domingo, 8 de enero de 2023

KIMUA (I): Hacia un nuevo paradigma revolucionario

 


Kimua es una de las últimas propuestas revolucionarias que se han presentado para Euskal Herria, y desde entonces ha desarrollado una gran actividad en la generación de textos, debates, jornadas de formación y presentaciones en pueblos y ciudades. Hay muchas cosas de Kimua que nos gustan bastante, aunque tenemos serias discrepancias con algunas otras, especialmente en lo que respecta a algunas cuestiones relacionadas con la ética revolucionaria y la forma de organización. Analicemos sus propuestas.

 

Kimua se presentó públicamente en junio pasado (2022) y lo hizo además de la mano de un texto de más de 200 páginas que presentaban con las siguientes palabras:

 El texto que tienes entre manos sirve de presentación en el escenario político de Euskal Herria de la línea ideológica que en adelante se conocerá como “Kimua”. Por medio de esta publicación invitamos a todas aquellas organizaciones o personas individuales que pudieran mostrar interés en nuestra propuesta a ponerse en contacto con nosotras.

En cuanto a la estructura del librog, ésta cuenta de tres partes. En primer lugar, a modo de introducción breve, encontraréis la presentación de Kimua, junto con una serie de reflexiones en relación a la construcción del nuevo paradigma revolucionario. A continuación, está la propuesta política que hacemos llegar a Euskal Herria, y por último, el desarrollo de las bases teóricas que sostienen la propuesta política.

 Luego comentaremos el texto, pero sigamos narrando el desarrollo de Kimua en estos meses. Para comenzar, a los pocos días de la presentación pública, desarrollaban una Academia revolucionaria de verano, que tuvo lugar a mediados de julio en Behorlegi (Baja Navarra), en donde durante cinco días abordaban un apretado programa que recogía cuestiones como Sistema de dominación; Patriarcado; Categorías del Capital; Colonialismo y cuestión nacional; Ecología política; Ética militante, y, finalmente, su propuesta política.

 Desde entonces también han trabajado una notable presencia en medios como en Argia, en Hordago / El Salto, Contracultura, o en su propia página web (donde se pueden encontrar en euskera y en castellano), así como en las redes sociales. Algunos de esos artículos, abordan otras cuestiones más actuales, o desarrollan aspectos no tan concretados en su texto inicial. Dada su importancia, los comentaremos en la II parte de nuestro análisis sobre la propuesta Kimua.

 A todo ello le han sumado también un amplio ciclo de presentaciones de la propuesta, que entre finales de septiembre y mediados de diciembre han llevado a cabo en Donostia, Gasteiz, Otxantegi, Baiona, Iruñea, Oñate, Murgia, Galdakao, Laudio y Bilbo. Ahora, para el próximo 21 de enero en Gasteiz anuncian unas Jornadas Políticas en torno a temas como la despatriarcalización de los hombres y la vanguardia de las mujeres, cuestión nacional y el movimiento popular ante la apertura de un nuevo ciclo político.

 Pero vayamos sin más demora a comentar el texto inicial de Kimua, tarea que hemos dividido en estos 5 apartados:

  • Sus orígenes y el análisis sobre las propuestas revolucionarias vascas actuales
  • Novedades que introduce Kimua con respecto a los movimientos revolucionarios clásicos
  • Cuestiones que nos gustan mucho de la propuesta de Kimua
  • Algunas ausencias en el texto
  • Nuestras profundas discrepancias: el occidentalcentralismo, la asunción del centralismo democrático y el vanguardismo elitista

 

 1.- Sus orígenes y el análisis sobre las propuestas revolucionarias vascas actuales

 Lo primero que nos ha llamado poderosamente la atención al leer el texto de Kimua es lo de “nuevo”… porque buena parte del texto lo conocíamos ya, al haberlo leído, en no pocos párrafos literalmente palabra por palabra, a lo largo de los diversos textos escritos por Hauspoa que ya hemos comentado. No es que se trate de plagio alguno, personas de las que hoy en día impulsan Kimua tomaron parte en su momento en los debates que dieron lugar a los textos de Hauspoa; además, ésta ya dejaba claro al final de sus textos que:

 (…) en la medida en que el recorrido del Hauspoa termina aquí, todo aquel que en adelante comparta bases y principios revolucionarios puede recurrir a la integridad de dichos textos o a los apartados que le interesen.

 Aún así, sin saberlo a ciencia cierta, nos da la impresión de que cada uno de los textos está elaborado por una generación distinta de una misma corriente política. Lo decimos porque mientras el de Hauspoa dedica varios capítulos a analizar la historia de Euskal Herria, de su lucha de clases y de la del MLNV, estas cuestiones no aparecen prácticamente en el texto de Kimua. Por el contrario, en el texto de Kimua podemos encontrar un breve análisis de las actuales propuestas revolucionarias en Euskal Herria, que no aparece en el de Hauspoa. En cualquier caso, ambas sí que comparten un mismo tono constructivo, dialogante y de respeto por la historia y las propuestas revolucionarias. Así, Kimua, desde el principio del texto deja claro que:

 Volviendo a Euskal Herria, muchas militantes, a través de diferentes líneas estratégicas, están mostrando la disposición y determinación para darle una respuesta revolucionaria a la situación actual. A todas ellas nuestro más sincero respeto y consideración. Sin embargo, y tal y como explicaremos a continuación, creemos que aún quedan numerosas sendas por las que transitar en el paisaje revolucionario y que sin duda queda espacio para nuevas propuestas que nadie parece estar implementando. Ese es el sentido que motiva nuestra propuesta. En nuestra opinión, existe en Euskal Herria, pero también en Europa y a nivel mundial, una oportunidad histórica para construir un nuevo paradigma revolucionario que dé una salida a la situación crítica que vive la humanidad.

 Su comentario sobre las propuestas revolucionarias en la actualidad abarca desde el “espacio político liderado por Sortu”, de quien opina que “ha dejado de lado la perspectiva revolucionaria y que ha hecho del institucionalismo y el reformismo sus principales ejes políticos”, pero aportando el matiz (a nuestro entender, acertado) de que “dado su recorrido histórico y la base social con la que cuenta, no se le puede simplemente borrar del mapa

 Sobre el Movimiento o Ildo socialista (GKS, IA, Kontseilu Sozialista, Itaia, Ge-
dar, Erraki, Ekida...) opina que es un espacio “que trata de reconstruir el originario proyecto comunista revolucionario, acudiendo para ello a los fundamentos del marxismo. Partiendo de una propuesta estratégica clara en torno al concepto del “Partido Comunista” y que “Por el momento, se trata del espacio que más ha avanzado a la hora de lograr la hegemonía dentro del panorama revolucionario”. En la parte crítica de su análisis sobre el Mugimendu Sozialista, opina que:

 (…)  en nuestra opinión, siguen reproduciendo muchas de las carencias históricas que ha mostrado la izquierda revolucionaria, entre ellas la compresión excesivamente racional y reduccionista del sujeto-persona, eludiendo otras dimensiones del ser humano igualmente relevantes (emociones, alienación psicológico-ideológica, espiritualidad...). A través de esa perspectiva, no parece que le concedan la relevancia necesaria a cuestiones como la micropolítica: el trabajo en torno al ego o la masculinidad, la transformación revolucionaria de la personalidad, las formas de comunicarse tanto entre militantes como con agentes externos... También percibimos diferencias notables a la hora de interpretar las relaciones de género y la vigencia del patriarcado, en tanto que entendemos que el patriarcado sigue estando aún vigente como pilar fundamental del Sistema de la Dominación. Además de todo ello, su proyecto político y modelo organizativo se caracteriza, en nuestra opinión, por un exceso de verticalismo y en ocasiones también de autoritarismo.

 La tercera propuesta revolucionaria que analiza es la de Jarki-Jardun, sobre la que señala que es el espacio “que está tratando de recuperar la tradición revolucionaria del Movimiento de Liberación Nacional Vasco”, y aunque admiten que es la propuesta que menos conocen, consideran que su planteamiento “cuenta con numerosas virtudes y puede que en el futuro existan posibilidades para el trabajo en común”. No obstante, entienden “que los pilares fundamentales de su apuesta estratégica se encuentran agotados en la coyuntura actual y requerirían de una revisión y reconstrucción en profundidad”.

 

 

2.- Novedades que introduce Kimua con respecto a los movimientos revolucionarios clásicos

 Finalmente en su, frecuentemente poco ortodoxo o clásico análisis (lo cual es muy de agradecer) sobre propuestas revolucionarias, incluye, a nuestro entender de forma acertada, a algunas expresiones del movimiento feminista, de quien reconocen que se alimentan:

 Además de estas tres expresiones organizativas, nos gustaría mencionar al movimiento feminista, que en la actualidad cuenta en Euskal Herria con una fuerza relevante. La heterogeneidad que lo caracteriza hace que numerosas corrientes confluyan en él, virtud que a su vez dificulta la adopción de una estrategia revolucionaria, así como el avance como movimiento en esa dirección. En cualquier caso, creemos que algunas de las corrientes que trabajan en su interior lo hacen en una dirección adecuada y presentan un gran potencial revolucionario. De hecho, nuestra propia existencia (la de la propuesta Kimua), no sería posible si no fuera por el recorrido que muchas de nosotras hemos hecho dentro del movimiento feminista. Además de ello, algunas de las aportaciones más relevantes que han atravesado el panorama político durante la última década han venido de la mano de la lucha feminista. La que ha venido a conocerse como cuarta ola dentro de la lucha histórica contra el patriarcado, ha puesto de nuevo sobre la mesa cuestiones que tienden a caer en el olvido con demasiada facilidad. También otras muchas de carácter más novedoso, que requieren de un trabajo en mayor profundidad para todas. Por todo ello, al igual que los anteriores, éste también es un espacio político a tener en cuenta.

 Otra importante novedad que incluye Kimua con respecto a Hauspoa es la inclusión en sus análisis de cuestiones actuales que raramente se contemplan en la mayoría de las propuestas revolucionarias que existen para Euskal Herria. Por ejemplo, en el ámbito de las referencias revolucionarias, las luchas del Confederalismo Democrático kurdo y del Movimiento Zapatista o el MST brasileño, aunque esa referencialidad (que creemos que tiene numerosísimas aportaciones) se limite a la cuestión de la ética revolucionaria:

 Ciertamente, a lo largo de la historia la cuestión de la ética ha tenido gran relevancia en numerosos procesos revolucionarios. En la revolución de Rusia y de Cuba, por ejemplo, se dieron interesantes debates sobre la forma y contenido que debía de tomar la vida comunista, así como en relación al comportamiento y rasgos que debían de caracterizar a los cuadros políticos. De igual modo, en Kurdistán (PKK), Brasil (MST) o México (EZLN) se ha profundizado mucho en torno a la ética y a la militancia revolucionaria.

 Pero también cita otras cuestiones un tanto olvidadas por el resto de propuestas, como puedan ser las luchas LGTBI, las cuestiones relacionadas con el ecologismo político o, como ya hemos comentado, el patriarcado; es más, al análisis del patriarcado como pilar del sistema de dominación le dedica todo un amplio capítulo. De hecho, lo que denominar los ejes que les sirven de referencia para la construcción de su propuesta de paradigma revolucionario son:

 -La dominación como totalidad. Comprender la dominación como proceso histórico complejo que ha de entenderse de forma integral (no parcializado, ni escindido). Siendo en la actualidad centrales las categorías del capital, las categorías que le preceden (por ejemplo, aquellas que estructuran el patriarcado o el colonialismo), son aún hoy parte indisoluble del Sistema de Dominación, por lo que resultan esenciales a la hora de comprender el funcionamiento de la dominación en su totalidad. Además de ello, creemos preciso subrayar que junto con las bases materiales de la dominación, hemos de comprender también la importancia de la mentalidad dominante, así como la relación existente entre esas dos dimensiones que configuran la dominación en su conjunto.

-Patriarcado. Dentro del punto anterior el patriarcado tiene una importancia esencial. Es fundamental comprender la estructuración y funcionamiento del patriarcado, así como el papel que juega en el seno de la dominación a día de hoy. Del mismo modo, es imprescindible trasladar todas las implicaciones que se deriven de ese análisis del patriarcado a la teoría política, la forma organizativa y la personalidad y modelomilitante.

-Colonialidad y cuestión nacional. Profundizar en el pensamiento descolonial, y de la mano de esa profundización, reconstruir el lugar que ha de ocupar la cuestión nacional y abertzale en el proyecto revolucionario.

-Verdad y ciencia revolucionarias. Lo que el sistema actual nos vende como “verdad científica” está atravesada por la ciencia burguesa y construida a través de la perspectiva positivista. Ante ello, debemos reflexionar sobre la verdad y el método para aproximarnos a ella y profundizar en la expresión revolucionaria que todo ello pueda mostrar.

-Ecología política. Comprender las variables biofísicas que nos rodean y forman parte de nuestra existencia e incorporarlas en el centro del paradigma revolucionario.

-Estado. Profundizar en la comprensión del Estado y reformular la función estratégica que ha de cumplir en el proceso revolucionario para que pueda realmente ser superado. Ligado a ello, reformular la relación entre reforma y revolución, así como entre táctica y estrategia, de modo que sea posible la superación de la perspectiva etapista.

-Categorías políticas. Establecer las categorías estratégicas del proyecto político emancipador: la Vida Libre como objetivo estratégico; el socialismo como principio fundamental, entendido como herramienta para el impulso de la colectivización, la autoorganización y la reconstrucción de la comunidad; la confederación de comunas como sistema político; el pueblo trabajador y en general las clases desposeídas como base del proceso revolucionario; la dirigencia del proceso revolucionario en manos de las mujeres...

-Ética revolucionaria y modelo de organización. Repensar el modelo organizativo revolucionario, para lo que consideramos que son claves los siguientes elementos: organización de cuadros, marcos autónomos no mixtos, ética revolucionaria, modelo de formación militante integral, centralismo democrático, crítica-autocrítica... A la hora de analizar y reformular el modelo organizativo partimos de distintos referentes; comenzando por las diferentes tradiciones organizativas que se han dado en Euskal Herria, hasta los numerosos referentes prácticos y reales que observamos a lo largo del mundo. Como ejemplos de estos últimos, tenemos el Movimiento de Liberación del Kurdistan o los diversos movimientos emancipatorios que durante las últimas décadas se han extendidopor Abya Yala.

 Si nos detenemos en estas cuestiones y no otras es porque, insistimos, buena parte del texto es idéntico al de Hauspoa que ya comentamos (y al que por ello os remitimos). A veces solo cambia la forma de denominar los conceptos. Así, lo que Hauspoa denomina Comunismo, en Kimua se denomina Vida Libre; el Contrapoder Socialista de Hauspoa es el Poder popular de Kimua, y la Independentzia Socialista de Hauspoa es similar en mucho a la Independentizaren adierazpen komunala de Kimua.

 

 

 3.- Cuestiones que nos gustan mucho de la propuesta de Kimua

 Compartimos en su totalidad ese concepto de Vida Libre que Kimua define como el horizonte estratégico que contempla:

 Ante semejante panorama, creemos necesario identificar forma clara un objetivo estratégico que guíe nuestro proyecto político; esto es, establecer un horizonte nítido que guíe nuestros pasos más allá de las respuestas que pudiéramos dar de forma inmediata. Sin esa determinación, la desorientación y la confusión se impondrán frente al caos material e ideológico que genera continuamente el capitalismo. Por lo tanto, el establecimiento de un horizonte estratégico es una condición indispensable en toda praxis revolucionaria.

Para nosotras, ese horizonte estratégico ha de contemplar la superación de toda dominación, de modo que posibilite la construcción de una sociedad libre e igualitaria en ausencia de toda distinción de clase, incluidas las de género y raza. Y para ello, hemos de ir a la raíz de la dominación: la propiedad privada y la mentalidad dominante que la acompaña, que en nuestro caso está compuesta por el pensamiento liberal-burgués, patriarcal y racista. Sólo a partir de la superación de todo ello seremos capaces de alumbrar una forma de organizar y desarrollar la vida en la que la existencia humana se exprese a través de la igualdad y la libertad, sin ningún tipo de dominación. Esa forma potencial que puede mostrar la existencia humana es la Vida Libre.

En ese sentido, nosotras entendemos la Vida Libre como capacidad social; como la capacidad que muestra un grupo humano para organizar la totalidad del proceso de vida sin la mediación de la propiedad privada y libre de la mentalidad dominante. Una síntesis social en la que el mantenimiento de la cohesión, el contacto y la relación de las personas que la integran sea posible sin la mediación de la mercancía, ni ninguna otra forma de apropiación ni alienación. Una síntesis social en la que las relaciones se construyan en base al cuidado y el apoyo mutuo, y la vida y existencia comunales se desarrollen en el seno de la comuna o comunidad. Además de esa expresión de libertad en el seno de la propia sociedad, esa nueva socialización debería ser capaz de vincularse con otras formas de vida en base a una lógica del respeto, así como de equilibrar y enriquecer los ciclos de la materia y la energía. Detener la tendencia histórica del ser humano a generar crisis ecológicas a su paso, y lograr que las capas de realidad que producimos lo seres humanos sean fuente de belleza y diversidad, no de muerte y destrucción.

 Nos sentimos muy cercanas también a su idea del sistema de comunas definido así:

 Entendemos la Comuna como el punto de partida y pilar fundamental del proceso revolucionario, como la unidad básica que permitirá a la clase desposeída organizarse de una manera cada vez más cualificada. A día de hoy resulta complicado visualizar cómo sería un sistema de comunas en Euskal Herria, por ello, entendemos que en la fase actual se trata más bien de poner en marcha el germen de lo que en un futuro pudieran convertirse en la Comuna revolucionaria. Hablamos de redes de apoyo mutuo, autodefensa laboral, asambleas de barrio o de pueblo... Estos incipientes espacios colectivos, desde una perspectiva local y de arraigo en pueblos y barrios, debieran de trabajar por la mejora inmediata de las condiciones de vida de las clases populares (vivienda, alimentación, derechos de las mujeres, condiciones laborales...). Por su parte, al mismo tiempo, más allá de la lógica de la dominación, estos espacios deberían de ir desarrollando fórmulas de producción y reproducción de la vida más allá del valor y el trabajo asalariado.

Espacios libres en los que poner en marcha experiencias de socialización y producción basadas en la colectivización y los cuidados. En ese sentido, la despatriarcalización debería de establecerse como línea de trabajo estratégica: colectivizar los trabajos reproductivos, deconstruir las actitudes machista y patriarcales de los hombres, equilibrar las relaciones de poder... Y para ello, vemos imprescindible la existencia de marcos de organización no mixtos, que, aún estando integradas en esas redes, tengan un carácter autónomo.

Al fin y al cabo, la consecución de un nuevo orden social no se deriva automáticamente de la colectivización de los medios de producción; requiere también de la transformación consciente y política de todo el conjunto de variables simbólicas y culturales que el Sistema de la Dominación ha imprimido en cada una de nosotras. Es por ello que deberíamos de ser capaces también de dar una respuesta a la miseria emocional que se impone en el capitalismo, superar la mentalidad dominante y en su lugar avanzar en el desarrollo de una ética y cultura revolucionarias.

 Así como la forma de entender su desarrollo:

 Del mismo modo, las comunas deberán de ser capaces de crear una base social cada vez más amplia y asegurar su arraigo a nivel local y comarcal; estamos hablando de un proceso que tiene por objetivo la transformación de toda la sociedad, no de crear alternativas aisladas fuera de la misma. Es por ello que las comunas deberán de ser capaces de compatibilizar la existencia de diferentes niveles de compromiso e implicación, así como de conectar y tejer complicidades con aquellas capas de la población que aún no participen de las mismas. Igualmente, debiera de ser también una prioridad ir tejiendo alianzas con aquellos movimientos de fuera de Euskal Herria con los que compartamos perspectiva estratégica, trabajando para que los avances que logremos en Euskal Herria se produzcan dentro de un proceso más amplio de lucha internacionalista.

 También compartimos algunos de sus análisis sobre la sociedad agraria tradicional y sobre la realidad de las diversas expresiones lingüísticas que conviven en la Euskal Herria de hoy (buena parte de ello también se halla presente en los textos de Hauspoa):

 Además, en la implementación de esa ética revolucionaria la euskaldunización y la cultura vasca deberán de ser un eje fundamental. Recuperar las tradiciones de la folklorización y la mercantilización a las que han sido sometidas en las últimas décadas, actualizarlas y convertirlas en pilar fundamental del nuevo modelo de sociedad. En ese sentido, la sociedad agraria tradicional (baserritarra), que tanto ha sufrido esa folklorización y que aún hoy ocupa un lugar destacado en la memoria colectiva de Euskal Herria, debiera de servirnos como fuente de inspiración, sólo en relación a aquellas expresiones de la Vida Libre que sobrevivieran en su interior: el auzolan, la economía natural, las propiedades comunales, los espacios de decisión democrático-comunales (concejos y batzarres), la comunidad...

Al mismo tiempo, hemos de entender que en la actualidad existen en los territorios que conforman Euskal Herria expresiones lingüísticas y culturales que difieren de la cultura euskaldún. Fruto de la combinación de diversos orígenes (árabes, latinos, africanos negros, andaluces, gitanos, chinos...) y creencias (musulmanas, ortodoxas, católicas, evangelistas, ateas...) esas comunidades han de tener su lugar en el proceso de liberación nacional. Sin dejar de lado el proceso de euskaldunización y el euskera como eje vertebrador del proceso revolucionario en Euskal Herria, creemos que el proceso de liberación nacional ha de contemplar la realidad multicultural existente en la actualidad e integrarla en el marco de la lucha abertzale

 Nos parece importante que se tengan en cuenta los análisis de la llamada ecología política, y que, desde esta perspectiva, se dediquen en el texto párrafos sobre las coordenadas revolucionarias en relación a la civilización y a las formas complejas de organización social, en relación a la existencia humana; en relación al proceso general de la vida, y en relación a la materia y la energía

 Nos gusta ver en una propuesta revolucionaria que no todo sean verdades incuestionables (prácticamente dogmas de fe), y que se reconozca y señalen dudas, incertidumbres o incógnitas por resolver, como hace Kimua en este ejemplo:

 (…) deberíamos de tratar de clarificar el papel que jugaría el género en el Sistema de Comunas de Euskal Herria que presentamos en nuestra propuesta política. Esas comunas deberán de articularse de tal modo que se evite una división del trabajo en base a la lógica de la dominación y hay que investigar cómo se puede asegurar dicha articulación emancipada: ¿Cómo se distribuirán los trabajos? ¿En base a qué criterios? ¿Cómo se evitarán la aparición y reproducción de relaciones basadas en la apropiación, la explotación y la dominación? ¿Cómo se gestionará la producción? ¿Cómo se gestionarán los excedentes, en el caso de que los hubiera? ¿Serán necesarias comunas autónomas no mixtas?

(…) Por lo tanto, es fundamental comenzar a profundizar en esta cuestión: ¿Cómo nacerán las hijas en la Vida Libre? ¿Y en el Sistema de Comunas que fuera abriendo el camino hacia la Vida Libre? ¿Cómo se aseguraría la supervivencia de la comunidad? ¿Cómo garantizaremos que no se producirá la subordinación de los cuerpos capaces de parir? ¿Existirá una distinción cultural entre los cuerpos que paren y los que no? ¿Debería de existir el género, debería de desaparecer o habría que construir nuevos géneros? ¿Y qué sucedería con la familia? ¿Habría que reformular la institución familiar o hacerla desaparecer? ¿Quién garantizará la crianza de las niñas? ¿Cómo? En relación con la reproducción biológica, hay quien señala que se trata de un proceso que se irá automatizando cada vez más y que a partir de un momento el desarrollo tecnológico permitiría “producir” cuerpos artificialmente fuera del útero humano (ectogénesis). ¿Qué lectura tiene esa posibilidad desde un punto de vista revolucionario? ¿Qué implicaciones (si las tuviera) tendría en la superación de la división sexo-género patriarcal?

(…) El desarrollo de todas estas líneas de investigación es una tarea en la que avanzaremos poco a poco, pero que nos permitirá dar con aquellos fragmentos de verdad y de conocimiento que servirán de guía para la construcción de la vida libre. Mientras tanto, más allá de ofrecer respuestas finales e incuestionables, nuestra labor revolucionaria consiste en lograr formular las preguntas correctas y comenzar a buscar las posibles respuestas

 

 

 4.- Algunas ausencias en el texto

 Mientras, como ya hemos dicho, compartimos completamente la importancia y el desarrollo analítico con que cuenta el patriarcado en el texto, echamos de menos que algo parecido se haga con la racialización y la colonización, que aunque se incluye en el texto, habitualmente queda algo relegada en el análisis:

 En lo que respecta a Euskal Herria, la oligarquía vasca está alineada al menos desde el final de la Edad Media con el proyecto imperialista español y tuvo una participación muy relevante en la colonización de Abya Yala. Fueron unos vascos los que desembarcaron la forma más avanzada del Sistema de la Dominación en aquellas tierras. Siguiendo a esa tradición, como territorio situado en el centro imperialista, nuestro tejido productivo capitalista (incluidas las trabajadoras que se encuentran insertas en él) parte siempre desde esa posición imperialista a la competencia capitalista mundial. Con todo ello, cada vez son más las migrantes que vienen a nuestras tierras desde los pueblos que las europeas hemos colonizado y saqueado durante siglos. Ni qué decir tiene que en la sociedad actual todas esas compañeras racializadas bajo ningún concepto se encuentran en la misma posición que el resto de compañeras blancas de la clase trabajadora. De forma similar a lo que sucedía con el patriarcado, el racismo y el pensamiento colonial atraviesan de arriba a abajo la sociedad vasca, dejando a nuestras compañeras racializadas en una situación mucho más precaria que las vascas no racializadas o blancas; tanto en lo que se refiere a la lógica capital-trabajo, como a la hora de sufrir otro tipo de violencias que desde el punto de la acumulación de capital pudieran parecer irracionales. Pues bien, como hemos subrayado anteriormente, la principal oportunidad que tiene Euskal Herria para hacer frente a su deriva imperialista es precisamente mediante la incorporación de esas capas de población racializadas a la lucha abertzale. Ahí reside una de las claves para la supervivencia del carácter abertzale de Euskal Herria.

 Algo similar, a un nivel muy distinto, sucede con la espiritualidad y las emociones, masivamente ignoradas por los textos revolucionarios clásicos (muy distintos en ellos a, por ejemplo, el zapatismo). Kimua no lo aborda directamente, pero abre camino a ello:

 En relación a esa historia evolutiva, incluso la forma de pensamiento más desarrollada que podemos observar en los humanos no se puede entender únicamente desde la pura racionalidad. Al fin y al cabo, nunca hemos dejado de ser animales y nuestro pensamiento contiene numerosas expresiones primarias en las que nuestro comportamiento se expresa a través de conductas de tipo irracional o emocional. Por lo tanto, a la hora de analizar el pensamiento humano, es imprescindible tener en consideración tanto la dimensión más consciente y racional, como la inconsciente o subconsciente.

 

 

5.- Nuestras profundas discrepancias: el occidentalcentralismo, la asunción del centralismo democrático y el vanguardismo elitista

 A estas alturas muchas os estaréis preguntando que, con tanto párrafo halagador que vertemos sobre la propuesta de Kimua ¿dónde están nuestras discrepancia? A decir verdad, las hemos hallado muy al final del texto, lo que nos ha supuesto un gran jarro de agua fría en torno a una propuesta que nos estaba encantado. Vayamos a ellas, porque, además, son de calado.

 Comenzando por una que es común a la mayoría de las propuestas revolucionarias actuales presentadas en Euskal Herria y que en Kimua desgraciadamente también observamos: un cierto occidentalcentrismo. Con este palabro lo que queremos decir es que la mayoría de las propuestas hacen una lectura de coyuntura que coincide en que es en este momento cuando se dan las “condiciones objetivas”

 (…) queda claro que la crisis que en la actualidad padece el Sistema de la Dominación es la más importante que ha conocido durante de las últimas décadas. Y no sólo en Euskal Herria, el estado francés o español, o a nivel europeo. Ya nadie puede negar que nos encontramos ante una crisis social, política, económica y ecológica de dimensiones mundiales. Pues bien, en todas esas contradicciones, y en las luchas de resistencia que surgen de ellas, es donde encontraremos la lumbre que prenderá e iluminará la vía revolucionaria.

 Tres cuartas partes del planeta sonreirían con ironía al ver cómo en “occidente” descubrimos ahora los estragos más graves de una crisis social, política, económica y ecológica que ellas llevan padeciendo décadas, en buena parte como consecuencia directa de nuestra explotación, esa que ha posibilitado eso que llaman “estado de bienestar”, y como consecuencia del cual en este “occidente” la mayor parte de la población no ha percibido hasta ahora la crudeza de esas crisis y los efectos devastadores que ha tenido y tiene desde largo en millones de personas y extensísimas latitudes. Y, lo que es más grave, porque vuelve a demostrar nuestro egoísmo y prepotencia: tan solo ahora que descubrimos las crisis en nuestras propias carnes es cuando nos ponemos a idear posibles revoluciones (el “malestar” del resto por nuestro “bienestar” nos ha importado un comino hasta el momento). Más aún, de refilón en las propuestas revolucionarias hay un cierto tufillo indirecto de que “nosotras sí que vamos a conseguir la revolución que se necesita”. Probablemente esas otras tres cuartas partes del planeta (y el planeta mismo en su totalidad natural) pensarán que la gran revolución que podríamos llevar a cabo es acabar con nuestro modelo civilizatorio basado en su explotación a todos los niveles. Las crisis y los colapsos no las provocan elles, sino nosotres.

 Pero, más allá de esta cuestión central, como ya decimos presente en prácticamente todas las propuestas revolucionarias actuales (tal vez Herribiltza sea una excepción al respecto), la desagradable sorpresa la hemos encontrado en el último capítulo del texto, ése que además tiene un título de lo más sugerente: Ética revolucionaria y organización.

 El primer aviso de lo que estaba por venir lo encontramos cuando tras señalar los valores que debieran ocupar un lugar central en un código ético revolucionario (Compañerismo y cuidados; Humildad; Disciplina; (Auto) crítica; Iraultzapoza; Creatividad; Paciencia, y Polivalencia/formación integral), el texto de Kimua añade:

 (…) en nuestra opinión existe una única herramienta que permite garantizar la implementación más genuina y radical de la ética revolucionaria: nos referimos a la organización de cuadros revolucionaria. Solo en su seno se puede lograr el grado de compromiso y disciplina necesarios para llevar a término todo lo que exige un proceso de este tipo. Además, solo en el marco de una organización revolucionaria se puede garantizar la formación integral de la militante revolucionaria; aquella que más allá de la formación teórica, es capaz de construir la personalidad revolucionaria.

 Vamos a ser un poco maniqueas para que se nos entienda. Veamos qué sucede si en ese párrafo el concepto revolución es cambiado por el de militarismo:

 (…) en nuestra opinión existe una única herramienta que permite garantizar la implementación más genuina y radical de la ética militarista: nos referimos a la organización de cuadros militares (el ejército). Solo en su seno se puede lograr el grado de compromiso y disciplina necesarios para llevar a término todo lo que exige un proceso de este tipo. Además, solo en el marco de una organización militar  se puede garantizar la formación integral de la militante militarista; aquella que más allá de la formación teórica, es capaz de construir la personalidad militarizada.

 No nos ilusionan en absoluto (siendo suaves) procesos revolucionarios así gestados, donde un “cuerpo especial”, separado de las sociedades, de las poblaciones, con una ética distinta y propia sea la única herramienta que permite garantizar la implementación (…) para llevar a término todo lo que exige un proceso de este tipo. Podríamos alargarnos mucho en torno a esta importante cuestión, pero creemos que el ejemplo puesto (que podría ser sustituido también por, por ejemplo, la Academia de Arkaute) señala suficientemente las críticas de fondo a la cuestión.

 Pero es que, casi a renglón seguido, cuando señala los cuatro elementos que quiere destacar en cuanto a pilares organizativos, nos encontramos con que el primero es ni más ni menos que el Centralismo democrático. Al abordar esta cuestión nos encontramos con unos primeros párrafos demoledores:

 Centralismo democrático.

En nuestra opinión toda organización revolucionaria requiere de un centro o espacio de toma de decisiones central. El proceso revolucionario, entre otras cosas, es un proceso de aprendizaje, y las compañeras que se suman al mismo cuentan con niveles de conocimiento y capacidades diferentes. A través del proceso de formación y de lucha, la comprensión del paradigma revolucionario es más profunda en algunas compañeras; la perspectiva revolucionaria se desarrolla en su interior de una forma más nítida. El desarrollo de esas cualidades hace que recaiga sobre esas compañeras el peso de ir abriendo el camino revolucionario, de ejercer el liderazgo revolucionario. Pues bien, ese es el objetivo principal de ese espacio central: imprimir el reflejo del paradigma revolucionario tanto sobre la estructura y prácticas de la organización como de sus militantes. En nuestra opinión, deberían de ser las compañeras que tienen interiorizado de forma más profunda y clara el paradigma revolucionario las que formen parte de ese espacio central.

Por lo demás, en la medida en que un proceso organizativo crece y cada vez más militantes se incorporen al mismo, es imposible que todas estén presentes en todos los marcos de decisión al mismo tiempo. A partir de cierto momento, si queremos que el proceso organizativo sea eficiente, es necesaria una distribución de las tareas y las responsabilidades. A ese respecto, entendemos que el conjunto del proceso organizativo se deberá de fundamentar en marcos de decisión generales, de carácter plenamente colectivo y democrático, en los que sí que debiera de participar todo el conjunto de la militancia. Sin embargo, esos marcos de decisión tendrán una frecuencia dada, puede que años, con lo que entre medias, las militantes deberíamos de ser capaces de delegar, centrarnos en el cumplimiento diligentemente de las responsabilidades que nos correspondan y actuar confiando en las estructuras organizativas y en la labor del resto de compañeras.

 Especialmente las frases que hemos subrayado, a nuestro entender, son una forma blanda de describir a los iluminados que se constituyen en gurus (o tiranos, según casos) que imponen sus elucubraciones visionarias al resto, quienes en base a la fe que le tienen cumplirán sin rechistar sus mandatos. Vamos, el funcionamiento típico de cualquier secta, sea revolucionaria, política, religiosa o de cualquier otro tipo. De todas ellas hay numerosos ejemplos.

 Y entre los gurus y la militancia de base se ubica la figura del cuadro revolucionario, (imprescindible para hacer de correa de transmisión entre cúpula iluminada y base disciplinada), liberada de todo otro quehacer que no sea dedicarse a la revolución en cuerpo y alma. Vamos, que ser uno de esos cuadros revolucionarios está al alcance de cualquiera…que no tenga responsabilidades ni cargas familiares (ni descendientes ni ascendentes), que no dependa de ingresos para pagar los costes de vivienda, alimentación, mantenimiento. Es decir, una élite o una casta. O la figura conocida en otro tipo de sectas como los sacerdotes o los liberados políticos:

 Lo cierto es que el proceso revolucionario ha de ser capaz de incorporar y compatibilizar distintos niveles de compromiso. Así, para muchas será suficiente con ofrecer su apoyo al movimiento, realizando alguna aportación económica o acudiendo a movilizaciones puntuales. La existencia de esa amplia base social es un soporte fundamental para cualquier movimiento político. Al mismo tiempo, sin embargo, es igual de imprescindible la existencia de personas que estén dispuestas a dedicar su vida al completo al proceso revolucionario. También la de espacios de militancia intermedios entre esa figura de compromiso máximo y la de la base social. En cualquier caso, sí nos gustaría subrayar que la figura del cuadro revolucionario ha estado siempre presente en todo proceso revolucionario y no creemos que la revolución social sea posible sin la participación de esa figura. Le podremos llamar cuadro político, militante revolucionaria o como mejor consideremos, pero solo a través de esa figura es posible el nivel de compromiso, dedicación y disciplina necesarias para desempeñar las tareas que requiere el proceso revolucionario, y entre las que destaca la implicación plena de la militante en el proceso de formación integral que construirá en su interior la nueva personalidad revolucionaria.

 Sin ser la más importante, hay una cuestión sobre la que nos gustaría incidir especialmente. La de la confianza. Para buena parte de quienes apostamos a una forma organizativa comunitaria, popular y horizontal (que habría que estar revisando, adaptando y mejorando continuamente… al contrario de lo que suele ser la práctica habitual en este tipo de colectivos, al menos en esta parte del planeta), es algo básico el tener en cuenta que para el desarrollo de asambleas (al menos si tienen capacidad decisoria) es básico un trabajo previo (durante y posterior también) que, entre otras cosas, permita generar la confianza suficiente entre las personas que luego tomarán parte de la decisión colectiva. Pero esa necesaria confianza a generar no es para delegar las decisiones en estructura organizativa alguna, sino para saber y tener en cuenta que cuando alguien de esa asamblea cuestiona o critica nuestra postura, lo está haciendo porque cree firmemente que el colectivo en su conjunto va a salir perjudicado por esa decisión. Y es a partir de ahí cuando se puede generar un consenso rico y provechoso para el conjunto. Probablemente este proceso no tendrá la eficiencia que reclama la “cultura” capitalista, pero estará en sí mismo sentando en la práctica las bases del nuevo paradigma que se propone, mientras que el que comenta Kimua (exagerando otra vez para que se entienda) no dista mucho de la democracia representativa en la que quienes votan delegan confiando en las estructuras organizativas de los partidos políticos.

 Es verdad que en el texto de Kimua a renglón seguido se introduce un párrafo que alerta de los riesgos del centralismo:

 Se trata ésta de una cuestión de gran importancia y que hay que tratar con mucho cuidado. De hecho, es bien sabido que todo planteamiento basado en el centralismo puede ser fuente de problemas y que de hecho, así ha sido en numerosos movimientos revolucionarios a lo largo de la historia: verticalismos y jerarquías ciegas, autoritarismo, burocratización, falta de democracia interna... Son errores muy habituales que han llevado a la derrota y a la asimilación a muchos de esos movimientos. Y es que como hemos podido comprobar más arriba, la dominación es una realidad compleja que no sucede sólo en el “exterior” y a escala social, sino que está también presente en cada una de nosotras, con lo que siempre existirá una tendencia a reproducirla a través de nuestros actos y decisiones. De este modo, el más virtuoso de los movimientos revolucionarios, incluso partiendo de las ideas y propuestas más claras, estaría condenado si fuera incapaz de llevar a cabo una praxis realmente revolucionaria y democrática. Todo contenido revolucionario que incorporara su propuesta teórica quedaría disuelto como un azucarillo si en su avance desarrollara a nivel interno un carácter despótico y dominante. Hecho que, tarde o temprano, se reflejaría también hacia el exterior.

 Pero para nosotras la cuestión es mucho más de fondo. Apostar por ese modelo de organización, esa forma de concebir el papel de las personas en las que “la perspectiva revolucionaria se desarrolla en su interior de una forma más nítida”, defendiendo que “deberían de ser las compañeras que tienen interiorizado de forma más profunda y clara el paradigma revolucionario las que formen parte de ese espacio central” para encargarse “de ir abriendo el camino revolucionario, de ejercer el liderazgo revolucionario”, nos escandaliza, y nos traslada una concepción de la Vida Libre, que tiene que ver muy poco con la que a nosotras nos gustaría alcanzar, y con la que creíamos deducir de gran parte del texto de Kimua.

 Así las cosas, nos hemos acercado a una de las presentaciones públicas de Kimua, y les hemos preguntado al respecto (sobre otras cuestiones de esa presentación hablaremos en la segunda parte de nuestros comentario sobre la propuesta de Kimua). La respuesta de la persona con la que hablamos nos ha dejado también bastante perplejas. Argumentaba que el centralismo democrático es la forma de organización elegida por las revoluciones zapatista y kurda. Desde nuestro punto de vista, nada más lejos de la realidad. Es verdad que tal vez el EZLN (que no la revolución zapatista) tenga aún entre sus rasgos organizativos algunos componentes de ese centralismo democrático que señala Kimua, pero cada vez menos (a pesar de seguir siendo un ejército), y en constante revisión. Por lo que respecta la revolución kurda, el PKK y Abdullah Öcalan, en sus inicios sí que postulaban el centralismo democrático, pero hace décadas ya que la transformación ideológica llevado a cabo por el movimiento revolucionario kurdo (en esto también asemejándose al zapatista) les llevó a renunciar a él, apostando abiertamente por la confederación democrática como forma de organización (para quien tengan duda al respecto, puede serle útil este texto titulado Transformación ideológica de Abdullah Öcalan. El movimiento kurdo y la confederación democrática)

 

Cerramos en este punto la primera parte de los comentarios sobre la propuesta de Kimua, centrados en su texto Hacia un nuevo paradigma revolucionario, dejando para la segunda el análisis de los más que interesantes textos que ha hecho públicos desde entonces, así como los contenidos expuestos en algunas de sus presentaciones públicas.

 

 

 

 

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