta Ramona y la Mayor Ana María (1994), una “conciencia de lucha” que es también “conciencia política” de quienes luchan para todos y no sólo para ellos ni “para unos cuantos” (párr. 11-15). Esta conciencia es la que permite, como diría Marcos (2001a), “otra forma de lucha que no sea el cinismo que está imponiendo el neoliberalismo; ese conformismo; ese ‘no me importan los demás’ sino sólo yo”

 También sobre la DESMEMORIA y la DESESPERANZA:

 (…) Los zapatistas acusan a los poderosos por ejercer también el poder psicológico de hacernos olvidar. Este poder, al triunfar sobre nosotros, permite avasallarnos al debilitarnos y nos debilita por despojarnos de nuestra propia fuerza, la de nuestros orígenes y nuestra historia, la de aquello que fuimos y que forma la médula de lo que somos.

(…) El poder, haciéndonos olvidar, nos hace también imaginar que no hubo un pasado que fuera diferente del presente, lo cual, a su vez, puede hacernos prever que tampoco habrá un futuro que sea diferente del presente. Y si es así, ¿para qué luchar por el futuro? ¿Para qué intentar cambiar lo que imaginamos que no puede ser de otro modo? ¿Por qué no resignarnos al aparentemente invencible capitalismo liberalneoliberal que siempre fue, es y será, por toda la eternidad? El olvido hace que nos resignemos a una situación en la que “no hay ‘antes’ ni ‘después’ del hoy”, y en la que “el mundo del dinero” aparece como “eterno”, como el “único mundo necesario” y no sólo como “el mejor de los mundos posibles”, de tal modo que la historia desaparece al carecer de “un horizonte que vaya más allá del ‘ahora y aquí’ neoliberal” (Marcos, 1998).

Sin el horizonte de la historia, no puede haber esperanza para quienes luchan por una transformación histórica del mundo. Esta esperanza en el futuro, impulsión y justificación de cualquier lucha en el presente, se funda en la remembranza del pasado y es precisamente aquello que los poderosos intentarían destruir a través de una psicología desmemoriada.

La desmemoria, tal como la conciben los zapatistas, no destruye sólo aquello que ha sido, el recuerdo y la realidad misma del pasado, sino también aquello que puede llegar a ser, la esperanza en el futuro y la posibilidad misma de un futuro diferente del presente. Es por esto que la desmemoria, para el EZLN, comporta necesariamente la “desesperanza” (Marcos, 2001).

(…) Para el EZLN, la desesperanza y la desmemoria son también una desintegración, fragmentación y pulverización de lo que somos, quizá porque aquí, en la perspectiva zapatista, somos también lo que fuimos y lo que seremos, lo que recordamos haber sido y lo que deseamos llegar a ser, lo que dejamos de ser y lo que luchamos por ser. Nuestros recuerdos y nuestros proyectos, nuestras evocaciones y nuestros sueños, nuestra memoria y nuestra esperanza, forman parte de nuestra identidad.30 Esta identidad se pierde, se aliena o enajena, cuando se nos robanuestra historia o nuestro porvenir.

(…)Ahora bien, si ya hemos empezado a usar las prótesis del poder, es porque se nos ha practicado “una complicada operación quirúrgica” en la que se nos ha “extirpado la memoria histórica”, remplazando la “historia real” por una “Historia Oficial” confeccionada en los “laboratorios mentales de los postgrados en universidades extranjeras” (Marcos, 1998).

 Importantes igualmente las reflexiones zapatistas sobre la HOMOGENIZACIÓN NORMALIZADORA:

 La psicología racista y la despreciativa de la mujer pueden concebirse como las ramificaciones etnocéntrica y androcéntrica de una psicología dominante que intenta normalizarlo y homogeneizarlo todo. El principio de esta psicología es que lo normal y homogéneo es mejor, más equilibrado y sano, más funcional y productivo, menos problemático y conflictivo, menos resistente, más adaptable y previsible, más fácilmente controlable, dominable, gestionable, utilizable, explotable. En pocas palabras, lo normal y homogéneo funciona mejor, trabaja y consume y circula mejor, en un sistema totalizador como el capitalista neoliberal globalizado con su mercado mundial.

El capitalismo normalizador y homogeneizador no sabe qué hacer con los diferentes, con los irremediablemente anormales y heterogéneos, con “indígenas, mujeres, homosexuales, lesbianas, gentes de colores, inmigrantes, obreros, campesinos” (EZLN, 1996), con “musulmanes, ancianos, inadaptados” (Marcos, 2003), con “las mayorías que forman los sótanos mundiales” y que “se presentan, para el poder, como minorías prescindibles”. Si estas mayorías son percibidas como prescindibles y minoritarias, esto es porque son “otras” y “diferentes” (Marcos, 1999). Ahora bien, debido a su alteridad y a su diferencia, las mayorías no son tan sólo reducidas a la condición de minorías prescindibles, sino que son condenadas a “la indiferencia, el cinismo o la hipocresía” (2003), e incluso “perseguidas, despreciadas, golpeadas, encarceladas, desaparecidas” por “el Poder y sus nombres” (1999).

Así, por ejemplo, es el Poder y sus nombres, los nombres de la masculinidad y la heterosexualidad, los que hacen que “homosexuales, lesbianas, transgenéricos y bisexuales” deban ocultarse, ocultándose incluso “de sí mismos”, al “ocultar su diferencia” y “soportar en silencio persecuciones, desprecios, humillaciones, extorsiones, chantajes, insultos” (Marcos, 1999). En todos estos sufrimientos, “lo diferente debe soportar el ser reducido en su calidad humana por el simple hecho de no ser según una normalidad sexual inexistente, pero fingida y convertida en bandera de intolerancia y segregación”. La actitud intolerante y segregativa es aquí la única verdad subyacente a la mentira de la normalidad.

Cuando uno termina obligándose a ser normal, “la normalidad es una cárcel cotidiana”, pero cuando uno se atreve a desafiar al poder normalizador, la “hipócrita normalidad del que es poder convierte en crimen la preferencia sexual, y como criminal es perseguido el varón que ama al varón, la mujer que a la mujer ama, el otro que con el otro amor construye” (EZLN, 2001). En este caso como en tantos otros, el “delito es ser diferentes y estar orgullosos de serlo” (Marcos, 1999).

La alteridad y la diferencia, en efecto, constituyen delitos para una psicología normalizadora que busca precisamente, no “que todos seamos iguales, sino que todos tratemos de ser iguales a un modelo” que “se construye por quien es Poder”.

 Igualmente sus denuncias, como, por ejemplo, contra el PENSAMIENTO ÚNICO:

 (…) El pensamiento único debe ser aquí el único pensamiento. Y parece conseguirlo. Es como si la falsa comunicación monológica fuera todo lo que se hace y como si lo que se refleja sobre la superficie especular fuera todo lo que hay. Sin embargo, en realidad, hay un mundo y otras voces y otros pensamientos, y para mantener el monólogo, no sólo “se necesita” un “espejo” (Marcos, 1997), sino también todo aquello que asegura la ilusión especular y que oculta o prohíbe mirar lo que hay detrás, es decir, “el garrote y la men- tira” (Marcos, 1998). El garrote es el “argumento único de la fuerza” (EZLN, 1996). Es la violencia con la que siempre se ha comunicado con los pueblos originarios. Es la razón de las balas que remplaza la razón de las palabras.38 Por otro lado, tenemos la mentira, el “dogma” en lugar de la “causa” (Marcos, 2003), así como gobiernos nacionales y organismos internacionales en los que “pululan” esos “clones enanos” de un “poder del dinero” que “piensa que ha vencido a la humanidad porque sólo se mira a sí mismo” (Marcos, 2003).

El dinero con su poder es todo lo que aparece en un espejo que no deja ver a la humanidad que hay detrás, pero que nos ofrece una representación ideológica del ser humano, como clon enano del dinero y de su poder, constituida por el sentido común globalizado y su pensamiento único neoliberal. Sobra decir que tal representación ideológica no sólo reina en el seno de los gobiernos nacionales y los organismos internacionales, sino que se ha vuelto hegemónica en la sociedad capitalista.

 Su determinación contra el FATALISMO:

 (…) En el mejor de los casos, podremos “escoger entre el garrote y la zanahoria”, entre “vendernos y rendirnos o morirnos” (Marcos, 2003), e incluso tendremos “libertad para elegir quién caminará en nuestra representación”. Ejerceremos el inalienable derecho de optar por un partido u otro, por un producto u otro, por una zanahoria u otra, por una u otra forma de rendición, por una u otra muerte, o bien optamos por la vida y recibiremos el garrote, la otra muerte, aquella con la que son castigados quienes no quieren elegir entre distintas muertes. Los zapatistas están entre estos últimos, entre los que optan por la vida, los que reciben el garrote por elegir no elegir. Para justificar su no-elección, el subcomandante Marcos (1999) insiste en que “no es verdad que tengamos que tomar partido a favor de una y otra estupidez”, que tengamos que “renunciar a la inteligencia y a la humanidad”, y advierte que la “opción terminante” que se nos presenta, “como todas las opciones terminantes, es una trampa”, ya
que “la alternativa no es una cosa o la otra, sino la que se construye como camino nuevo, como nuevo mundo” (2002).

Marcos (1999) reivindica “otro mundo donde la opción sea entre guerra o paz, entre memoria u olvido, entre esperanza o abandono, entre el gris o el arco iris”, es decir, “un mundo donde quepan muchos mundos”. Para llegar a ese mundo se requiere de rebeldía.

Como lo explica el mismo subcomandante, “cuando el rebelde se enfrenta a la opción de elegir entre varios caminos, mira más lejos y mira dos veces: mira que esas rutas llevan al mismo lugar, y mira que al lugar donde quiere ir no hay camino”, y entonces “el rebelde, en lugar de angustiarse por encuestas que dicen que un camino es mejor que otro porque tanto por ciento no puede equivocarse, empieza a construir un camino nuevo” (2003).

La rebeldía zapatista permite escapar de una psicología fatalista dilemática en la que sólo puede sentirse y percibirse, pensarse y hacerse, lo que ha sido sancionado y validado por el orden establecido. Es verdad que este orden también termina vendiendo y publicitando sus propias alternativas de rebeldía, pero el EZLN advierte que se trata de un producto más en la estantería, de un camino más para llegar al mismo lugar. El mercado le ofrece “al consumidor (siempre individualizado) la opción de ‘rebelarse’ al elegir uno u otro mercado, uno u otro consumo”, como cuando nos rebelamos con agua embotellada contra el “refresco” o con alimentos “orgánicos” contra la “comida chatarra” (Moisés y Galeano, 2018). La rebeldía se reduce así a una simple mercancía y queda encerrada en el mercado en lugar de rebelarse contra él y contra el sistema capitalista.

 Así como su denuncia de la PSICOLOGÍA CAPITALISTA MERCANTIL

 (…) En la psicología capitalista-mercantil, como lo señala el propio EZLN, “quien piensa debe pensar mercancías y no pensamientos” (EZLN, 2001). El EZLN dirá también, refiriéndose a la misma psicología, que se representa un sujeto que “piensa con la billetera o con la tarjeta de crédito” y no “con la cabeza” (2001b, p. 62). El razonamiento se torna un simple cálculo mercantil. Y este cálculo no es verdaderamente racional para los zapatistas. En efecto, cuando Marcos (1994) reflexiona sobre la negociación del EZLN con los representantes gubernamentales, considera que no son exactamente “seres racionales”, sino individuos “acostumbrados a comprar, corromper, imponer”, y que “asumen, frente a la dignidad, la pose del comerciante taimado que busca el mejor precio de lo que quiere obtener”.

El EZLN critica repetidamente la psicología capitalista-mercantil que rige las interpretaciones, decisiones y acciones de gobernantes y funcionarios mexicanos. Por ejemplo, durante el diálogo con el EZLN, los representantes gubernamentales negociaron siempre bajo el supuesto de que todos los zapatistas “iban a venderse de una u otra forma”, que todos “tenían precio” (Marcos, 1994). Fue bajo este mismo supuesto que “el gobierno repartía sobornos y mentía apoyos económicos para comprar lealtades y quebrar convicciones” (1998). La visión gubernamental era, en suma, que todo podía solucionarse con dinero. Tenemos aquí una expresión de la psicología capitalista mercantil que explicaba ciertamente el comportamiento del gobierno, pero no el de aquellos zapatistas que no tuvieron precio, que no vendieron sus lealtades y sus convicciones, quizás en parte, al menos en parte, porque provenían de unas comunidades indígenas en las que suele tenerse todavía una viva conciencia de todo aquello que no puede comprarse y que trasciende cualquier lógica económica.41

 En el Capítulo 3 también encontramos otras nociones zapatistas que, con mucha frecuencia, son poco o parcialmente comprendidas en su profundidad. Por ejemplo, el COMUNITARISMO y el COLECTIVISMO:

 Oponiéndose a la estrategia del divide y vencerás con la que el capitalismo ha logrado vencer a la poderosa humanidad al dividirla en elementos rivales e impotentes, los indígenas comprendieron muy pronto que lo más efectivo era mantenerse unidos y cohesionados en comunidades indivisibles e invencibles. El comunitarismo, entendido aquí simplemente como un colectivismo radicalizado, es entonces una forma de supervivencia en tiempos capitalistas, pero también un modo alternativo de vida que permite vivir todo aquello que sólo puede vivirse de modo comunitario, todo aquello que se ha perdido en el capitalismo, todo aquello cuya ausencia nos ha deshumanizado en las sociedades modernas individualistas.46 Es para seguir existiendo y además para seguir existiendo plenamente como seres humanos que los indígenas optan por ser comunidad, por ser colectividad, por ser nosotros.

La opción comunitaria del EZLN es una opción por el nosotros que puede ilustrarse con la indicación que le dan “los más antiguos principales” indígenas al Subcomandante Marcos (2001): “Toma ya nuestra voz, nuestra mirada anda; hazte oído nuestro para escuchar del otro la palabra; ya no serás tú, ahora eres nosotros” (pp. 162-163). En su psicología verdaderamente comunitaria o radicalmente colectiva, en efecto, los zapatistas se presentan a sí mismos por lo general como nosotros, como un ente colectivo transindividual, y no de modo individual como yo, tú o él.

(…) La idea zapatista del somos ustedes no es la de ponerse en el lugar de otros individuos, intentar ver con sus ojos y sentir lo mismo que ellos, como en aquella empatía psicológica interindividual que delata visiblemente su fundamento individualista. De lo que se trata es de ser el mismo nosotros, de tal modo que nos liberamos y satisfacemos colectivamente, nos realizamos unos con otros y nuestro poder es idéntico a nuestra sumisión. Al someternos a la colectividad, en efecto, ejercemos nuestro poder colectivo, y al detentarlo como individuos, es para obedecer a los demás y así realizar el poder colectivamente. Esto es lo que el EZLN resume con su fórmula del “mandar obedeciendo”

 Y es que ese “mandar obedeciendo” es una forma de expresar el ANTIPODER que practican sus comunidades

 No hay síntesis definitiva precisamente porque hay diálogo asambleario en el que los opuestos no dejan de aparecer y tomar la voz de nosotros y de ustedes. Y, sin embargo, si hay voz, es para buscar un acuerdo, un consenso, es decir, una resolución de la oposición dialéctica en el nosotros en el que nos encontramos con ustedes. Por ejemplo, en el fundamento mismo de todo esto, unos y otros nos convencemos de que debemos obedecernos para tener derecho a mandar, y al empezar a mandar al obedecer, comprendemos que mandamos precisamente porque detrás de nosotros están aquellos a los que obedecemos, aquellos que en realidad ni siquiera son diferentes de nosotros, sino que son lo mismo que somos nosotros, nosotros, los que sólo al obedecernos podemos ejercer el poder sin padecerlo.

El ejercicio de poder, tal como se lo representa el EZLN, está paradójicamente destinado a neutralizar el poder, a desprenderse de él, a soltarlo, a dejar que pase a través de uno sin tomarlo. El poder tiene aquí una estructura intrínsecamente dialéctica: detentado a cada instante por quien instantáneamente acepta renunciar a él, se ejerce al perderse y sólo es de uno al ser del otro, de nosotros, ya que sólo se posee cuando se comparte, sólo pudiendo ser poseído por el único sujeto concreto y efectivo que existe, el colectivo, el nosotros. Este sujeto es el que debe manifestarse, expresarse y escucharse, a través de quien sabe mandar obedeciendo. La autoridad indígena existe así verdaderamente para estar al servicio de la comunidad, para cuidarla y atenderla, para ocuparse de sus asuntos y permitirle relacionarse consigo misma.

 Aunque el texto esté escrito por dos reconocidos psicólogos, y se centra en cuestiones relacionadas con la psicología, no pensemos que nos vamos a encontrar con un texto académico con planteamiento clásicos, porque tal y como comentan los autores

 (…) Entidades contradictorias como la tierna furia son inconcebibles para la psicología dominante por lo mismo que los descubridores y conquistadores de Abya Yala, como lo vimos en un principio, no podían concebir a un indígena que fuera simultáneamente civilizado y rebelde, pacífico y valeroso, tierno y furioso, es decir, como un arahuaco y como un caníbal, como Ariel y como Calibán. El pensamiento occidental suele tener dificultades para concebir la contradicción porque tiende a ser un pensamiento de la identidad.

(…) ¿Cómo hacerle comprender al psicólogo que la tierna furia y la digna rabia del EZLN son manifestaciones incuestionables de una economía afectiva diferente de la que se manifiesta en la violencia del capitalismo, una violencia indigna, baja y mezquina, pero también despiadada, terrorífica y devastadora? ¿Cómo explicarle al mismo psicólogo que esta violencia del sistema capitalista es la que se ha desatado contra una colectividad indígena que sólo vive al morir y cuya tierna furia se ha proyectado ahora, con los zapatistas, en sombras encapuchadas? ¿Cómo explicarle a nuestro psicólogo, en otras palabras, que su famoso individuo, con todos sus atributos y procesos psicológicos, no es en realidad más que la sombra del sentimiento de un ente colectivo que vive mientras muere desde hace quinientos años?

 Y, como remacha Ian Parker en el Epílogo:

 Lo que se encuentra en este libro no es psicología. ¿Cómo podría ser? Es más bien un antídoto contra la psicología. Los psicozapatismos dan voz a modalidades múltiples de subjetividad: aquellas que escapan a la razón colonial, aquellas que hablan de lo más fantástico de nuestras vidas inconscientes y aquellas que llevan la historia a un camino diferente de aquel al que nos ha conducido la psicología moderna.

 

 Quizá una forma adecuada de poner fin a este reconocimiento y agradecimiento al zapatismo con la excusa de su 29 levantamiento sea utilizar las palabras de uno de los poemas escritos por la Bases de Apoyo Zapatistas, recogidos posteriormente en el libro Los latidos del corazón nunca callan. Poesías y canciones rebeldes zapatistas”, que en sus versos recoge buena parte de ese sentipensar zapatista que tanto alimento y nutriente nos aporta.

 

Organización y autonomía.

 

Organización, guerrera del pueblo,

autonomía, corazón del pueblo,

montañas, plantaron guerrilleros hechos de tiempo y vida

son astros, rostros cubiertos de paliacates rojos

y negro pasamontañas.

 

Oh, valientes compañeros, caminan entre el viento

y el pensamiento

con las banderas sus corazones cobijaron

y abrazaron a la patria herida

se alimentaron del hambre,

los pueblos sus espejos donde contemplan nuevos mundos,

voz de fuego, ensanchan sus gargantas y abren la palabra prohibida.

 

Cargaron nuestros muertos en que nacimos,

memoria alma en que vivimos,

noche de muerte, abre tus puertas porque van entrando

los siete guerrilleros zapatistas,

ardientes profetas, despertándose en pueblos.

 

Organización, guerrera del pueblo,

autonomía, corazón del pueblo,

buenas noches oscura historia, te saluda la autonomía zapatista

esta flor cuando sus pétalos abre,

ilumina el alabastro y el horizonte

y los pueblos caminan porque ya es el amanecer de los pueblos,

el momento repetido de la luz por la vida,

la hora en que arrancan sus derechos,

la hora de la reivindicación de los pueblos zapatistas,

ahora, en esta hora en que los pueblos zapatistas,

movidos por los impulsos humanos ancestrales,

la rebeldía y la resistencia con el corazón

y puños calientes de construir la unidad,

por cultivar en la práctica sus derechos a la vida en comunidad,

estos pueblos zapatistas han comenzado

a escribir su propia historia,

un mundo radiante porque juntas y juntos cantan la victoria.

 

Organización, guerrera del pueblo,

autonomía, corazón del pueblo,

estos pueblos zapatistas siembran la base de la vida,

edifican Municipios Autónomos, llueven las manos juntas,

trabajos colectivos son pan, amor del corazón,

salud es primavera amanecer la educación, mujer y hombre,

pies caminando la revolución.

 

En el rocío, brotó el caracol, esplendor del sol,

suave como pétalo de girasol

Oh, aurora adorada en ti, las Juntas de Buen Gobierno tienen

su morada velando la libertad del pueblo.

 

La mujer dorada, manos soñadoras tejiendo su libertad amada,

¡oh mujer zapatista!, eres una estrella,

cuya dignidad encendida grita en tu cielo ¡humanidad!

 

Organización, guerrera del pueblo,

autonomía, corazón del pueblo,

los pueblos zapatistas, hacen con manos libres maravillas,

rebeldía el sueño en tu puño lo llevas al otro lado de la noche

donde el sol ilumina el pan común.

 

En el cielo, todas las banderas en el mundo somos uno,

siendo muchos mundos.

 

Oh, hermosa organización, eres la gran madre,

cuya ternura te mantiene en vela

al pie de la cuna de tu hermosa hija la autonomía.

 

Sagrada tierra, madre de la vida tu hija la autonomía,

buenas noches oscura historia, abre tus puertas

porque va entrando la autonomía zapatista

pueblos encendidos en el amanecer, de la democracia,

de la justicia y la libertad.

 

 Bihotz-bihotzez zorionak eta mila eZker compas!!

 

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