jueves, 25 de enero de 2024

Feminismos decoloniales y descoloniales (A vueltas con la decolonialidad y desconialidad y II)

 


 

 Consiste en el convencimiento de que si inevitablemente cualquier concepto, idea o crítica novedosa termina siendo absorbida por el mercado y la institucionalización, y si ello significa que la propuesta de un feminismo antirracista y descolonial se  convertirá ––como de hecho ya está ocurriendo–– en parte de una moda, en una  forma de corrección política o una nueva área de especialización académica para el lucro y prestigio personal de nuevas y viejas camadas de investigadores, se hace necesario contar con una memoria que documente las voces y experiencias que han dado el giro agónico, la vuelta de la mirada a contrapelo de la historia, produciendo de forma inédita fracturas con el orden y la episteme hegemónica.

(…) nos permitió avanzar en el reconocimiento de lo que nos acerca en términos de apuestas teórico-políticas y también de la profunda pluralidad, diferencias y divergencias que existen en la manera como estamos entendiendo las feministas las implicaciones históricas de la conquista y colonización del continente y sus consecuencias para la producción de un patriarcado moderno.

La posibilidad de encontrarnos y conversar, representó un momento propicio para conocer y comprender los distintos lugares de enunciación de los que provenimos quienes hacemos parte de un campo feminista que cuestiona los arreglos hegemónicos de la región, incluidos los que se expresan en el movimiento feminista.

(Las coordinadoras del texto Tejiendo de otro modo: Feminismo, epistemología y apuestas descoloniales en Abya Yala, en su introducción)

 

 

En la primera parte de estas entradas sobre decolonialidad, descolonialidad y sus polémicas ya indicábamos que este debate se estaba dando también dentro del movimiento feminista (al menos en Abya Yala, ya que en Europa se da de otra forma, entre el feminismo decolonial y el llamado hegemónico), aunque con un tono mucho más enriquecedor, con características de debate-diálogo, buscando más los caminos de encuentro para la colaboración, que el enfrentamiento abierto entre trincheras. Esto sucede en Abya Yala, y en parte en la academia estadounidense, pero no en Europa, donde el debate no está en estos momentos entre el feminismo decolonial y el descolonial, sino entre el feminismo descolonizador (se autodesigne decolonial o descolonial), y el llamado hegemónico o civilizatorio. Esta polémica europea, también muy nutritiva, excede las pretensiones de esta entrada, pero para quien quiera conocerla puede ser de interés el texto Un feminismo descolonial, de Françoise Vergès, quien define así su texto:

 Este trabajo se sitúa en la estela de las obras críticas de las feministas del Sur global y de sus aliadas del Norte respecto al género, el feminismo, las luchas de las mujeres y la crítica de un feminismo que denomino civilizatorio porque, en nombre de una ideología de los derechos de las mujeres, ha acometido la misión de imponer un pensamiento único que contribuye a perpetuar un dominio de clase, género y raza. Mi propósito en este libro es defender un feminismo descolonial dirigido a destruir el racismo, el capitalismo y el imperialismo, un programa al que trataré de dar una dimensión concreta.

 

Pero aquí nos vamos a centrar en la polémica sobre lo decolonial y lo descolonial que, además, surge de quienes crearon estos conceptos, ideas y propuestas y que creemos que hay que conocer para saber a qué nos referimos cuando elijamos usar uno u otro término (es un debate que, además, con toda probabilidad, terminará por saltar el Altántico, dándose también en Europa). Centrándonos en él, insistamos que ese tono diferente de debate entre posturas decoloniales y descoloniales no se da sólo al interior de las diversas corrientes feministas, sino también cuando la mayoría de ellas (ya vimos que no en el caso de la afilada crítica de Silvia Rivera Cusicanqui) abordan el debate general. Por ejemplo, Claudia Zapata Silva, cuando en su texto El giro decolonial. Consideraciones críticas desde América Latina nos da pistas de cómo llegó este debate a los grupos feministas:

 Es así como desde fines de los noventa y comienzos de los 2000 asistimos a un protagonismo indiscutible del grupo Modernidad-Colonialidad, alcanzando niveles de influencia –especialmente entre jóvenes estudiantes de postgrado deseosos de conocer la última novedad teórica, sobre todo si esta adquiere visos de radicalidad política, como es el caso– que explican en alguna medida la poca notoriedad que tuvieron las críticas que, aunque escasas, surgieron en igual período.

Sin embargo, en los últimos años se han producido novedades importantes en esta crítica, principalmente el hecho de que esta ha sido formulada por mujeres con trayectoria intelectual y política que residen en países de la región, que forman parte de sociedades racializadas y que poseen un fuerte vínculo con movimientos sociales.

Se trata de sujetas que responderían a los criterios de selección de esta corriente para ser nombradas como subalternas (y, por ende, depositarias de grados diferentes de otredad cultural). Me refiero a autoras como Silvia Rivera Cusicanqui (Bolivia), Ochy Curiel (República Dominicana) y Aura Cumes (Guatemala)

 

Como se deduce del título, la autora es crítica con el giro decolonial, pero su tono es muy distinto al que vimos en la anterior entrada:

 El giro decolonial, como cualquier corriente teórica, puede ser aceptable o debatible de acuerdo con la perspectiva de quien recibe. Sin embargo, cabe reconocer que para quienes nos situamos en la vereda crítica, más molesto que la corriente misma (desacuerdos pueden existir con ella o con otras propuestas, no es el punto) es ese acaparamiento de la escena que la ha hecho insoslayable y, sobre todo, la recepción irreflexiva (de la cual probablemente no se puede inculpar a los autores de esta corriente), que repite hasta el hartazgo palabras comodines que suelen cerrar más que abrir el análisis. Es cosa de mirar los programas de algunos congresos y algunas revistas especializadas para constatar que todo puede llegar a ser colonialidad o decolonial, sin que nadie se tome la molestia de explicar por qué. El hecho es que la mencionada corriente ha logrado canalizar las críticas a la modernidad en el continente, un debate anterior que parece subsumirse en la opción decolonial y, sobre todo, llenar las expectativas de crítica radical que mantienen ciertos auditorios académicos

También forma parte de esta recepción compleja el hecho de que parece entenderse que la crítica al colonialismo y al eurocentrismo constituirían una novedad en el continente. Una cuestión en la que tal vez sí cabe responsabilizar a los exponentes del giro decolonial, en cuyos trabajos no se exhibe un conocimiento acabado del campo de pensamiento crítico que ha surgido en América Latina durante los siglos xix y xx, pese a lo cual suelen formular hipótesis de envergadura (y por lo general descalificadoras, al rotular prácticamente todo lo anterior como convencional, probablemente de ahí venga aquello de “giro”, que podría entenderse como una forma de autorrepresentación intelectual).

(…) Como sea, no son muchas las voces que se han alzado cuestionando a este conjunto de autores, esto mientras crecía la influencia del grupo Modernidad-Colonialidad, sumando nuevos participantes, por ejemplo, la aparición del llamado feminismo decolonial, donde son reconocibles las figuras interesantes de María Lugones, Rita Segato y Yuderkys Espinoza, autoras que han introducido importantes matices, entre ellos, el de una conexión más explícita con el campo de la política. Esto implicó una mayor heterogeneidad entre el conjunto de autores que se pueden identificar con esta corriente, tanto a nivel de posturas teóricas como de instalación institucional (o no instalación institucional, como es el caso de algunas feministas decoloniales), o en aspectos que nunca son menores, como el lugar desde el cual se produce y publica, el idioma en el cual se escribe, etcétera.

 

Hemos visto que Claudia Zapata citaba a tres autoras de las que recoge sus críticas. Como los argumentos de Silvia Rivera ya los conocemos, veamos los de Curiel y Cumes, autoras ambas que, según quién las clasifique, lo hacen tanto en el grupo de las decoloniales, como en el de las descoloniales (lo que no es infrecuente en el debate al interior del movimiento feminista en esta cuestión). Así, en el caso de Ochy Curiel, nos dice:

 Por su parte, la autora afro dominicana Ochy Curiel, exponente importante del lesbofeminismo antirracista y parte del movimiento feminista de América Latina y del Caribe, quien ha residido en México y Colombia (trayectos geográficos relevantes a la hora de hablar sobre las necesidades de los diálogos Sur-Sur), ha formulado también críticas a esta corriente en algunos de sus escritos. El más relevante para estos efectos es el artículo “Crítica poscolonial desde las prácticas políticas del feminismo antirracista”. Dos son las objeciones fundamentales que hace Curiel a los estudios decoloniales: la primera, es que se trataría de una corriente que mantiene un sesgo colonial (en su relación con la subalternidad que representan en la escritura y en la invisibilización de los sujetos subalternos cuando estos producen teorías); la segunda, es que también sería una corriente androcéntrica.

La autora pone en valor la crítica anticolonial que se produjo hasta los años setenta y se reconoce en esa tradición protagonizada por sujetos de sectores racializados que articularon su labor intelectual con las luchas por la descolonización en las distintas dimensiones que esta posee y para confrontar una diversidad de configuraciones históricas coloniales. Con esta reivindicación Curiel rebate la aparente novedad del tema, esto en una revista que convocó a reflexionar sobre la “colonialidad del poder” y que dio espacio a este artículo suyo.

De esta trayectoria Curiel destaca a figuras emblemáticas del pensamiento afrodescendiente (Césaire, Fanon), pero también advierte sobre sus ausencias: las mujeres y el asunto del régimen sexual, una constatación interesante porque advierte en ello un continuum con los autores decoloniales. Dice la autora: “Pero a pesar de estos grandes aportes, ni Fanon ni Césaire abordaron categorías como sexo y sexualidad. Tampoco lo hacen los contemporáneos latinoamericanos que escriben sobre estos temas (Mignolo, Quijano, Dussel)”

 

Pero, sin embargo, la propia Ochy Curiel se identifica a menudo como feminista decolonial, como podemos ver en este pequeño video en el que explica sus claves, y en el que también introduce alguna crítica a quienes llevan el feminismo decolonial a la academia:

 


 

Siguiendo con el texto de Claudia Zapata, veamos qué nos dice por lo que respecta a Aura Cumes:

 Finalmente, Aura Cumes, investigadora maya kaqchikel, Doctora en Antropología Social por CIESAS de México y autora de una importante obra escrita donde incorpora al pensamiento anticolonial indígena la crítica al patriarcado, se pronuncia sobre estos asuntos en una entrevista de publicación reciente. En esta entrevista se le pregunta a Cumes sobre la teoría poscolonial y su respuesta contiene cuestionamientos similares a los que se han venido mencionando hasta aquí: desconocimiento de los movimientos anticoloniales indígenas y aceptación entusiasta por parte de las academias locales del conocimiento que proviene de las universidades del Norte, asumiendo la pretendida novedad de estos planteamientos.

Dice Cumes:

Lo más peligroso de la teoría “poscolonial blanca/occidental” como tú la llamas (que puede ser decolonial, descolonial, anticolonial) es cuando no se reconocen las luchas indígenas y negras, y piensan que ellos han descubierto que lo colonial es un problema actual, es decir, no interrumpido (…) Como decimos aquí, desde que Colón y Pedro de Alvarado pisaron nuestras tierras, se empezaron a articular las luchas anticoloniales y descoloniales.

Sin embargo, no nos podemos deshacer tan fácilmente de la racialización del conocimiento y de su consumo igualmente racializado. La palabra y el pensamiento de las y los teóricos poscoloniales, decoloniales y descoloniales blancos y mestizos, cae en un contexto de hegemonía colonial, en donde tienen y se les otorga autoridad por encima de las y los indígenas (…) La consecuencia de todo esto, es que pareciera que no tienen el interés de dialogar con nosotras y nosotros, sino que siguen teniendo la pretensión de darnos lecciones. En Guatemala, la gente indígena nunca dejó de hablar del problema colonial, y se puede rastrear, pero los teóricos ladinos y mestizos (caxlanes) de las ciencias sociales, con pocas excepciones, recién empiezan a reconocer que existe el problema, cuando el giro decolonial “los ilustró” al respecto.

 

Como vemos, las críticas no difieren mucho de lo visto en la anterior entrada, aunque sí el tono. Ese distinto talante entre las mujeres feministas queda claro también en iniciativas como el texto Tejiendo de otro modo: Feminismo, epistemología y apuestas descoloniales en Abya Yala, (al que pertenece la cita que abre esta entrada) donde se recogen textos sobre la colonialidad desde las muy diversas corrientes feministas de allá. Como indican las coordinadoras de la obra:

 Para empezar se nos hace necesario explicitar la razón por la cual se seleccionaron los textos que componen esta compilación. Al respecto, debemos decir que las autoras seleccionadas son activistas y pensadoras críticas comprometidas conscientemente con determinadas posturas dentro de las corrientes regionales que marcan el movimiento de mujeres y feminista latinoamericano. Es desde este compromiso y esta toma de postura que hemos definido el recorte, la selección de voces que hoy presentamos. Por supuesto que, dadas nuestras diferentes trayectorias políticas e intelectuales, esto implicó debates, tensiones y búsqueda de consensos. Primero, en la definición de los criterios y, luego, en la definición de quienes a nuestro entender los cumplían.

Fue fundamental debatir que no todo es lo mismo dentro del campo abierto de los estudios feministas y de la colonialidad. Atentas a la multiplicación de espacios y voces con privilegio enunciativo y alertadas ya por autoras como Rivera Cusicanqui (2010) y Spivak (2003) de los peligros de estxs ‘intelectuales bien intencionadxs’ que se autoanuncian en representación de las y los subalternos, preferimos una selección de textos que ubicara las miradas y las perspectivas críticas antiracistas y descoloniales de académicas, pensadoras y activistas en posiciones de subalternidad o cuyo compromiso político las posiciona en una opción por y con ‘los de abajo. Esto implicó una selección de textos no exclusivamente académicos, sino producciones fuertemente marcadas por el compromiso de sus autoras con las corrientes autónomas, radicales y antiliberales del feminismo y los movimientos sociales contra-hegemónicos del continente.

(…) Una de las estaciones a las que arribamos en el camino que ha alumbrado la publicación de este libro, fue el Coloquio Tejiendo de otro modo: feminismo, epistemología y apuesta descolonial en Abya Yala, el cual se llevó a cabo del 22 al 24 de abril de 2012, en la Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill. En este Coloquio participamos María Lugones, Breny Mendoza, Julieta Paredes, Aura Cumes, Sylvia Marcos, Arturo Escobar, Karina Ochoa, Yuderkys Espinosa y Diana Gómez y tuvo como objetivo la conformación de un espacio para la reflexión entre activistas y académicas respecto del hacer y el pensar descolonizador de los feminismos contra-hegemónicos en América Latina; así como la posibilidad de construir una genealogía propia sobre las huellas del camino recorrido para encontrar allí las apuestas de sentidos, los compromisos y preocupaciones, las producciones epistémicas de los feminismos descolonizadores del continente.

Como parte del programa se estableció un diálogo, partiendo de las trayectorias y los lugares epistémicos de enunciación personal y colectiva, para arribar a un espacio de reflexión conjunta sobre las preocupaciones e intereses actuales desde los que estamos atendiendo a nuestros proyectos académicos y políticos.

 

Pero vayamos entrando a la cuestión específica de los feminismos decolonial y descolonial, donde la cuestión se complica  En primer lugar, porque al presentarnos la historia reciente del feminismo descolonial, en no pocas ocasiones se nos está hablando de referentes del feminismo decolonial (incluso de autores hombres del giro decolonial). 

Es lo que sucede, por ejemplo, con el pedagógico texto de 2018 de Yetzy Urimar VILLARROEL PEÑA, titulado Feminismos descoloniales latinoamericanos: geopolítica, resistencias y Relaciones Internacionales, que, a pesar de su título (feminismos deScoloniales), está plagado de referencias al giro colonial  La autora al comienzo nos explica el origen:

 El feminismo descolonial latinoamericano nace con una fuerte influencia del feminismo autónomo latinoamericano que, a partir de 1980-1990, comenzó un proceso de desarrollo de pensamiento y prácticas políticas de resistencia para visibilizar la desigualdad de raza, etnia, clase, sexo y género en que viven buena parte de las mujeres de América Latina  Se propone desmontar la adscripción categorial de occidente tanto en lo académico como en lo político, por ello tiene vital importancia en y para las relaciones internacionales  Uno de los retos del pensamiento descolonial ha sido comprender la dimensión global y su conexión con lo local para repensar las

posibles alternativas políticas a la globalización neoliberal y a la colonialidad, y en ese sentido adquiere carácter geopolítico  Interesa: 1) Explicar el feminismo descolonial en América Latina y diferenciarlo de otras formas de feminismo, especialmente, del feminismo postcolonial  2) Determinar las fuentes de la cuales se nutre y las concepciones ontológicas, epistemológicas, estéticas y éticas que le caracterizan  3) Determinar las prácticas políticas colectivas que le preceden y sus propuestas de transformación sociopolíticas y, finalmente, 4) revisar su utilidad en el ámbito de las Relaciones Internacionales  Se concluye que es un pensamiento altamente estratégico porque considera el valor de otras epistemologías, ontologías, éticas y estéticas para pensar el mundo fuera de los discursos de derecha e izquierda

 

Para, posteriormente, relatar el surgir del giro colonial y su influencia en algunas autoras, entre ellas la que parece que unánimemente es reconocida como la precursora del feminismo decolonial, María Lugones:

 a principio de siglo XXI, un grupo de investigadores latinoamericanos se asocian para realizar un conjunto de estudios sobre la naturaleza de la modernidad y de la colonialidad, dando origen al denominado giro decolonial, una especial articulación, diálogo y puntos de comunicación entre diversas perspectivas: el sistema mundo, los estudios culturales y postcoloniales, además del bagaje de todo el pensamiento

crítico latinoamericano, en el cual investigadores/as como Enrique Dussel, Aníbal Quijano, Walter Mignolo, Sylvia Wynters, Edgardo Lander, Nelson Maldonado Torres, Catherine Walsh, Santiago Castro-Gómez, Ramón Grosfoguel, entre muchos otros/as, han realizado un gran trabajo intelectual

La descolonialidad desde el feminismo fue propuesta por la filósofa argentina María Lugones, teórica y activista del movimiento de mujeres negras y parte del Proyecto Colonialidad-Modernidad-Descolonialidad, influida por el pensamiento feminista afroamericano, y en discusión con la propuesta de Quijano llega a la idea de colonialidad del género  Posteriormente, otras latinoamericanas activistas de diversos feminismos se le fueron uniendo

 

Finalmente, nos relata algunos matices de diferentes autoras del feminismo descolonial y sus diversas posturas:

 Los feminismos descoloniales desde el punto de vista epistémico y práctico se configuran como una crítica al interior del propio movimiento feminista, al cual terminan denominando feminismo hegemónico, denunciando la manera universal de pensar la subordinación de las mujeres, dejando en claro que “no existe una mujer universal” y cuestionando la categoría de género  Entre sus principales exponentes se encuentran María Lugones, Yuderkys Espinosa y Ochy Curiel, Karina Ochoa, Gladys Tzul Tzul, Aura Cumes y Julieta Paredes, entre muchas otras  Aunque toma reflexiones que se han generado desde los feminismos postcoloniales, los feminismos negros, los feminismos autónomos, los feminismos críticos, los feminismos comunitarios e indígenas se han ido configurando como una forma de pensar y actuar con características propias

(…) Los feminismos descoloniales extraen de las autónomas esa necesidad de autoorganización, autogestión, crítica a la institucionalización y a la cooperación internacional

Estas estrategias permitirían garantizar que las prácticas políticas del movimiento no fueran dependientes de instancias que reproducen la colonialidad  Mientras, desde los feminismos indígenas se plantea el problema de las cosmovisiones de algunas comunidades que no son consideradas válidas por el etnocentrismo, pero que pueden ayudar a comprender la subordinación y emancipación de las mujeres del patriarcado

Adriana Guzmán (Bolivia), desde un feminismo muy cercano al feminismo indígena, el feminismo comunitario, sostiene “nosotras proponemos el feminismo comunitario como una teoría social, como una herramienta de lucha”, en rebeldía ante un feminismo occidental que ven y sienten como un mecanismo de dominación, que impone qué es el feminismo y cómo ser una feminista, mostrándolo como algo ya establecido que no se puede repensar

Julieta Paredes (Bolivia) sostiene que no se está pidiendo inclusión en el sistema occidental, ni el neoliberal ni el socialista, lo que se quiere es subvertir todas las formas de opresión, y en este afán han reconceptualizado las ideas de feminismo y patriarcalismo  Así el feminismo viene a ser “la lucha de cualquier mujer, en cualquier parte del mundo y en cualquier tiempo de la historia que lucha, se rebela y propone ante un patriarcado que la oprime o la pretende oprimir” de tal manera que el feminismo no nace con la Revolución francesa  Mientras que entienden por patriarcalismo “el sistema de todas las opresiones, todas las discriminaciones, todas las violencias que vive la humanidad”26 incluyendo la naturaleza

Los feminismos descoloniales se proponen visibilizar las opresiones imbricadas, desmontar la adscripción epistemológica categorial de occidente, llaman a la desobediencia epistémica, a reevaluar el ethos civilizatorio occidental tanto en lo académico como en lo político y en la existencia misma  Invitan a pensar y a mirar de forma imbricada esas opresiones sociales, con un conocimiento situado, para proponer prácticas políticas más acordes a los problemas, a las condiciones de acceso a los bienes materiales y simbólicos

 

Aunque quizá una buena explicación es la de uno de sus últimos párrafos:

 El pensamiento feminista descolonial latinoamericano no es homogéneo, es divergente y heterogéneo, tiene diversos lugares de enunciación, en los que se alejan, se acerca, o entrecruzan planteamientos y prácticas, pero siempre en diálogo  Parten de supuestos comunes, pero no pretenden enarbolar un solo discurso descolonial porque eso sería crear un nuevo universalismo, un nuevo pensamiento hegemónico que determinaría lo verdadero y lo válido

 

Las Distintas vertientes de los feminismos descoloniales es lo que nos explica con cierto detalle Márgara Millán en este más que recomendable video-conversación, en el que, además, cuando se le hace una pregunta sobre “Diferencias entre feminismo Decolonial y Feminismo Descolonial, la famosa S”, Márgara Millán comenta:

 La famosa S… a raíz de la invitación de Silvia Marcos a un grupo de colegas, formamos la Red de Feminismos Descoloniales, compartíamos mucho la crítica que les acabo de referir de Silvia Rivera Cusicanqui, no queríamos ser una Escuela dentro de la Academia; no queríamos adherirnos a un pensamiento que ya estaba como muy avanzado, los “estudios decoloniales” ¿no?; adheríamos a esta crítica en donde también, de alguna manera, ese paradigma decolonial estaba sobre todo articulado con teorías macro, con teorías explicativas de la totalidad, y nos parecía que la S señalaba esa diferencia; no queríamos aparece como Red de Feminismos Decoloniales, sino justamente Decoloniales  Y eso después se fue retomando en algunos movimientos, por ejemplo GLEFAS [Grupo Latinoamericano de Estudios, Formación y Acción Feminista] habla de descolonización y feminismo descolonial y no decolonial  Por supuesto subsiste la trayectoria de la escuela de pensamiento de lo decolonial  Con Catherine Walsh ya ella ya dice, lo decolonial o lo descolonial, bueno, como queramos, pero en nuestra intención crítica la S era arraigarnos a nuestra propia historia, tierra, contradicciones, territorio… entonces era rechazar, bueno a ver, lo voy a decir pues de una manera quizá muy provocadora, rechazar solamente hacer papers y pensar que podemos hacer prácticas descoloniales  Esa es la impronta crítica de lo deScolonial  Así lo pensamos nosotras y lo seguimos reivindicando

 


 Aunque para la citada Catherine Wash, al menos unos años antes, la cuestión de la S es contemplada de otra manera en el Prefacio del Tomo II de Pedagogías decoloniales: Prácticas insurgentes de resistir, (re)existir y (re)vivir :

 Como expliqué en Tomo I, “dentro de la literatura relacionada a la colonialidad del poder, se encuentran referencias —incluyendo en este mismo libro— tanto a la descolonialidad y lo descolonial como a la decolonialidad y lo decolonial  Suprimir la ‘s’ es opción mía  No es promover un anglicismo  Por el contrario, pretende marcar una distinción con el significado en castellano del ‘des’ y lo que puede ser entendida como un simple desarmar, deshacer o revertir de lo colonial  Es decir, a pasar de un momento colonial a un no colonial, como que fuera posible que sus patrones y huellas desistan en existir  Con este juego lingüístico, intento poner en evidencia que no existe un estado nulo de la colonialidad, sino posturas, posicionamientos, horizontes y proyectos de resistir, transgredir, intervenir, in-surgir, crear e incidir  Lo decolonial denota, entonces, un camino de lucha continuo en el cual se puede identificar, visibilizar y alentar ‘lugares’ de exterioridad y construcciones alter-(n)ativas” (Walsh, 2013: 25, nota 2)

 

En ese segundo tomo, en su capítulo 19, encontramos un texto titulado Pensar, sentir y hacer pedagogías feministas descoloniales  Diálogos y puntadas, donde sus autoras (Carmen Cariño, Aura Cumes, Ochy Curiel, María Teresa Garzón, Bienvenida Mendoza, Karina Ochoa y Alejandra Doroño) nos dan cuenta de una de esas prácticas tan habituales y envidiables que se dan en Abya Yala: juntarse para encontrarse, debatir y dialogar:

 En el mes de julio de 2015, en la ciudad de Oaxaca de Juárez-México, las autoras del presente ensayo tuvimos la oportunidad de compartir —junto a otras colegas como Yuderkys Espinosa, Breny Mendoza, Alejandra Aravena y María Lugones, también integrantes del Grupo Latinoamericano de Estudios Formación y Acción Feminista, GLEFAS— un espacio de reflexión con el propósito de tejer, desde nuestras diferentes experiencias y trayectorias, muchas veces contradictorias y en tensión, un telar en el cual dibujar varios caminos a recorrer y preguntarnos si era deseable y posible hacerlo juntas  Fueron días intensos, con tardes de sol y noches de lluvia, en los que los diálogos nos interrogaron sobre: ¿cómo llegamos algunas a asumirnos como feministas descoloniales? ¿Cómo otras han construido un posicionamiento político en disputa con aquel? ¿Qué es lo que entendemos por colonialidad, racismo, capitalismo y su relación con el proyecto feminista que estamos interesadas en construir? ¿Cuáles han sido las respuestas transformativas frente a ello, las distancias, cercanías y posibles coaliciones entre nosotras, con otras feministas y con otros movimientos sociales? ¿Cuáles son los privilegios y la forma como los mismos nos habilitan para “hablar” y “escuchar”?

Allí, en esa casa generosa donde vivimos algunos días, construimos condiciones para pensar, debatir, desarmar y co-construir los argumentos —siempre preliminares— que hoy algunas de nosotras presentamos en este ensayo polifónico, a propósito de la tarea conjunta de pensar, sentir y revisar el hacer de nuestras “pedagogías feministas descoloniales”  En consecuencia, este ensayo tiene esa vocación: la de ser una conversación entablada desde contextos diferentes, lugares diversos, experiencias múltiples y apuestas que no siempre convergen, las cuales, no obstante, se anudan en la propuesta de trenzar nuestros hilos, por medio de la reflexión sobre preocupaciones concretas en torno a un mundo de sentido complejo, donde aspiramos a un diálogo también complejo que contenga y produzca ecos en nosotras mismas, en los movimientos y apuestas de las que somos parte y donde quiera que exista la posibilidad de escucha

 

Buena parte de todos esos diversos planteamientos feministas sobre la colonialidad se pueden ver con cierto detalle en el ya varias veces citado texto colectivo Tejiendo de otro modo: Feminismo, epistemología y apuestas descoloniales en Abya Yala, cuya lectura completa os recomendamos, y de cuya introducción vuelven a ser estos párrafos:

 Como ya hemos expresado, el feminismo descolonial no es un campo uniforme. Pensarlo de manera homogénea le haría perder gran parte de su riqueza. El camino hacia este libro nos muestra una perspectiva en pleno crecimiento donde existen diferencias pronunciadas en torno a la apuesta que el giro descolonial trae al feminismo. Estas diferencias tienen que ver tanto con los contextos de los países de origen y/o desde los cuales se trabaja, como con las posiciones de los sujetos que escriben y los sujetos con los cuales se trabaja, así como con los enfoques epistemológicos, las cosmovisiones de origen y los proyectos de sociedad a que aspiramos. Hay diferencias importantes, por ejemplo, en la manera cómo nos relacionamos con el pensamiento de la modernidad, con sus marcos teórico-conceptuales y con sus metodologías de análisis y producción de conocimiento.

Si bien está presente la necesidad de pensarnos más allá de la matriz euronorcéntrica cuestionando principios centrales de la modernidad, se mantienen preguntas abiertas como la relación de nuestras apuestas de futuro con la modernidad occidental; las maneras adecuadas de identificar y recoger apuestas epistémicos que han resistido, enfrentado y producido fracturas en la razón imperial; la posibilidad, si es que la hay, de volver a mirar el pasado para reinterpretarlo a la luz de este nuevo giro que enfrenta la mirada eurocéntrica y burguesa del feminismo clásico. En resumen: ¿De qué manera es posible repensar el proyecto feminista desde una mirada geopolíticamente situada?

 

Pero, si tuviéramos que elegir entre los materiales que hemos leído, visto o escuchado para elaborar esta entrada, los que nos ha gustado muchísimo son estos dos videos de una conferencia de Ochy Curiel titulada Feminismo Decolonial  Prácticas Políticas Transformadoras, donde, por un lado, en el primer video, expone una forma desenfadada, coloquial, comprensible y llena de humor nos acerca a la génesis y desarrollo del feminismo decolonial, las fuentes de las que ha bebido, el momento en el que está y las críticas a algunas de las variadas corrientes que hoy en día se pueden encontrar en su seno:

 


Pero es que en el segundo video entra al trapo con claridad, contundencia y mucha pedagogía a las cuestionadoras palabras que se le hacen desde el público (le entra a todo, incluso a la industria de armamentos)

 


 

No sabemos si finalmente Ochy Curiel se siente feminista decolonial o descolonial, aunque en estos videos de 2016 se declara decolonial, ya que tal, y como apunta Márgara Millán en su ya comentado video, y como hemos podido ver en el texto Pensar, sentir y hacer pedagogías feministas descoloniales  Diálogos y puntadas, el grupo al que pertenece, GLEFAS, ha pasado hoy en día a denominarse de los feminismos descoloniales.

 Parece, aunque no lo afirmamos con rotundidad, que, como señalábamos al principio de esta entrada, ese debate sobre decolonialidad y descolonialidad aún no ha llegado del todo a esta parte del mundo, donde el debate está todavía en una fase previa, y las feministas que apuestan por la descolonialidad o la descolonialidad tienen que centrar sus esfuerzos en el cuestionamiento del feminismo hegemónico o clásico (o alguna de sus derivadas), como en este artículo de Flora Pozzobon titulado Decolonialidad y antirracismo, con párrafos tan contundentes como este:

 Algunas veces escuchamos a compañeras feministas enunciar que encarnan la interseccionalidad porque sufren opresión por razones de género, clase y condición nacional-lingüística  Pero muchas veces lo hacen desde la universidad, con papeles, o desde su estatus de clase media blanca occidental  Y esas frases nos revuelven el estómago a las mujeres inmigrantes y racializadas, sobre todo cuando nos preguntamos si la mujer que les limpia el despacho o la casa habla euskera  Ya sabemos que las únicas ofertas laborales de la web de Lanbide que no lo exigen son las de limpiadora o cuidadora interna  Otras veces, se nos hiela la sangre cuando escuchamos enunciar en este contexto lemas nacidos en Latinoamerica, como “cuerpos y territorios en resistencia”  ¿Por qué no se explicita el origen de los mismos o por qué no se menciona que las resistencias del Sur Global son muchas veces la vanguardia de la lucha antipatriarcal, anticolonial y anticapitalista y que nutren la práctica política y la producción teórica del Norte?

 

Igualmente, en Afroféminas, Marta Llorens Mejías, en un artículo titulado Feminismo decolonial en Europa, señala:

 Además, el feminismo clásico ha ido reproduciendo muchas ideas del estado de bienestar empezadas en la modernidad  Por ello, el estado- nación se está apropiando de las ideas y las está institucionalizando

¿Qué podemos hacer ante este olvido por parte del feminismo clásico?

Romper la fragmentación, entender la complejidad de la discriminación en su totalidad, no separando el género de otras condiciones que te hacen más vulnerable a la discriminación

Dar voz a las subalternas y a las oprimidas  Actualmente, en nuestro mundo capitalista y de producción solo tienen acceso al conocimiento y a expresar sus ideas aquellas que se encuentran en un lugar de privilegio

Repensar todo lo producido por el feminismo que más conocemos, pues ha sido producido bajo ideas de colonización  Romper con la idea del sistema sexo – género que nos propone Gayle Rubin (1986) y pensar que el género solo se da en el sistema moderno colonial, solo se aplica a aquellas personas que han sido producidas dentro del canon de lo humano, muchas indígenas no tienen está división por géneros

Además, las feministas decoloniales nos proponen revisar en Europa el “tercer mundo” que muchas feministas dejan fuera de sus agendas, un “tercer mundo” que no aparece en las cuestiones políticas de interés  Y esto es un problema, pues la mayoría de las mujeres no se sienten identificadas en unas políticas que las marginan y las invisibilizan

Actualmente, las nuevas generaciones de mujeres han crecido con un discurso feminista, pero un discurso feminista burgués, empapado de ideas capitalistas y liberales  Estas nuevas generaciones entienden mucho mejor la lucha institucional que la lucha a pie de calle, lucha que integra a toda la variedad de luchas, mientras que la institucional discrimina la mayoría de las luchas  Por ello, es necesario que la mirada occidental, blanca y burguesa pare  Es necesario que las feministas europeas dejen a las feministas indígenas, de color, hacer su feminismo y dejarlas de empapar con nuestras ideas occidentales que quedan muy distantes del ideal de lucha feminista que ellas tienen

 

Y Natali Jesús y Salma Amzian, en un artículo titulado 8M, desde una perspectiva decolonial, parten afirmando que:

 La decolonialidad no puede ser una retórica más que nos dé un nicho dentro de los feminismos occidentalócéntricos, una identidad que complete la “diversidad” dentro de ese feminismo

 

Posteriormente, tras unas cuantas sabrosas argumentaciones, plantean:

 ¿UNA PRAXIS FEMINISTA DECOLONIAL DESDE EUROPA?

Llegadas a este punto, cabe preguntarse ¿qué planteamientos tenemos, aquí y ahora, las mujeres migrantes/racializadas?

En general, estamos pidiendo cuotas de representación dentro del feminismo blanco y sus organizaciones  Es decir, estamos coloreando las narrativas de liberación moderna, legitimando la colonialidad  O bien, esperando que los movimientos de mujeres blancas con esas narrativas quieran incorporar a sus agendas nuestras experiencias y demandas  Reproduciendo y legitimando tutelas, asumiendo e invisibilizando el racismo  Esperando a que la feminista blanca de turno nos de permiso para llevar hijab, vivir nuestras vidas, a que encuentre una forma de amoldar nuestras experiencias de opresión en sus esquemas  Cuando nos dicen que cabemos, ¿a quienes han dejado fuera o en qué nos han convertido? ¿Estamos, quizás, buscando un reconocimiento individual, mendigando la aprobación del/la blanco/a? Envueltas en esta dinámica seguimos alimentando la fascinación por el/la blanco/a y exigiendo que aparezcamos en abstracto en los discursos y proyectos de emancipación construidos sin nosotras, y, por lo tanto, contra nosotras  Pedir cuotas de representación se ha demostrado ya inútil  

La pregunta para nosotras es, ¿para qué luchamos en el contexto español, cómo organizarnos política y estratégicamente contra las opresiones sistémicas que nos afectan? Definitivamente, no esperamos convertirnos en otras versiones de la mujer blanca, ni menos aún, del hombre blanco dominante  El feminismo blanco se nos impone para hacerlo compatible con cualquiera de nuestras luchas antirracistas, sean mixtas o no mixtas de género  Lo que no podemos permitirnos a este punto, es imitar los métodos de liberación feministas occidentalocéntricos  

(…) Repensar el eurocentrismo que estructura muchas de nuestros espacios y luchas, así como romper el silencio es también un acto decolonial  Debemos abandonar, si es que nuestra práctica pretende ser realmente decolonial, las prácticas que solo nos llevan a colorear la modernidad, que solo tienen como resultado su legitimación y enraizamiento  No olvidemos que tampoco somos solo mujeres racializadas

(…) Dudamos seriamente que el fin de la decolonialidad nacida en esos territorios sirva para que nosotras, mujeres racializadas que vivimos en el norte, podamos encajar mejor en los espacios blancos

 

Así las cosas, nos parecen oportunos algunos planteamientos como el de Laura Mercedes Oyhantcabal en su texto Los aportes de los feminismos decolonial y latinoamericano en el que se plantea:

 (…) En mi caso particular, siendo uruguaya, se me ha hecho difícil comprender las reivindicaciones del feminismo por fuera de la impronta que nuestra historia, nuestras tierras y nuestros cuerpos-territorios1 imprimen sobre este movimiento  A su vez, luego de haber vivido un tiempo en España y encontrarme en la lucha con otras compañeras latinoamericanas feministas, se nos hizo claro que las perspectivas latinoamericana y decolonial nos brindaban herramientas teóricas y prácticas fundamentales para comprender esos espacios que habitamos tanto dentro como fuera de nuestro continente  En este artículo, me gustaría hacer una revisión bibliográfica para presentar algunas de las discusiones y críticas que plantean el feminismo latinoamericano y el feminismo decolonial respecto al hegemónico, así como los aportes y las herramientas teóricas que brindan para pensar nuestros contextos y experiencias concretas

Específicamente, me gustaría responder a las siguientes preguntas: ¿cuáles son las críticas de los feminismos-otros al sujeto del feminismo hegemónico?, ¿de qué forma la articulación con la propuesta decolonial ha sido útil para pensar la relación entre estos feminismos?, ¿cuáles han sido los aportes teóricos para erigir los feminismos decolonial y latinoamericano?, ¿qué discusiones fundamentales han dado estos feminismos para entender nuestros cuerpos-territorios, nuestra historia y nuestras tierras?, y ¿qué herramientas teóricas brindan para abordar futuras investigaciones?

Este trabajo se propone como un ejercicio valioso para potenciar las luchas globales del feminismo a través de solidaridades y alianzas —en pie de igualdad entre todas nosotras— como sugiere el “feminismo transnacional” (Mohanty, 2013)  Todo ello, sin olvidar, comprendiendo y apoyando, cuáles son las luchas específicas que cada comunidad necesita llevar a cabo para su emancipación feminista, antirracista y anticapitalista, y evitando la reproducción de dominaciones y opresiones que muchas veces nos resultan invisibles por los lugares privilegiados que ocupamos respecto a otras compañeras

 

Esa escucha (y diálogo) desde los feminismos occidentales hacia lo que plantean los feminismos decoloniales de Abya Yala parece que se va dando poco, como demuestra este sabrosísimo ejemplo de parte de la entrevista realizada por Hegoa a Yuderkys Espinosa Miñoso con el título de El feminismo descolonial y el desafío de repensarlo todo, con el que cerramos esta larga entrada (que no, ni mucho menos los múltiples debates abiertos que recoge):

 Leticia y Yeni: Y ahora la gran pregunta que desde acá más nos cuesta entender, ¿qué podemos hacer los feminismos occidentales para incorporar los aportes descoloniales?

 Yuderkys: Cambiarlo todo  Con ello me refiero a que se trata de que el feminismo en su conjunto haga suya la apuesta por cambiar la manera de pensar y experimentar el mundo tal como nos lo propone y enseña el proyecto de la modernidad eurocentrada  Para empezar, habría que cambiar los términos de las preguntas  Por ejemplo, no hay algo como “incorporar (nuestras) demandas” que puedan hacer los feminismos occidentales porque no se pueden incorporar nuestras críticas y nuestras propuestas a lo que ya está así hecho, pensado, teorizado, agendando, comprometido con la modernidad y la colonialidad

Y tampoco nuestras críticas pueden ser reducidas a demandas, porque no lo son  La crítica que hacemos no se puede reducir a un punto a agregar en la agenda feminista conocida  Lo que les estamos diciendo es que las bases de interpretación y de deseo en que se ha construido el armazón feminista son parte de un programa –la euromodernidad– que es responsable de la aniquilación y desaparición de demasiada gente y demasiada vida  Dentro de estas gentes y estos mundos sometidos a desaparición se encuentran la mayoría de las mujeres del planeta

Entonces, no se pueden incorporar nuestras apuestas sino es cambiando al feminismo de raíz  Haciendo del feminismo otra cosa que lo que es y ha sido  Angela Davis dice que el feminismo negro debería ser el feminismo de todas, no solo el de las negras  Que todo el feminismo debería ser feminismo negro implica no que todas somos negras (o indígenas, o gitanas, o musulmanas, o africanas, o asiáticas o racializadas) sino que todas asumimos el compromiso con la desaparición de la matriz de dominación en su conjunto

Todo el feminismo debería ser descolonial y antirracista, pero por supuesto esto conlleva una responsabilidad  No se trata solo de nombrar, ni de solidarizarse  Se trata de trabajar activamente para acabar con los privilegios del clase y raza, comprendiendo que la violencia material y simbólica sobre los cuerpos de la mayoría de las mujeres solo termina cuando enfrentamos la estructuración racista y capitalista de la sociedad

Entonces lo primero que deben hacer las feministas occidentales es abandonar el feminismo occidental que centra la interpretación de la dominación y la agenda de lucha en el género y la sexualidad  Deben comprender que cuando hacen esto solo están trabajando por sí mismas y por su propia liberación  O sea, trabajan para aquellas que están en mejor condición de privilegio  El feminismo descolonial, siguiendo el ejemplo de lucha de las mujeres de los pueblos extraeuropeos, propone descentrar el género o el patriarcado como la explicación fundamental de la dominación de las mujeres y de los cuerpos y sexualidades no normativas  El género siempre está racializado y dentro de un orden colonial  Comprender esto es la base para hacer del feminismo otra cosa que lo que ha sido y sigue siendo hoy  A seguidas habrá que cuestionar, como lo venimos haciendo las feministas descoloniales y los feminismos negros, el programa político y la utopía feminista en su conjunto

Por demás decir que este cambio se hace más necesario que nunca cuando lo que vemos es cómo ese programa de liberación, ese programa de utopía eurocentrado del feminismo occidental y occidentalizado, no solo atenta contra la posibilidad de liberación de aquellas que pertenecemos a los pueblos dominados del mundo, sino que, hoy sabemos, da continuidad a un modelo de muerte basado en la explotación de lo que ha quedado por fuera del rango de lo humano y por ello a su servicio  Ese cambio se hace más necesario que nunca porque, ya sabemos, está llevándonos a la desaparición de la vida en su conjunto

Hay mucho que aprender de aquellas y aquellos que aún siguen resistiendo al intento de destrucción del lazo de la vida  Las mujeres en comunión con el resto de vidas que habitan en los mundos negados por occidente tienen mucho para enseñarnos  Si los feminismos occidentales y occidentalizados se toman en serio esta pregunta, en concreto deben partir por cuestionarse su prepotencia y asumir una postura aprendiz

Practicar la humildad es un buen inicio hacia otro programa  Aprender de aquellas que han sido negadas en su capacidad de construcción de conocimiento y abandonar la pretensión salvacionista

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario