domingo, 4 de septiembre de 2022

Lo que corresponde a cada generación en las revoluciones pendientes

 


 

Tras la presentación del blog, iniciemos las entradas con un toque aparentemente desenfadado, sirviéndonos para ello del humor irónico de Iban Zaldua en su columna en el Berria del pasado 28 de agosto, pues nos va a dar pie a comentar, bastante más en serio, algunas cuestiones referentes al papel que, a nuestro juicio, nos corresponde ejercer a las generaciones maduras en relación con las revoluciones propuestas o pendientes de llevar a cabo en Hego Euskal Herria (porque la situación y las reflexiones probablemente serían muy distintas en otras partes del planeta). Es una cuestión más importante de lo que a simple vista puede parecer, y una reflexión que no es habitual en ámbitos militantes, ni individual ni colectivamente, y a la que pretendemos contribuir desde este blog, como una de las manera de “acompañar/apoyar las revoluciones desde abajo y a la izquierda”.

Conozcamos pues el texto de Iban Zaldua, primero en su versión original, pero añadamos una traducción al castellano (con traductor neuronal asistido), pues los comentarios los realizaremos en ese idioma:

Hipotesiak (alfabeto-ordenan)

Iban Zaldua 2022ko abuztuak 28

Ekonomikoa: «Gutxienez 2008ko krisitik datorren ekonomiaren jite beherakor honetan, zeinetan prekarizazioa eta, ondorioz, proletarizazioa gora egiten ari baitira, espero izatekoa zen ideia komunisten berrindartzea».

Generazionala: «Aldi bertsuan abiatu zen ETAren desagerpenaren hasiera hartu behar da kontuan: belaunaldi batek umezurtz geratu izanaren sentsazioa dauka, eta hortxe bilatu du babesa».

Konspiratzailea: «Galdera hemen Qui prodest? klasikoa da. Kasualitatea ote ezker abertzalea boterea behingoz ukitzera doan unean, hura ahul dezakeen mugimendu bat sortzea alboan?».

Optimista: «Auskalo, baina gazteak antolatzen ikustea beti da poz-iturri».

Politikoa: «Gakoa ezker abertzale ofizialaren instituzionalizazioa da. Azken batean, zer bihurtu da EH Bildu, are Sortu, Euskadiko Ezkerra berria ez bada? Politikak ez ditu hutsuneak maite, eta zerbaitek bete behar zuen espazio hori. Izan ere, erabiltzen dituzten bideek (erakundeen biderkatzea, gizarte-mugimenduen bereganatze ahaleginak…) garai bateko ENAMen marka daramate…».

Sexista: «Feminismoaren azken uhinaren kontrako erreakzio bat da. Kito. Gainontzekoa, apaingarri hutsa».

Soziala: «Klase ertainaren desegite programatuaren ondorio bat dugu, hark zekarren promesa historikoaren (gurasoak baino hobeto biziko zarete) apurtzearena alegia. Izan ere, egungo langileria immigratu eta arrazializatuaren zenbat kide aurki daitezke haien lerroetan? Ba horixe».

Halakoak bota, eta oturuntza osteko premium gin-tonicen hirugarren erronda eskatu dute guzti-guztiek elkartean: Joxe Marik primeran prestatzen ditu, ipuru eta kardamomo baiekin.


Hipótesis (en orden alfabético)

Económica: "En esta deriva descendente de la economía que viene de la crisis de 2008, en la que la precarización y la consiguiente proletarización están en aumento, era de esperar un relanzamiento de las ideas comunistas".

Generacional: "Hay que tener en cuenta el comienzo de la desaparición de ETA que se inició en el mismo periodo: una generación tiene la sensación de haberse quedado huérfana y ha buscado refugio".

Conspirador: «La pregunta aquí es la clásica Qui prodest? ¿Es casualidad que en el momento en que la izquierda abertzale va a tocar el poder de una vez por todas, se produzca un movimiento que pueda debilitarlo? ".

Optimista: "Quién sabe, pero ver a los jóvenes organizándose siempre es motivo de alegría".

Político: «La clave es la institucionalización de la izquierda abertzale oficial. En definitiva, ¿en qué se ha convertido EH Bildu, incluso Sortu, si no es la nueva Euskadiko Ezkerra? La política no ama los huecos y algo debía ocupar ese espacio. De hecho, los medios que utilizan (la multiplicación de las organizaciones, los esfuerzos por captar los movimientos sociales) llevan la marca del antiguo MLNV ".

Sexista: «Es una reacción a la última onda del feminismo. Ya está. Lo demás, puro adorno».

Social: "Tenemos una consecuencia del desmantelamiento programado de la clase media, de la ruptura de la promesa histórica que suponía (viviréis mejor que los padres). De hecho, ¿cuántos miembros de la actual clase obrera inmigrada y racializada pueden encontrarse en sus filas? Pues eso».

Todos ellos han pedido la tercera ronda de gin-tonic premium tras el banquete: Joxe Mari los prepara a la perfección, con sus bayas de enebro y cardamomo.


Los co-comensales de Zaldua (da toda la impresión de que, por el tipo y tono de comentarios, mayoritariamente o en su totalidad serían hombres) hablan, claro, de una de los temas de conversación de tono político del verano: la propuesta de proceso revolucionario que defiende el denominado Mugimendu Sozialista.

Conociendo a Iban, no nos extrañaría que el relato se basara bastante en hechos reales y, por lo tanto, se podría deducir que los comensales se sitúen en la horquilla de edad que lleva de los 50 a los 60 años. En cualquier caso, tenga base real o no, no se diferencia demasiado (aunque las hay mucho más bochornosas) de lo que hemos podido escuchar (e incluso leer) en otros ambientes públicos en los últimos meses (en terrazas o zonas de ocio… pero también en medios radiofónicos, periódicos o redes sociales) casi siempre que personas de más de 40 años, con una cierta inquietud política “progresista”, se juntaban en alguno de esos espacios (o utilizaban su acceso a la intervención en los diferentes medios). Probablemente muchos de ellos hayan tenido hace décadas algún tipo de militancia activa o compromiso político o social, pero, evidentemente, desconocen la realidades militantes en la actualidad, ya que no ha sido hasta ahora, en estos muy últimos meses y a través de los medios de difusión generalistas, cuando han descubierto la existencia del Ildo Sozialista, que tiene ya unos añitos de existencia (sabemos que este último no es el caso de Iban).

Os preguntaréis el porqué de insistir tanto en señalar una determinada edad y perfil. La respuesta es clara: ni el tono ni los temas que tratan los comensales del relato de Zaldua coinciden en absoluto con los tonos y los temas del intenso debate que desde hace tiempo está teniendo lugar en las generaciones jóvenes con una cierta inquietud política; debates y polémicas mucho más centradas en cuestiones relativas a tácticas y estrategias; formas de organización; propuestas y objetivos; formas y modos de intervención; prioridades políticas; importancia de la división en géneros y razas para el sostenimiento del capitalismo; características del “sujeto revolucionario”; reactualización del análisis de la división de clases; formas de entender las reivindicaciones nacionales… y sí, también sobre las malas relaciones y enfrentamientos entre las diferentes familias ideológicas, que adquieren un tono mucho más enconado entre la juventud que toma parte en alguna organización política o movimiento popular vinculado o al Mugimendu Sozialista (MS) o a la Izquierda Abertzale Oficial (IAO).

Pero, siendo estas cuestiones las que deberían interesar a la hora de valorar las propuestas revolucionarias, son los puntos de vista impuestos por los medios de difusión (y los intereses políticos que los mueven, junto a la cohorte de tertulianos y opinadores pagados) los que están sirviendo para caricaturizar/deslegitimar esas propuestas revolucionarias.


La sensación de orfandad ¿de quién y respecto a quién/qué?

Podríamos entrar a analizar cada uno de los comentarios de los comensales, pero nos interesa más centrarnos en algunos que nos preocupan más, aquellos que, con otras palabras (pero parecido fondo) también escuchamos en ambientes militantes de generaciones maduras (siendo sinceras, nosotras mismas a veces hemos incurrido en alguno de ellos). Empecemos por el siguiente:

"Hay que tener en cuenta el comienzo de la desaparición de ETA que se inició en el mismo periodo: una generación tiene la sensación de haberse quedado huérfana y ha buscado refugio".

Evidentemente, las opiniones que escuchamos al respecto en ambientes militantes a generaciones maduras no achacan la “sensación de orfandad” a la desaparición de ETA, sino al viraje de la IAO hacia el reformismo, con el consiguiente edulcoramiento de los movimientos juveniles con planteamientos revolucionarios a su abrigo. Sea como fuere, creemos que el análisis es errado, pues para tener sensación de orfandad has tenido que tener una madre y/o padre que luego hayas perdido, y eso les puede estar pasando a las generaciones maduras de algunos movimientos populares y sociales, pero no es el caso de la mayoría de la gente joven que hoy forma parte de alguna de las organizaciones del MS, que para cuando comenzaron a militar hacía años que la opción revolucionaria del MLNV ya no existía. Otra cosa es que, ante el vacío de opciones revolucionarias, hayan decidido poner una en marcha y que, para buena parte de la juventud en general, esta sea uno de los pocos referentes atractivos actuales para canalizar su deseo o ilusión de comprometerse políticamente.

Hay más datos que contradicen la existencia de esa “sensación de orfandad” (a la que, sin citarlo expresamente, se le añade un toque de juventud desvalida y débil a causa de esa falsa orfandad que las anteriores generaciones no experimentaron) y que lo que demuestran es, al contrario, una reseñable capacidad de las nuevas generaciones para introducir dentro de los planteamientos transformadores y rupturistas nuevos debates, temáticas, formas de organización e intervención… Ya sea introduciéndolos dentro del ámbito de los pocos movimientos sociales clásicos con algo de vitalidad (ejemplo notorio serían todos los nuevos debates y planteamientos puestos sobre la mesa por las mujeres, bolleras y trans jóvenes en el movimiento feminista, así como el cuestionamiento de los planteamientos reformistas en parte del movimiento, o la introducción de los análisis de las mujeres racializadas), creando nuevas formas de organización en otros movimientos (por ejemplo, en el vecinal, con las iniciativas de colectivos, a menudo organizados en torno a Etxebizitza Sindikatuak -que salvo en Gasteiz no están ligados al MS-), o impulsando movimientos en nuevos campos (elikadura sareak, animalismo, veganismo, antidesarrollismo, transición ecológica…, todos ellos reconfigurando en gran medida el movimiento ecologista tradicional)

Quizá en apariencia este tipo de nuevas propuestas o movimientos no partan de una declaración rupturista o revolucionaria (al menos clásica), pero si se presta atención a buena parte de sus postulados, se ve claramente que incorporan verdaderas bombas de relojería contra algunas de las “bases fundamentales” del sistema capitalista en sus diversas vertientes. Es más, algunas de esas iniciativas parten de la base de que esos planteamiento son parte de las llamadas iraultza txikiak, una forma distinta de entender el proceso revolucionario. Vamos, que muy desvalidas y huérfanas no parecen sentirse, sino, al contrario, con la fuerza suficiente como para impulsar el rupturismo con inercias y dinámicas viciadas en los movimientos clásicos de transformación.


¿Rebeldes por un no-futuro caído del cielo?

Analicemos ahora otro de los “argumentos” de los comensales de Iban Zaldua que, insistimos, con esas u otras palabras, pero mismo fondo, también escuchamos en ambientes militantes de izquierda radical al hacer referencia a la propuesta revolucionaria del Mugimendu Sozialista:

"Tenemos una consecuencia del desmantelamiento programado de la clase media, de la ruptura de la promesa histórica que suponía (viviréis mejor que los padres).

De hecho, ¿cuántos miembros de la actual clase obrera inmigrada y racializada pueden encontrarse en sus filas? Pues eso».

Para analizar mejor el párrafo, que tiene su miga, comencemos por la primera frase, esa que hace referencia a que la juventud de clase media se cabreé y “revolucione” porque va a tener una vida peor que la de sus progenitores. En ambientes rupturistas la frase suele tener un añadido, algo así como “con la mitad de razones de las que tienen hoy para rebelarse, nosotros estaríamos haciendo arder las calles”. Las dos parten de un mismo presupuesto: el presente/futuro que le espera a la juventud actual es francamente tenebroso. Pero, del mismo modo, ambas omiten una cuestión fundamental de fondo: cualquiera de las personas jóvenes de hoy en día nos podría decir: “majetes, ese futuro tenebroso que nos espera es producto no solo de que vosotros no fuisteis capaces de rebelaros contra el neoliberalismo salvaje, sino que, además, os subisteis a su hola de consumismo depredador, pegándoos la vidorra padre, sin querer tener en cuenta que ese tren de vida se basaba, entre otras cosas, en la explotación de una buena parte de la población mundial, del expolio de la naturaleza y de la contaminación salvaje del planeta que nos han llevado a la situación actual; así que ahora no vengáis a darnos lecciones revolucionarias, y dejadnos a nosotr@s decidir cómo hacemos frente al marrón que nos habéis dejado”. Y básicamente tendrían razón.

Por lo que respecta a la segunda frase del párrafo, la que hace referencia a la ausencia de clase obrera inmigrada y racializada en las filas de las organizaciones juveniles revolucionarias de Hego Euskal Herria, hay que hacer también varias consideraciones. En primer lugar que, hasta donde conocemos, la afirmación es cierta (así como el problema de fondo que señala) pero ¿qué movimiento social, popular o revolucionario vasco de las anteriores generaciones ha contado entre sus filas con presencia de clase obrera inmigrada y racializada? Hace falta pues un grado importante de cinismo para reprochar a los movimientos actuales uno de los más graves fallos que se han dado en nuestros movimientos. Muy distinto sería que, en un ejercicio sano de transmisión generacional de nuestros errores (por si las experiencias negativas sirven para no ser repetidas), pusiéramos en el primer plano de los nuestros la reproducción en los movimientos del clasismo de género, raza y económico en el que se sustenta el modelo capitalista. Pero para eso hay que empezar por reconocerlo y analizar sus raíces, tareas que las generaciones maduras tenemos aún pendientes en gran medida. En esta cuestión pues, tampoco somos nadie para dar lecciones ni plantear exigencias.


Más allá del paternalismo tolerante, saber bajarnos del púlpito/estrado

A estas alturas seguro que más de una persona se está preguntando pero, entonces, ¿que proponéis, que las generaciones maduras ejerzamos una especie de “paternalismo tolerante” por el que aceptemos sin remilgos o sin críticas cualquier propuesta o postulado revolucionario juvenil, por muy disparatada que nos parezca en todo o en parte, por el simple hecho de venir de “nuestros jóvenes” y “ya aprenderán cuando se den la hostia”? Evidentemente no. Lo que proponemos es una tarea bastante más complicada.

En primer lugar, bajar a nuestra generación del púlpito/estrado en el que nos instalamos hace décadas (no es exageración, si echamos un vistazo a las personas que, por lo general, funcionan como portavoces habituales de nuestros movimientos veremos que llevamos ahí décadas), porque sólo estando todas las partes al mismo nivel de reconocimiento mutuo podremos entablar diálogos y debates en pie de igualdad, requisito básico para que sean diálogos y no lecciones.

Debemos también esforzarnos en escuchar, no juzgar simplemente por lo que oímos o nos cuentan terceros, porque solo haciendo ese esfuerzo de escucha podremos llegar a comprender (lo que no quiere decir necesariamente compartir) sus razones y argumentos. Más aún, debemos entender que puede ser que ellas no quieran prestar mucha atención a nuestros “bien construidos argumentos y tan fundamentados como imprescindibles razonamientos basados en nuestra rica experiencia”, entre otras cosas porque, como ya hemos comentado, son conscientes de que en buena parte han sido nuestros haceres (y dejaciones) los que han conducido al panorama actual.

A pesar de todo ello (o precisamente por todo ello), deberíamos esforzarnos también en impulsar la transmisión generacional, carencia importante de los movimientos populares de Hego Euskal Herria y que, lógicamente, es a nuestras generaciones a quienes corresponde desarrollar. Evidentemente, no para dar lecciones y vanagloriarnos de nuestros éxitos, sino para transmitir lo que hayamos podido aprender de nuestros errores y aciertos, y de los errores y aciertos de las distintas fuerzas del capitalismo salvaje. Pero hay más, como vamos a ver en el siguiente apartado.


Saber encontrar el lugar que nos corresponde en las revoluciones

Pensamos que el principal reto es el de saber encontrar el lugar que nos corresponde en las revoluciones (clásicas, o pequeñas revoluciones cotidianas) que puedan darse en la actualidad, incluidos sus periodos de gestación.

No parece real que en la actualidad y en Euskal Herria vayamos a ser las prorrevolucionarias de 40/50 años o más las más numerosas en poner en práctica un proceso revolucionario clásico. No es un problema de condición física o mental, es, en la mayoría de los casos, una cuestión de vértigo… estamos más integradas en el sistema que cuestionamos, y ya sea porque tenemos cadenas o dependencias que nos atan (hipotecas, créditos… pero también familias) o porque poseemos seguridades materiales que nos chantajean (una vivienda, un sueldo fijo, una expectativa de jubilación tranquila…), hemos perdido buena parte de nuestra capacidad para sentir (otra cosa es pensar) que precisamente perder todo eso es la forma de ganar libertad. La situación de las generaciones más jóvenes, en general, es distinta. Dejemos pues que sean ellas las que decidan sobre los pormenores de la propuesta revolucionaria (al menos en lo referente al modelo clásico), y limitémonos en este ámbito a, tras bajarnos del estrado, y de igual a igual, hacerles llegar nuestras sugerencias y nuestra disposición al diálogo.

Pero en el momento actual necesitamos también otras revoluciones y procesos revolucionarios que, en este caso sí, en buena medida van a depender de nuestra implicación directa. Por ejemplo, se nos antoja imprescindible revolucionar por completo nuestros movimientos populares y sociales clásicos. ¿Con la que ya está cayendo, y la tormenta que se avecina, vamos a cotinuar con la dinámica actual, esto es, cada movimiento utilizando sus escasas fuerzas en mantener la dinámica de su propio chiringuito, centrándose en sus temas y movilizaciones de siempre, como si aquí no pasara nada?

En los tiempos que vienen, y frente a la dinámica de “sálvese quien pueda” a la que quieren abocarnos, va a ser imprescindible contar con redes e infraestructuras de apoyo mutuo que, inicialmente posibiliten la sobrevivencia digna de la población en barrios y pueblos, pero que puedan servir también como base para generar una autoorganización popular, que va a ser imprescindible si, como no es para nada descartable, las instituciones y organismos públicos comienzan a colapsar, incapaces de garantizar condiciones aceptables de vida para toda la población.

Al menos en Gasteiz, cuando ha habido situaciones sociopolíticas que así lo requerían, en no pocas ocasiones movimientos populares y sociales han sabido plantearse un trabajo conjunto, priorizando en él por encima de pequeñas diferencias o intereses particulares. Y experiencia de organización popular colectiva tampoco nos falta (ahí también los años son un aporte). ¿Por qué, por ejemplo, no impulsar públicamente, asumiendo el peso principal de su desarrollo inicial, la organización de redes de apoyo mutuo en barrios y pueblos; la preparación de comedores populares; de redes de autoabestecimiento en productos básicos; de alerta y cuidados del vecindario más vulnerable ante las situaciones que se vayan dando...?

Dejar todo ello para cuando comience lo más duro de la tormenta, es casi condenarlo al fracaso, y ese tipo de autoorganización popular por sí misma es una herramienta valiosa para todas. Además, si el llamamiento llega desde movimientos y personas de perfil variado, será más fácil que sea escuchado por una parte más amplia de la población, que si solo llega desde grupos juveniles con un lenguaje muy radicalizado, a quienes, además, los medios e instituciones se esfuerzan por deslegitimar día tras día.


Concluyendo

Sobre muchas de estas cuestiones, o de otras relacionadas con ellas, volveremos en próximas ocasiones, pero conviene no alargar más el actual texto. En cualquier caso, parece que tenemos muchas tareas revolucionarias pendientes y urgentes, y que sería conveniente saber encontrar el lugar que más adecuado para cada quien en el proceso conjunto. Sin olvidar tampoco que hablamos de Hego Euskal Herria, donde, por ser parte del modelo social que somos, las revoluciones más urgentes y necesarias pasen probablemente por nuestras dinámicas más cotidianas (en esto también las redes de apoyo mutuo pueden ser una herramienta valiosa).

Para concluir como empezamos, con algo de humor irónico, volvamos de nuevo a la escena de los comensales que nos planteaba Iban Zaldua. Pensamos que al relato de Iban le falta una cuestión previa: ¿por qué los comensales tuvieron tanto interés en analizar las razones de la propuesta revolucionaria del Mugimendu Sozialista? ¿por interés intelectual?, ¿por moda?, ¿por eludir otras cuestione más espinosas?… Sin descartar parte de algunas de estas, por lo que hemos visto en situaciones parecidas en ambientes progresistas, la razón principal es otra: porque han flipado en colores cuando han visto que much@s de sus hij@s han estado militando en fiestas en los espacios festivos que el MS ha conseguido abrir (allá donde no les han vetado) o, como poco, han sido los espacios que han elegido para socializarse en fiestas. Eso sí, en vez de preguntarles a ell@s las razones, han preferido debatirlas con sus camaradas comensales. ¿Será que a los antiguos progres les dé pavor tener que escuchar de sus hij@s un discurso que cuestione su actual aburguesamiento? Igual en la quinta ronda de gin-tonic premiun comenzaron con ese tipo de confesiones...


 

 

 

 

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