viernes, 10 de mayo de 2024

Revolucionando las revoluciones de la mano de Azize Aslan

 


 

 

 

En la anterior entrada de este blog comentábamos de pasada un texto que nos parece fundamental para quien seria y sinceramente apueste (y cada vez es más necesario) por revoluciones transformadoras. Se trata de Economía anticapitalista en Rojava. Las contradicciones de la revolución kurda., de Azize Aslan. El libro es todo un tesoro por múltiples razones (que seguiremos desgranando en próximas entradas), pero hoy nos queremos centrar en tan sólo 30 páginas del mismo, en las que creemos que con tanta certeza como sinceridad, desnuda algunas de las crudas realidades de las revoluciones tradicionales y de las movimentistas. Finalmente, aporta alguna de las claves fundamentales de las dos revoluciones que hoy en día están avanzando, precisamente por haber sabido revolucionar la idea de revolución.

 

Si las reflexiones nos parecen muy acertadas, más lo son todavía por venir de alguien que conoce a fondo las revoluciones kurda y zapatista y que, además, en otros capítulos, demuestra la suficiente capacidad crítica como para poner sobre la mesa algunas de las contradicciones a las que tienen que ir haciendo frente estas revoluciones en su día a día. Es otra forma de practicar esas revoluciones.

 

Para que os hagáis una idea de lo que os vais a encontrar en esas 30 páginas, aquí os dejamos unos ejemplos de cada una de las cuestiones señaladas.

 

 

 Cuando pensamos en la revolución, con los conceptos de la izquierda tradicional, vienen a la mente los debates fundamentales como la toma del poder, el papel representativo del partido político, el rol de la vanguardia y la posición central del proletariado. Cuando escucho o sigo estas discusiones, lo primero que puedo ver es que la idea de revolución se ha racionalizado en el contexto de la ideología; y eso causó que la idea de revolución fuera discutida como un proyecto aplicable. Se planifica, paso a paso, una revolución científica que Engels llamaría socialismo científico

 (…) Necesitamos un pensamiento crítico para repensar la revolución y una mentalidad que primero se critique a sí misma e imagine el significado nuevo de revolución. Las ciencias sociales, que han sido contaminadas por el positivismo constituyen una crítica basada en la crítica del otro. Por lo tanto, si hoy queremos repensar a la revolución, primero debemos de dejar la mentalidad que entiende a la libertad desde la perspectiva de liberar al otro y la que comprende a la lucha desde la distinción entre sujeto-objeto.

 

 

Sin embargo, todos estos movimientos que han hecho contribuciones significativas al pensamiento revolucionario después de siglo XX, están desapareciendo tan rápido como aparecen, pero han alcanzado a millones de personas y han servido para reunirlas a pesar de sus diferentes existencias y perspectivas y movilizar a muchos grupos políticos para el proceso de la insurrección; también para generar muchas prácticas comunitarias que contribuyen a la democratización de las relaciones sociales. En el momento de muchas rebeldías, los sujetos rebeldes, ponen en su agenda común la idea de organizar una red o una plataforma, aun no han creado una organización que conecte las resistencias de diferentes geografías. Las que se han creado no cumplen su función. Después de los grandes movimientos, quedan solo las asambleas en las que participa poca gente; los espacios ocupados, que muchas veces se cierran o se convierten en un centro social; las fábricas recuperadas, que no pudieron romper la lógica de la acumulación capitalista; y muchos más ejemplos aislados. Es decir, como los movimientos del siglo XX que se referían a la captura de poder estatal con las ideas del partido-estado, estos movimientos del siglo XXI, que se refieren a las relaciones horizontales sin orden, sin una organización específica y sin líderes, tampoco han creado un cambio real (la destrucción del capitalismo en el sentido radical) o la emancipación social. El capitalismo actualmente mantiene su soberanía y explotación sumando que las personas son mucho más desesperadas por una vida de buena posición económica y obedientes a un Estado cada vez más violento y que sabe cómo suprimir los movimientos que van en contra del sistema

Uno de los dos fenómenos importantes que llevan a estos movimientos al colapso, según mi opinión, son las preocupaciones y reacciones por la idea de “la organización” (no del partido); y el otro es que las prácticas como asambleas, cooperativas, foros, ocupas etc., no han logrado socializarse. Las grietas que no pueden encontrar base social permanecen como experiencias románticas o de colectivos de élite, pequeños grupos familiares, y se vuelven invisibles bajo la hegemonía del capitalismo sin un poder para transformar las relaciones capitalistas

 

 

Ni la experiencia de Chiapas ni la experiencia de Rojava, pueden considerarse por separado de las raíces que traen desde la izquierda tradicional; son raíces fundamentales que siguen determinando el proceso de esas revoluciones. Pero, al mismo tiempo, ambos movimientos han logrado reconstruir su estructura organizativa y su pensamiento de la lucha desde la crítica a la izquierda tradicional. La organización y organizarse, que son vitales en ambas revoluciones, tienen las huellas de la estructura jerárquica de la izquierda tradicional, pero también han podido crear una estructura organizativa que asume las formas de la resistencia de los pueblos. Y más allá de una nueva estructura organizativa, transciende a la jerarquía y la resistencia pasiva en el proyecto de la autonomía. La base de esa forma de organización es la contradicción entre el verticalismo y la horizontalidad, estructura militar y estructura civil, rebeldía y autonomía.

(…) Los mecanismos que facilitan tener un diálogo mutuo, un cambio mutuo y un proceso de reconocimiento mutuo son crítica-autocrítica, plataforma, tekmil e informe que después de la transformación del PKK y el objetivo de la lucha, se han convertido en los elementos indispensables para los procesos revolucionarios. Permiten el establecimiento de un proceso de diálogo horizontal entre los militantes de la organización y el pueblo y eliminan la distinción sujeto-objeto entre la organización y la sociedad. Además, estos métodos, que por ejemplo los zapatistas definen como “interpelar” o “vigilancia” permite a estas estructuras, aunque estructuralmente contradictorias, existir y funcionar juntas. De lo que estoy hablando, es de un estado de ánimo y una armonía entre la organización político-militar y las organizaciones de personas civiles, donde uno desempeña un papel en el que no es más fuerte ni superior que el otro; excepto cuando el momento de la revolución lo exige, alguno toma el papel principal, pero la presencia de uno no representa una amenaza para el otro. Esto nos muestra que la revolución se construyó sincrónicamente entre estos sujetos. Hay que tener en cuenta que estos mecanismos no existen solo para escucharse unos a otros, sino también para producir el reconocimiento y la estrategia revolucionaria, y asegurar la continuidad de la revolución desde el acto mutuo.

 

 

 

 

 

 

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