domingo, 25 de septiembre de 2022

Cambio desde abajo y desde adentro: experiencias concretas de Apoyo Mutuo transformador

 


 

El Apoyo Mutuo puede ser una herramienta de transformación social, más allá de su validez inmediata en situaciones de emergencia. Ahora que un nuevo huracán acaba de azotar a Puerto Rico, nos parece oportuno rescatar la experiencia del Apoyo Mutuo generada allá tras el anterior y más devastador huracán María (con miles de personas muertas y daños catastróficos), y, sobre todo, el enfoque transformador de los Centros de Apoyo Mutuo que entonces se constituyeron y que desde entonces han permanecido. Ante los posibles escenarios de emergencia social que pueden desatarse con motivo de las crisis que padecemos (energética, de materias primas, de cadenas de distribución, de agua, de alimentos…) haríamos bien en no esperar a sufrir sus consecuencias más graves para empezar a crear redes de Apoyo Mutuo con las que hacerle frente, sobre todo porque esas redes de Apoyo Mutuo pueden ser una herramienta vecinal-popular de transformación social, como demuestra la experiencia puertorriqueña que impulsa la transformación Desde abajo y desde adentro.

 

No son sólo pues las comunidades indígenas de América Latina o África las que desarrollan estas herramientas de poder popular. Como vamos a ver también, existen experiencias de Apoyo Mutuo antisistema coordinadas en los diferentes Estados del corazón del imperio, USA. Es más, aquí en Euskal Herria, durante la pandemia, algunos de los colectivos más vulnerabilizados por las estructuras coloniales, racistas y patriarcales, han desarrollado experiencias de apoyo mutuo, en muchos casos desconocidas públicamente, como el que comentaremos de la Caja de Resistencia Antirracista de Bilbo.

 

 

La experiencia de los Centros de Apoyo Mutuo en Puerto Rico

 

Tras el paso del huracán María el 20 de septiembre del 2017, se hizo patente que el Estado, tanto a nivel federal como a nivel local, estaba fallando en su misión de proveer asistencia humanitaria a las comunidades más impactadas por la devastación causada —parcialmente— por el huracán. Este fenómeno natural develó para muchos las condiciones de precariedad marcadas por una crisis socioeconómica que han aquejado a Puerto Rico por más de una década (Cabán 2018; LeBrón 2016).

Paralelo a esto, surgieron a lo largo del archipiélago iniciativas comunitarias conocidas como Centros de Apoyo Mutuo (CAM), que fueron centrales en los procesos de auscultar y asistir las comunidades impactadas. Los CAM buscan remover los modelos tradicionales de respuesta y recuperación que mantienen intactas las estructuras de poder que fomentan la dependencia y la marginalización. Aprovechando así la coyuntura histórica del huracán María y la crisis fiscal, los CAM buscan hacerle frente al asistencialismo a través del potenciamiento de la autogestión y el empoderamiento de las comunidades marginadas.

A casi tres años del paso del huracán y dentro del lento proceso de recuperación, un número significativo de CAM siguen operativos e impulsando agendas a largo plazo. Su enfoque se ha centrado en la transformación de las expectativas de las comunidades afectadas por el huracán sobre el proceso de recuperación pos-María. Guiadas por una crítica a las nociones tradicionales de la asistencia y por principios cementados en una visión participativa e inclusiva del desarrollo, los CAM han puesto en práctica una serie de ejercicios organizativos para cultivar en los residentes una visión hacia la autonomía comunitaria. Una examinación de las narrativas de los organizadores y las iniciativas puestas en marcha nos muestran cómo, por medio de una reconfiguración de la asistencia, estas organizaciones buscan crear conciencia de las limitaciones del asistencialismo, involucrar a los residentes en actividades de desarrollo comunitario autogestionado y demostrarles los beneficios de la autogestión para la resolución de sus problemas.

 

Con estas palabras comienza el texto de Jacqueline Villarrubia-Mendoza y Roberto Vélez-Vélez que nos sirve de aproximación a esa realidad. Aunque lo mejor es acudir a la fuente directa, y recoger de su web Red de Apoyo Mutuo de Puerto Rico, aquellos puntos que definen como sus Principios:

 

1. Apoyo Mutuo

El apoyo mutuo es un valor que se refiere a la reciprocidad, ayuda, y colaboración entre personas o grupos para el beneficio mutuo. No implica la superioridad de quien da sobre quien recibe, si no que se fundamenta en la solidaridad. Destaca la importancia del poder compartido, la participación directa de la gente y la oposición a las jerarquías y la competencia. Para nosotrxs el apoyo mutuo, cuando se hace desde el corazón, es un valor integral y una herramienta de transformación desde las mismas comunidades (desde abajo) y desde lo emocional e interior (desde adentro).

 

2. Solidaridad

La solidaridad se trata de un accionar consistente y diario basado en el respeto, la empatía y el entendimiento que necesitamos unxs de otrxs. Es diferente a la caridad y a las asistencias del gobierno, las cuales, mal intencionadas, se practican de arriba hacia abajo, pueden humillar a quien las recibe y no alteran las relaciones de poder. Así, no cambian la injusticia, y en ocasiones, la mantienen. En cambio, la solidaridad se practica en un plano de igualdad, donde el apoyo mutuo es un compromiso prioritario por el bien colectivo. Creemos en la importancia de los lazos sociales que unen a las personas y en nuestra capacidad de actuar como un todo por el bien de todxs. Para nosotrxs la solidaridad es el motor de la transformación social.

 

3. Soberanía Comunitaria

El concepto soberanía comunitaria está enmarcado en una visión de cambio social sobre nuestra realidad puertorriqueña. Este sistema colonial impide que comunidades y personas puedan gestionarse los medios para tener una vida digna. Muchxs experimentamos el sub-empleo o desempleo, la explotación en nuestros trabajos, y la dificultad para accesar programas federales y sus servicios. Por esto la soberanía comunitaria busca un cambio desde la raíz haciendo frente a la violencia estructural y liberando nuestro poder comunitario. Es un derecho a decidir por nosotrxs mismos, independientes del gobierno.

Es un proceso en el cual la inventiva y la resistencia se unen para crear iniciativas y proyectos de autogestión para la ruptura con los males que nos dominan. Incluye dimensiones como: soberanía alimentaria/medicinal, soberanía educativa/recreacional, soberanía económica, y soberanía organizacional.

 

4. Sostenibilidad

Cuando hablamos de sostenibilidad nos referimos a la importancia de construir proyectos que se puedan sostener a largo plazo. Esto significa, por un lado más amplio, el uso de prácticas ambientalmente conscientes y sustentables que nos permitan preservar nuestros recursos y medios de sobrevivencia. Y, por el lado mas humano, una planificación estratégica que incluya el cuido de nuestra salud física y emocional como parte integral en nuestros proyectos, entendiendo que el bienestar colectivo es esencial para la calidad de vida y el fortalecimiento de las iniciativas y de las comunidades.

 

5. Justicia

La justicia es un término amplio con muchas definiciones. Para nosotrxs se trata de la creencia firme que todxs tenemos el derecho a una vida digna, sin distinción por raza, género, clase social, orientación sexual, diversidad funcional, documentación, o cualquier otra identidad social. Luchamos por un mundo anti-patriarcal, anti-racista, anti-capitalista y anti-imperialista. Somos pro-apoyo mutuo, pro-solidaridad, pro-soberanía comunitaria y pro-sostenibilidad.

 

En esa misma web se pueden encontrar los 14 proyectos que integran en la actualidad esta Red de Apoyo Mutuo. No todos funcionan de igual manera, aunque comparten características, tal y como recoge el propio Roberto Vélez-Vélez en otro trabajo:

 

 

los CAM comparten algunas similitudes organizativas básicas: tienden a estar organizados horizontalmente, siguiendo prácticas de participación comunitaria, con una orientación de base que incorpora el mayor nivel de inclusión posible: género, edad, orientación sexual, etc. Otras áreas clave de coincidencia residen en su insistencia en crear un modelo de empoderamiento comunitario que provenga de las propias comunidades, a lo que todos se refieren como desde abajo y desde adentro. Aunque los CAM tratan de ayudarse mutuamente compartiendo conocimientos y recursos y facilitando programas, se han centrado en trabajar en las necesidades y prioridades de sus comunidades inmediatas, resaltando su autonomía.

(…) el estado de emergencia provocado por el huracán ha hecho que la gente sea consciente de las disparidades estructurales, la desconexión institucional y las discrepancias sociohistóricas que han afectado a la sociedad puertorriqueña. Los CAM han interpretado esta toma de conciencia como una oportunidad para emprender un experimento social y ofrecer a las comunidades modelos alternativos de desarrollo y gobernanza que son posibles gracias al trabajo duro, la solidaridad y el apoyo mutuo.

 

 

 

El caso de la Mutual Aid Disaster Relief (Ayuda Mutua en caso de catástrofe) en Estados Unidos

 

En la entrada inicial o de presentación de este blog comentábamos que:

 

mientras las propuestas revolucionarias en sentido “clásico” sí que van apareciendo, contemplamos con preocupación cómo las propuestas de autoorganización popular, de apoyo mutuo y solidaridad para hacer frente a las graves situaciones sociales que se adivinan, no son abordadas en esas propuestas, ni priorizadas por los movimientos populares y sociales que, a nuestro entender, deberían abandonar sus inercias para, de forma coordinada, ver cómo unir esfuerzos en configurar esas redes populares que tan necesarias van a ser. (…) Más aún, en nuestro entorno más próximo, ¿vamos a lanzarnos de cabeza o dejarnos arrastrar por el “sálvese quien pueda” para el que tan “preparadas” nos tiene la “civilizada modernidad occidental”? ¿No somos capaces de intentar organizarnos para no ser parte de esa dinámica?

 

Ya hemos visto en el caso de Puerto Rico que no son solo las comunidades indígenas quienes mantienen vivos y practican esos tesoros populares como el Apoyo Mutuo. Pero es más, incluso en el corazón del imperio (si es que un imperio tiene corazón), en los Estados Unidos existe una potente Red de Ayuda Mutua para casos de catástrofe que agrupa a muchas decenas de organizaciones que apuestan por la transformación social. Se trata de la Mutual Aid Disaster Relief, que se define a sí misma con las siguientes palabras:

 

Nuestra red nacional está formada por muchos ecoactivistas, activistas de justicia social, activistas de justicia global, médicos callejeros, herbolarios, permaculturalistas, organizadores de ayuda mutua, organizadores de liberación negra, organizadores comunitarios y otros que se están organizando activamente para apoyar a los sobrevivientes de desastres en un espíritu de ayuda mutua y solidaridad. Es una red descentralizada en los llamados Estados Unidos, definida por el carácter y la creatividad de una multitud de comunidades y unida por nuestro compromiso colectivo de solidarizarnos con los afectados por los desastres y cambiar el rumbo a favor de la justicia climática. Construimos nuestra red a través de la educación y la acción, valorando tanto la toma de decisiones colectivas como la autonomía. Estamos profundamente conmovidos por los programas de supervivencia de Black Panther que sirvieron al objetivo de satisfacer las necesidades inmediatas y al mismo tiempo elevar la conciencia de las personas. Elevamos y apoyamos los esfuerzos de las comunidades de primera línea que lideran sus propias recuperaciones a raíz de momentos de crisis visibles y los desastres invisibles y continuos del capitalismo, la colonización, la extracción de recursos, la violencia de género y la supremacía blanca, entre otras formas de dominación. Arraigados en nuestra historia y experiencias de organización de movimientos sociales, vemos nuestro trabajo de socorro en casos de desastre en el contexto de la lucha social y creemos que debemos abordar simultáneamente las necesidades autodeterminadas inmediatas de las personas para sobrevivir y organizar cambios fundamentales en la forma en que nos relacionamos entre nosotros. y la tierra.

 

Pero la filosofía y horizonte transformador que impulsa esta red de ayuda mutua queda aún más claramente expuesta en los siguientes párrafos que definen sus principios:

 

Estamos involucrados en un proceso horizontal, multidimensional y multidireccional que contribuye a la liberación de todos los involucrados, no a actos de caridad. Esto significa que compartimos recursos, habilidades, experiencia, conocimiento e ideas sin perpetuar las relaciones basadas en el poder jerárquico.

Buscamos tanto como sea posible para romper las barreras entre los donantes y los receptores de ayuda. Todos tienen algo que enseñar y algo que compartir. Y todos necesitamos ayuda a veces. Buscamos reconocer, desafiar y subvertir los desequilibrios de poder percibidos y reales, y usar cualquier privilegio que tengamos, incluido el acceso a recursos materiales, libertad de movimiento, habilidades, conocimiento, experiencia e influencia en la toma de decisiones, para apoyar la autodeterminación de las personas y supervivencia en crisis y su resistencia a largo plazo después, en última instancia, uniendo el abismo entre nosotros y "otros".

Reconocemos que los desastres "naturales" son diferentes en grado, pero no en especie, de las experiencias actuales de desigualdad social inherentes a una sociedad capitalista, racista, colonialista y patriarcal. Por lo tanto, nos oponemos y buscamos confrontar y desmantelar estos y todos los demás sistemas de dominación y opresión dentro de nuestra sociedad y dentro de nosotros mismos.

Reconocemos los derechos de los sobrevivientes de desastres para determinar cuáles son sus necesidades y la mejor manera en que otros podrían ayudarlos. Por lo tanto, nos comprometemos a actuar con humildad, preguntar, escuchar y responder, al mismo tiempo que incorporamos en nuestras acciones actuales la sociedad futura que queremos crear. Creemos en la organización y acción creativa de base que prioriza y resalta las voces y el poder de las personas y comunidades marginadas y fomenta su capacidad para actuar en su propio nombre.

Nos involucramos y alentamos la acción directa autónoma, una alternativa a la burocracia y la burocracia, incluida la creación de proyectos nuevos y alternativos en línea con estos principios para ayudar a la autodeterminación de las personas, la adquisición de recursos adicionales y aumentar su capacidad de recuperación. Al mismo tiempo, creemos en democratizar el conocimiento, compartir experiencias y relacionarnos con expertos técnicos cuando sea necesario para garantizar la seguridad y la calidad del trabajo.

Creemos en un modelo participativo, horizontal, descentralizado de construcción de movimientos de cambio social desde abajo. Esto requiere liderazgo compartido y toma de decisiones en un entorno seguro e inclusivo para todos los participantes. Por lo tanto, nos esforzamos por integrar estos principios en nuestros procesos de organización y toma de decisiones.

Reconocemos que los desastres son tiempos de agitación y sufrimiento localizados, pero también son oportunidades para que los ricos y poderosos consoliden el poder y aprovechen las conmociones a fin de instituir reformas económicas que refuercen aún más su condición de privilegio. Nos oponemos a este capitalismo del desastre y afirmamos nuestro compromiso con la justicia ambiental, social, económica y climática. En cambio, vemos el sentido de comunidad y ayuda mutua que se desarrolla a raíz de la crisis como un terreno fértil para fusionar la teoría y la praxis de los movimientos sociales al apoyar y permitir que los miembros de la comunidad se ayuden a sí mismos y entre sí.

A medida que los desastres naturales aumentan en intensidad y frecuencia, reconocemos que nuestra esperanza de un futuro habitable se basa en desarrollar una preparación resiliente y una respuesta a la crisis como individuos y comunidades, al mismo tiempo que nos oponemos a la extracción intensiva de recursos y otras causas fundamentales del cambio climático. Apoyamos la resistencia de la comunidad a la extracción de recursos, la injusticia ambiental y la pobreza, y la adaptación liderada por la comunidad al cambio climático, ya que los gobiernos y otras grandes instituciones no han respondido al cambio climático con la urgencia, la gravedad o el apoyo necesarios para evitar el caos climático.

Creemos en ser responsables ante las comunidades y las personas a las que servimos, así como a nosotros mismos. Por lo tanto, reconocemos, honramos y respetamos las diferencias entre culturas, tradiciones y religiones en lo que respecta a experiencias, idiomas, comida, vestimenta, espacio personal, relaciones y otras diferencias, incluso si no estamos de acuerdo con ellas. En reconocimiento de esto, escuchamos y apoyamos en lugar de prescribir soluciones basadas en nuestros propios valores personales o culturales, sin dejar de ser honestos y auténticos con nosotros mismos y nuestros principios.

Todos los que compartan la visión, los valores fundamentales y los principios rectores de Ayuda Mutua para Desastres son bienvenidos a ser parte de este movimiento.

 

Esa filosofía y principios se trasladan en la práctica a nueve programas de superviviencia que llevan adelante. Ejemplo de ello es su participación en el propio Puerto Rico cuando el huracán María, tal y como lo narran en Todo por hacer:

 

La otra experiencia que queremos remarcar parte de la evidente degradación de la red eléctrica de la isla. Cansadas de esperar meses al retorno de la luz, varias comunidades tomaron cartas en el asunto. Este es el caso del pueblo serrano de Mariana6, al sureste de la isla. Tras el paso de María, varios/as activistas de la zona pusieron en marcha un proyecto de apoyo mutuo encaminado a coordinar tareas de limpieza, desescombro y alimentación comunitaria. Con el paso de los días, entran en contacto con el grupo del continente de orientación anarquista Mutual Aid Disaster Relief (MADR), una red descentralizada de activistas que trata de ayudar en desastres y catástrofes desde una perspectiva autónoma y solidaria. Los/as voluntarios/as del MADR se encontraban por esas fechas en Florida, atendiendo a los destrozos provocados allí por el paso de Irma, y deciden trasladar parte de su trabajo a Puerto Rico. En conjunto con la comunidad de Mariana, trabajaron durante semanas en la instalación de un equipo de energía solar y de varios purificadores de agua para el pueblo. La instalación fotovoltaica se realizó en una escuela abandonada transformada en cocina comunitaria, lavandería y oficina donde los habitantes del pueblo pueden cargar sus aparatos eléctricos. El diseño modular del sistema eléctrico, permite trasladarlo en caso de necesidad. Todo el sistema fue sufragado por diversas donaciones, y ahora pertenece y es gestionado por la comunidad de Mariana. Un módulo similar fue más adelante instalado por MADR en la vecina Caguas, en un centro de apoyo mutuo situado en un edificio ocupado por los habitantes del pueblo. Todo ello da pie a generar un debate en base a formas prácticas de dotar a las comunidades de herramientas de autogestión.

 

Por extraño que pueda parecer la dinámica de apoyo mutuo antagonista en Estados Unidos es una realidad que se extiende en la actualidad, tal y como recogimos en nuestro anterior blog cuando comentamos la publicación en castellano del texto de Dean Spade Ayuda Mutua: Construyendo solidaridad durante esta crisis (y la próxima).

 

 

 

La Caja de Resistencia Antirracista de Bilbo

 Como comentábamos al inicio de esta entrada, hay realidades de Redes de Apoyo Mutuo tejidas en nuestros alrededores que, a menudo, no somos capaces de percibir, pero que ahí están, desarrollando una tarea comunitaria imprescindible para la supervivencia de mucha gente, especialmente la de origen migratorio. Son redes de acogida y apoyo cuya base es el sentido comunitario que, afortunadamente, aún persiste en otras partes del planeta.

 Puede que en algunos casos centren su objetivo en la pura sobrevivencia (lo que no es poco, y cada vez va a tocar a más población), pero en otro, su horizonte es claramente transgresor y transformador. Uno de estos casos es el de la Caja de Resistencia Antirracista de Bilbao, surgida en pleno confinamiento y pandemia y cuyos planteamientos reproducimos a continuación:

 Desde el inicio convenimos en no representar a ningún colectivo, menos a ONG o instituciones asistencialistas. Somos 12 personas, negras, marrones, afro e indígena-descendientes, disidentes de la cis-hetero colonia y sobre todo antirracistas. Se trata de este modo de un apoyo creado por migrantes para migrantes, que se hace posible con apoyo mutuo, auto-organización, solidaridad y resistencia. Valores que ya asumíamos previamente, pero que la caja de resistencia ha convertido en práctica.

 Contamos con una memoria histórica en la genética corporal, rescatamos y nos reapropiamos de formas que desde hace siglos resisten a una minoría dueña de los recursos, los derechos, los sistemas de supuesto bienestar, etc. Para nosotres, el antirracismo es feminista y comunitario, las personas que ponemos el cuerpo lo estamos viviendo así. Trabajamos sabiendo que somos disidencias corporales en este sistema racista. Y estamos aquí también para romper con ese binarismo tan feo que nos impone el patriarcado. En nosotres no se pueden separar esas intersecciones, por tanto, resistimos desde nuestros cuerpos género-disidentes negros o marrones.

 Sí, precisamente parte del antirracismo también es eso, saber que nos sostenemos entre nosotres. Y dentro de este microcosmos, lo más político es poder organizarnos sin ningún tutelaje, representaciones ni institucionalizaciones blancas. Lo que hace que esto funcione es diferenciarnos del asistencialismo caritativo y confirmar nuestros procesos comunitarios y autogestionados, como una manera de agenciar todo lo que ha sido negado por la supremacía blanca y su sistema colonial.

 Además, pretendemos romper con el ver, mirar y sentir hacia las personas racializadas como objeto de asistencia y no como sujetos. De esta forma enunciamos nuestra propia capacidad de auto-organización y de responder a necesidades urgentes que se agravan en esta situación. No siempre tenemos por qué estar en el lado de personas atendidas.

 Ahí entra también la necesidad de la representatividad, y ver que en el puente, en los dos lados, hay personas con características similares. Así, quien se acerca a realizar una petición sabe que al otro lado hay una persona con una historia similar y que se trata de un espacio seguro.

 Coincidimos también en el sentimiento comunitario, y por eso estamos en la búsqueda constante de nuevas formas de representación y de hacer. ¿Cómo se relacionaban y resistían nuestros antepasados? ¿Nuestras ancestras? ¿Lo traemos de vuelta? Recuperar esa visión, de forma natural, que ya está en nosotres.

 Cuando empezamos pensábamos que íbamos a apoyar a muchas personas, y durante el proceso hemos puesto los pies (privilegios) en la tierra y hemos observado la propia capacidad de la caja. Esto es un aprendizaje: toda la burbuja onegeista que teníamos en nuestras cabezas (aprendida del sistema) ha ido desapareciendo a medida que hablábamos con las personas que acuden a la caja. Somos conscientes también de que no estamos solucionando unos problemas y vulnerabilidades que son estructurales, estamos realizando aportaciones económicas que cubren necesidades básicas y que no están tutorizadas por nadie.

 Se trata de iniciativas de ahorro y apoyo que existen en muchas culturas e identidades y que habría que recuperar en esta metrópoli colonial en la que la blanquitud, el individualismo y la competitividad no dejan margen apenas a otras formas de sentir, ser y relacionarse.

 La gestión de la caja pretende desactivarse, pero la caja en sí se queda como una herramienta del movimiento antirracista, aunque no tiene por qué ser necesariamente monetaria. El paso transversal es tejer un movimiento antirracista fuerte y acabar con una ley de extranjería que perpetúa estas injusticias y que es la principal generadora de desigualdad en nuestras comunidades. O en lo micro, intentar destruir el sistema colonial (nada más, risas malvadas

 

Para acabar con esta entrada, resaltemos de forma muy especial, interpelándonos especialmente a nosotras, este párrafo concreto

 Coincidimos también en el sentimiento comunitario, y por eso estamos en la búsqueda constante de nuevas formas de representación y de hacer. ¿Cómo se relacionaban y resistían nuestros antepasados? ¿Nuestras ancestras? ¿Lo traemos de vuelta? Recuperar esa visión, de forma natural, que ya está en nosotres.

¿No sería buen momento de intentar recuperar actualizadas algunas de las herramientas populares y comunitarias de nuestras ancestras: veredas, batzarres, organización popular por vecindades para autogestionar nuestras necesidades básicas…? Falta nos van a hacer, porque como señala Mati Iturralde (alguien que durante la pandemia supo tener un espíritu crítico y comunitario) en Argía, haríamos bien en poner la mirada en los Jatorrizko jarraibideak:

 

Ameriketako herri indigena batzuek sortu zituzten jatorrizko jarraibideak, planetan bizitza zaintzeko. Horien artean dago Potawattomie herria, edo eskertzen dakien herria. Jatorrizko jarraibide horiekin elkarrekiko harremanak antolatzen zituzten, bai eta haien inguruko edozein motatako bizitza ere. Leinu horretakoek pentsatzen zuten komunitateari eta lurrari eskatzen zitzaiena modu batean edo bestean berriro itzuli behar zitzaiela. Halaber, argi asko zuten zeinek zaintzen zituen komunitateko kideak, eta zeinek ez.

Egungo munduan, horrelako kulturei leku gutxi geratu zaie. Izan ere, kapitalismoak eta kolonialismoak herri indigenei desplazamenduak inposatu zizkieten, eta horrela, haien ohitura eta sustraiak desagertzeko zorian daude. Hala ere, mendeetan, herri indigena horiek beren modura gainditu dituzte klaseen arteko borroka eta genero diskriminazioa; azken finean, komunitatearen elkarzaintzak ez baitie biderik ematen esplo tazioari edo pertsonen arteko ezberdintasunari.
Gure herrian ere, sistema kapitalistaren garapenaren ondorioz, desplazamendu asko inposatu dizkigute. Gure lurraren eta komunitatearen arteko loturak gero eta ahulagoak dira. Herri bezala, planeta honetan bizitzeko jatorrizko jarraibideak galtzen ari gara, hau da, elkar zaintzeko trebetasuna eta ezagupideak.

Gauzak dezente koropilatu dira, eta denbora luzea eman behar izan dugu gure esparru ideologikoa finkatzen. Aspaldian kapitalismoaren bozeramaileek ideologiaren heriotza deklaratu arren, Euskal Herrian hamaika ildo politiko berri agertu dira. Orain dela hamarkada batzuk, oro har, bi ziren hizpide nagusiak: giza klase batekoa izatea eta herri identitatea. Eta horien arabera, aukeratu genuen non kokatu gure zaintza eremuak, geuretzat eta gure ondokoentzat. Baina, orain, gure aldameneko edozein persona edo talde etsai bihurtzen dugu. Edozein ahots ezberdin segidan baztertzen dugu, bere esparru ideologikoa ukatuz, eta, agian, ez gara konturatzen halako jarrerarekin poliki-poliki gure jatorrizko komunitatea desegiten ari dela.

Nire ustez, indigenen jatorrizko jarraibideak aplikatuko bagenitu herri bezala, askoz argiago geratuko litzateke zeinek zaintzen dituen benetan gure herriko pertsonak eta ingurua, eta zeinek soilik nahi duen sistemaren barruan bere lekuari eutsi; zeinek defendatzen dituen bere pribilegioak, eta zein saiatzen den guztion bizitza defendatzen komunitate bezala. Baliteke begirada sinpleegia izatea, baina lurra lokazten denean, niri, behintzat, nire lekua aurkitzen laguntzen dit

 

 

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