jueves, 4 de abril de 2024

Cambio de Paradigma y Liderazgo Revolucionario

 


 

 

Las personas que desde La Saó animan la propuesta de un proceso revolucionario en los Països Catalans acaban de publicar un nuevo texto muy interesante bajo el título de Canvi de Paradigma i Lideratge Revolucionari que, además de acercaros (en su original en catalán, y en una versión retocada de traducción mecánica), queremos comentar muy brevemente.

 

No es la primera vez que comentamos un texto de La Saó, y en esta ocasión, como en la anterior, hemos de comenzar por decir que nos ha gustado mucho -a pesar de ciertas discrepancias de calado que ahora señalaremos- y que nos parece especialmente loable el tono de su texto, algo muy de agradecer.

 

En este texto la gente de La Saó le entra a la controvertida cuestión de las vanguardias y los liderazgos en los movimientos revolucionarios. Pero, junto a ello (o para ello), se introducen también en algunas otras cuestiones también interesantes. Por ejemplo, este párrafo de la parte inicial del texto, que aborda un tema casi ausente en las reflexiones de la mayoría de las propuestas revolucionarias occidentales actuales, aunque echemos de menos la cosmovisión espiritual a la que luego nos referiremos (los resaltados que aparezcan son suyos):

Gracias al trabajo de muchos movimientos revolucionarios, en particular en la periferia mundial, este paradigma está ya en construcción. Como todos los movimientos revolucionarios dignos de tal nombre, tenemos que construir una cosmovisión basada en los conocimientos filosóficos, científicos, arqueológicos adquiridos en la actualidad, renovando y enriqueciendo los elementos de nuestra tradición emancipadora.

 

O estos otros, que encontraréis hacia el final de su texto:

 Es necesaria a la vez visión y unidad estratégica, para plantear una estrategia que pueda construir este movimiento y superar el orden existente. Es necesaria también amplitud de miras y más ambición: no se trata de hacer colectivos donde realizamos prácticas transformadoras, sino construir espacios de contrapoder donde cubrir nuestras necesidades materiales e inmateriales, bajo nuestros principios y para nuestra gente, con la ambición de poder llegar cada vez a más capas de población.

 Hay que partir de lo que hemos aprendido en las últimas décadas en estos proyectos, normalmente locales y pequeños, para plantear proyectos que sean escalables o replicables, que se encuadren en una estrategia revolucionaria nacional e internacional. También deberemos crear nuevas formas de intervención política en ámbitos que aún no se han desplegado en toda su dimensión como el del ecologismo, el movimiento anticolonial o el movimiento por una nación democrática.

 Necesitamos construir un movimiento más amplio, pero con unas bases ideológicas, políticas y estratégicas más claras y sólidas. Este movimiento revolucionario que ahora debemos imaginar porque todavía no existe, debe ser quien realmente lidere y abra el camino hacia la revolución. Las organizaciones ideológicas o políticas tenemos la tarea de nutrirlo para que tenga la perspectiva, la capacidad organizativa y estratégica para hacerlo.

 

Pero vayamos al nudo gordiano del texto, el que hace referencia a liderazgos y vanguardias en el movimiento revolucionario. Al abordar estas cuestiones, no pocos de los posicionamientos de La Saó nos recuerdan a textos que le hemos leído a Kimua (que no podemos enlazar, pues su web lleva tiempo caída), lo que no es de extrañar, dada la sintonía y relación entre ambas organizaciones. Pero en los de La Saó encontramos posicionamientos tanto más pedagógicos como claros y abiertos. Es más, nos da la impresión de que con debates sosegados no sería demasiado complicado poder llegar a consensos –al menos en nuestro caso-  por parte de quienes impugnamos la idea de la necesidad de liderazgos y vanguardias en su sentido clásico.

 Porque al comienzo del texto de La Saó, podía llegar a parecer que se trataba de una cuestión terminológica (incluso de mala traducción mecánica), y que lo que La Saó califica como liderazgo podría ser entendido como personas que impulsan o inician. Es lo que se podría deducir de este párrafo:

 Para crear este movimiento hace falta un liderazgo. Esta necesidad es imperiosa si no nos queremos ver arrastradas por las fuerzas del sistema. Este liderazgo tiene que ser capaz de conectar el nuevo paradigma con un análisis de sociedad y con una propuesta estratégica para poder hacer una intervención política. Creemos que esto es lo que tenemos que hacer las organizaciones ideológicas o políticas: aportar al movimiento popular las propuestas que faltan y nutrirlo para que tenga los espacios de pensamiento estratégico, los espacios de formación y capacitación necesarios para intervenir políticamente y acontecer un movimiento revolucionario

 

Trasladándolo a otras coordenadas, el concepto que denominan como liderazgo no parece muy diferente, por ejemplo, al papel jugado por los colectivos antimilitaristas que lanzaron la propuesta de insumisión, y por los primeros insumisos que la llevaron a cabo. Y ni esos colectivos ni esas personas se sintieron nunca líderes de nada. Y mucho menos parte de una vanguardia. Pero, según vamos leyendo el texto, vemos que la diferencia no es sólo terminológica, sino conceptual, ya que se basa en ciertos planteamientos de doctrina marxista que no compartimos, como el concepto de “verdad revolucionaria”, como podemos ver en este párrafo:

 Sin embargo, pensamos que en la situación actual es imprescindible que existan vanguardias, entendidas como organizaciones que tienen una visión que va más allá de lo que está establecido, que permitan ensayar formas de ir adelante, de dar saltos cualitativos en la lucha. Son estos ensayos los que permiten acceder a fragmentos de la verdad revolucionaria y acercarnos a una síntesis más avanzada de la teoría y la praxis. Se trata de una noción más plural de vanguardia. Así pues, la vanguardia siempre la entendemos como vanguardia compartida. Una vanguardia desde y para las clases populares, que dialoga y aprende de y con las compañeras que se entregan al proceso revolucionario. Estas diferentes voces aportan diferentes sabidurías y, a través del diálogo, se fortalece una comprensión y lectura compartida que fundamenta un liderazgo revolucionario.

 

Si, como también dice La Saó al inicio del texto, “para superar esta crisis se requiere más que una nueva manera de ver el mundo” ¿de verdad que no nos vamos a cuestionar ideas doctrinarias como que haya “una verdad revolucionaria”, basada además en la razón, que, al menos hasta el presente, tan solo nos permite un conocimiento extenso pero muy limitado aún de la esencia de eso que podemos denominar Naturaleza, a la que, junto con muchos otros seres –animados o no- fuerzas y elementos pertenecemos? ¿De verdad pensamos que alguien o algo pueda ser depositaria de la verdad, y que ésta sea única e invariable? Son cuestiones de fondo que pensamos que exigen reflexión.

 Continuando con el texto, no obstante, a renglón seguido el texto de La Saó introduce unas líneas en las que si se cambiara la palabra “vanguardia” por “organización” y los de “liderazgo” o “lideresas” por “impulsoras” o “grupo motor”, podríamos llegar a un consenso:

 Para garantizar que la vanguardia defiende la ética revolucionaria y los intereses de las clases populares con mirada antipatriarcal y anticolonial, hace falta que nos dotemos de las estructuras y mecanismos necesarios, desde la formación hasta el trabajo de la personalidad. Desde La Saó apostamos por el liderazgo de las mujeres e identidades disidentes a través de la Estructura Autónoma, un órgano político no mixto con capacidad de liderazgo y toma de decisiones dentro de la organización y a la vez un espacio de empoderamiento y despliegue del potencial de las militantes que no son hombres cis. Lejos de concebirse desde una identidad uniforme o estática, esta estructura reconoce la condición de dominadas de las mujeres e identidades disidentes y defiende su superación en la lucha por la liberación colectiva.

 

Esa Estructura Autónoma no mixta, tal y como está caracterizada, es saber aprender de otras iniciativas revolucionarias como la del Confederalismo Democrático kurdo, lo que habla también muy en positivo de la apertura de mente y esquemas de La Saó. Esa actitud está presente en muchos otros apartados del texto, como, por ejemplo, éste:

 Hacer puentes.

Puede incluir a todas las oprimidas y conecta diferentes formas de hacer consiguiendo que el movimiento funcione como uno, dentro de su diversidad. Hace puentes en dos sentidos: entre la actualidad y la utopía y entre las diferentes expresiones de resistencia. A menudo se dice que para unir la diversidad hay que aguar el discurso. Nosotras pensamos que es al revés: en un momento donde el Sistema de Dominación amenaza con homogeneizarlo todo, la única propuesta que une la diversidad es la revolución. Así pues, un liderazgo revolucionario consigue unidad en la diversidad, no unidad destruyendo la diversidad.

 

Lo que no entendemos es la necesidad de la alusión al liderazgo revolucionario al final del párrafo. Del mismo modo que no entendemos por qué se titula “El liderazgo como brújula” a una parte del texto que, a nuestro modo de ver, no se refiere a tipo de liderazgo alguno, sino al propio movimiento en sí. Es este:

 El liderazgo como brújula

 Superar las limitaciones, crítica y camaradería.

Debemos ser críticas con el movimiento popular y con las expresiones de lucha existentes, pero a la vez debemos hacer autocrítica. Las razones para ello son obvias: las alternativas emancipadoras parten de un momento de derrota abrumador. Hacemos crítica y autocrítica para revisar, rectificar y avanzar.6 Este proceso debe emprenderse con humildad y con camaradería, también con el resto de organizaciones para poder superar el momento de estancamiento actual.

 

Ensanchar la mirada e ir más allá de la existente.

Uno de los rasgos característicos del momento histórico que vivimos es la dificultad de imaginar formas de organización y de relación social diferentes de las actuales. Romper con la inercia que nos impone la dominación empieza por dibujar ideas que supongan un avance respecto a lo existente, entender la verdad no sólo como «lo que es» sino como «lo que puede llegar a ser», en potencia.

 

 Hay, finalmente (ya hemos dicho que sólo vamos a apuntar unas breves cuestiones) otra cuestión relacionada con los liderazgos que no compartimos, es la que recogen estos párrafos:

La ética y la estética del liderazgo

(…)

Alegría y pasión revolucionaria.

Las renuncias y sacrificios que debemos hacer para asumir el compromiso como militantes revolucionarias no nos deben convertir en personas grises. Tampoco el odio hacia las violencias y opresiones que nos rodean. El camino que emprendemos lo hacemos con una convicción y voluntad profunda. Aunque a veces se puede hacer agotador, la conciencia de escoger de forma querida esta forma de vida nos abre la posibilidad de tener una existencia más plena. Y sobre todo, hay que irradiarlo en forma de alegría y pasión hacia los demás. Porque estimamos la vida estamos dispuestas a ofrecerla en la lucha, y este acto sólo se puede materializar a través del amor. Es el amor hacia la Vida Libre y hacia la sociedad lo que debe guiar nuestra práctica revolucionaria. 7

 

Como en el texto de Kimua al que nos remite el de La Saó en este apartado (Hacia un nuevo paradigma revolucionario, pag. 221), hay cuestiones que nos chirrían, porque parecen remitirnos más que a una ética a una épica revolucionaria que no compartimos. Si realmente tenemos convencimiento de lo que estamos haciendo, no entendemos que se hable de “renuncias y sacrificios que debemos asumir”, sino de prácticas liberadoras de las ataduras que el actual modelo socioeconómico nos ha creado para mantenerse y mantenernos cómplices. Si eso nos hace felices, lo irradiaremos, pero no porque nos impelen a ello la ética o la estética revolucionaria. Y no es una cuestión de traducción, porque el referido texto de Kimua también habla de que la alegría “debe ser” uno de los rasgos que caracterice a toda revolucionaria.

 También nos chirría la idea de estar dispuestas a ofrecer la vida en la lucha, y, además, que ello sea por un acto de amor. Esa “épica heroica” está muy lejos del movimiento revolucionario con el que nos sentiríamos cómplices o parte. Y no porque descartemos que en un momento dado la coherencia con nuestras ideas y nuestro compromiso colectivo pueda llevarnos a perder la vida (que no a “ofrecerla en la lucha”, como llega a señalar Kimua). ¿Por qué caracterizamos como épica heroica basada en el amor la pérdida de la vida por ser coherente con nuestras ideas, y no vemos al menos tan “heroica”, por ejemplo, la pérdida de la vida por intentar cruzar el estrecho para buscar en “occidente” los medios que te permitan alimentar a tu familia; o la asunción de que autoorganizarte al margen del poder institucional establecido en México conlleva el riesgo de aniquilación por matones a sueldo pagados por los poderes políticos y económicos? A nuestro entender las luchas revolucionarias no precisan tanto de héroes o heroínas dispuestas a dar la vida, sino de mucha gente convencida de practicar en lo cotidiano la subversión popular colectiva que supone lo que La Saó y Kimua denominan la Vida Libre.

 

Para acabar, hay una cuestión más que hemos dejado pendiente al inicio y que no querríamos dejar de señalar. Nos parece todo un acierto el que en las reflexiones de una propuesta revolucionaria, al hablar de las capacidades con las que debe ir dotándose el movimiento se incluyan las capacidades espirituales. Es una cuestión que hemos de admitir que nosotras mismas tenemos pendiente por desarrollar mucho más, pero en algún modo nos referíamos a ello cuando en otra parte de este texto hacíamos referencia a que hay razones que nuestra razón no explica y que, sin embargo, tienen una potencia vital importantísima, más aún en su dimensión colectiva. En esto también, como en tantas otras cosas, haríamos bien, como señala La Saó en el primer párrafo que hemos comentado de su texto, de lo mucho recorrido en esta cuestión por los muchos movimientos revolucionarios, en particular en la periferia mundial.

 

En cualquier caso, felicidades y gracias a La Saó por este texto. Esperamos con muchas ganas el aporte que en él se compromete a intentar llevar a cabo con el resto de organizaciones ideológicas con vistas a ver cómo hacer para superar las limitaciones actuales del movimiento popular y convertirse, partiendo de las prácticas de autoorganización social existentes, en un movimiento revolucionario. Por ello, y antes de dejaros el texto al completo, no se nos ocurre mejor forma de terminar esta entrada que reproduciendo el último párrafo del texto de La Saó:

 

La revolución que nos hace falta no la haremos unas vanguardias revolucionarias, la revolución que nos hace falta, la haremos cuando amplias capas de la población nos sumemos a un proyecto común. Un proyecto que pueda unirnos en la diversidad, donde ésta sea fuente de nuestra fortaleza y no la fuente de nuestra división.

 

 

 

19 de marzo, 2024
Cambio de Paradigma y Liderazgo Revolucionario

En medio de la crisis: viejas preguntas, nuevas herramientas.

 

Lo que caracteriza a las clases revolucionarias en el momento de su acción es la conciencia de que están a punto de hacer saltar por los aires el continuum de la historia.

W. Benjamin

 

El contexto de crisis civilizatoria en que nos encontramos abre oportunidades revolucionarias. Nos hace falta claridad ideológica y estratégica para salir del callejón sin salida. Nos hace falta un nuevo paradigma.1

 

¿Como construirlo? Nos hacen falta respuestas a viejas preguntas en nuevos contextos. Este nuevo paradigma, a pesar de ser fundamental, es solo el punto de partida. Para superar esta crisis, se requiere más que una nueva manera de ver el mundo; necesitamos un movimiento revolucionario que ofrezca propuestas estratégicas sólidas, capacidad para implementarlas y determinación para confrontar y superar las estructuras de dominación existentes. En este texto haremos una primera aportación al respecto y esbozaremos cómo creemos que podemos construir un liderazgo revolucionario ante una crisis civilizatoria que tiene elementos nuevos respeto anteriores crisis del capitalismo.

 

1. Crisis civilizatoria: construimos un nuevo paradigma.

 

Los tiempos difíciles que nos rodean actúan como ceremonias de incertidumbre, abriendo paso a nuevas posibilidades. Hoy no hay duda de que estamos inmersas en una crisis que va más allá de las crisis cíclicas del capitalismo. No es solo una crisis económica, sino una crisis que esboza interrogantes fundamentales sobre las bases que sostienen nuestra civilización.2

 

El capitalismo, cada vez con más dificultades, lucha para mantenerse en pie en este planeta finito. Con dificultades crecientes para satisfacer las necesidades básicas de las personas, las democracias liberales se desestabilizan, los mercados no ofrecen soluciones y los modelos de estados fuertes como el chino o el ruso ganan terreno. En este mundo donde la emergencia se ha convertido en el tono constante, las antiguas melodías de las democracias liberales ya no resuenan con la misma claridad.

 

Las bases éticas, filosóficas y científicas que construyeron la modernidad capitalista3 se descomponen. La visión del individuo, la razón y la superioridad humana sobre la naturaleza ya no consiguen dar respuestas precisas. El sistema de dominación ya no es capaz de dar sentido a la vida con su retórica tramposa.

 

En este entorno en crisis, no solo se pone en juego la producción o la organización social; la crisis toca las fibras mismas de cómo percibimos el individuo, la naturaleza y nuestra relación con el mundo. Para plantear una respuesta revolucionaria a esta crisis, es imprescindible adoptar un nuevo enfoque, un nuevo paradigma que vaya más allá de las visiones pasadas.

 

Gracias al trabajo de muchos movimientos revolucionarios, en particular en la periferia mundial, este paradigma está ya en construcción. Como todos los movimientos revolucionarios dignos de tal nombre, tenemos que construir una cosmovisión basada en los conocimientos filosóficos, científicos, arqueológicos adquiridos en la actualidad, renovando y enriqueciendo los elementos de nuestra tradición emancipadora.

 

Un nuevo paradigma es imprescindible, pero no es suficiente para superar la crisis, es solo una de las condiciones. Para superar la crisis hay que construir un movimiento revolucionario que partiendo de este nuevo paradigma, aporte 1) Una propuesta estratégica acertada, 2) Capacidad material para desplegarla y 3) Confrontar y superponerse a la dominación. Hace falta, además, que este movimiento tenga alcance internacional, para arrinconar de forma efectiva la dominación.4

 

Para crear este movimiento hace falta un liderazgo. Esta necesidad es imperiosa si no nos queremos ver arrastradas por las fuerzas del sistema. Este liderazgo tiene que ser capaz de conectar el nuevo paradigma con un análisis de sociedad y con una propuesta estratégica para poder hacer una intervención política. Creemos que esto es lo que tenemos que hacer las organizaciones ideológicas o políticas: aportar al movimiento popular las propuestas que faltan y nutrirlo para que tenga los espacios de pensamiento estratégico, los espacios de formación y capacitación necesarios para intervenir políticamente y acontecer un movimiento revolucionario.5

 

Ya decía Audre Lorde que "las herramientas del amo nunca desmontarán la casa del amo". La historia de los movimientos revolucionarios del siglo XX está llena de "traiciones" de las vanguardias hacia los objetivos de la revolución, la mayoría de las veces en su nombre y debido a los paradigmas que los fundamentaban. A menudo esto ha sido fruto de sustituir y suplantar los intereses históricos de las clases populares por los intereses del partido-vanguardia. El efecto colateral de apagar o traicionar los movimientos revolucionarios que estas mismas vanguardias habían iniciado ha hecho rechazable la propia noción de vanguardia y liderazgo revolucionario.

 

Sin embargo, pensamos que en la situación actual es imprescindible que existan vanguardias, entendidas como organizaciones que tienen una visión que va más allá de lo que está establecido, que permitan ensayar formas de ir adelante, de dar saltos cualitativos en la lucha. Son estos ensayos los que permiten acceder a fragmentos de la verdad revolucionaria y acercarnos a una síntesis más avanzada de la teoría y la praxis. Se trata de una noción más plural de vanguardia. Así pues, la vanguardia siempre la entendemos como vanguardia compartida. Una vanguardia desde y para las clases populares, que dialoga y aprende de y con las compañeras que se entregan al proceso revolucionario. Estas diferentes voces aportan diferentes sabidurías y, a través del diálogo, se fortalece una comprensión y lectura compartida que fundamenta un liderazgo revolucionario.

 

Para garantizar que la vanguardia defiende la ética revolucionaria y los intereses de las clases populares con mirada antipatriarcal y anticolonial, hace falta que nos dotemos de las estructuras y mecanismos necesarios, desde la formación hasta el trabajo de la personalidad. Desde La Saó apostamos por el liderazgo de las mujeres e identidades disidentes a través de la Estructura Autónoma, un órgano político no mixto con capacidad de liderazgo y toma de decisiones dentro de la organización y a la vez un espacio de empoderamiento y despliegue del potencial de las militantes que no son hombres cis. Lejos de concebirse desde una identidad uniforme o estática, esta estructura reconoce la condición de dominadas de las mujeres e identidades disidentes y defiende su superación en la lucha por la liberación colectiva.

 

En definitiva, creemos que hacen falta liderazgos, pero estos no pueden reproducir la dominación. Y si lo hacen, tienen que contar con una ética y unos mecanismos que los permitan ser críticos y enderezar su camino potenciando su vertiente liberadora. Deben basarse también en este nuevo paradigma. Quedarnos paradas y renunciar a impulsar el cambio revolucionario no es una opción, tenemos que arriesgarnos. Así pues, ¿cómo tienen que ser estos liderazgos para empujar y hacer avanzar una revolución social?

 

 

2. El liderazgo revolucionario: relación, brújula y principio ético.

 

El liderazgo que abre camino hacia una revolución social y global, tiene que ser especialmente generoso e inclusivo en tanto que debe hacer cuajar un movimiento amplio como es la sociedad y, por tanto, con amplia heterogeneidad. A continuación enumeramos las características que tendría que tener cualquier tipo de liderazgo político, tanto desde las organizaciones ideológicas como desde el mismo movimiento popular.

 

El liderazgo como relación

 

Coger perspectiva sin separarse.

Del mismo modo que no podemos separar la cabeza o el corazón del cuerpo, no podemos entender un pensar y liderar desde fuera. En los procesos de lucha que vivimos en la actualidad se acumulan aprendizajes fundamentales para construir una perspectiva revolucionaria, pero estos no son suficientes. Para alcanzar perspectiva también es necesario tomar conciencia de aspectos que van más allá de las luchas particulares, como pueden ser la cuestión territorial y nacional, la dominación de clase, la ideología o problemas de alcance global como la crisis climática.

 

Te lo otorgan, no te lo otorgas.

El liderazgo se tiene que entender de forma relacional y debe haber un reconocimiento mutuo. El liderazgo respete a un grupo o un movimiento no se puede enunciar desde la propia organización o agente que lidera. El liderazgo tiene que ser ganado y dado, no impuesto o conseguido en base a destruir a los otros. Se debe poder cuestionar y revocar cuando sea necesario.

 

Potenciar, no limitar.

Un liderazgo revolucionario es aquel que potencia las cualidades de quienes se pretende liderar, en lugar de limitarlas. Saber ver las potencialidades y aportaciones de todos los agentes y hacer que estas se desarrollen. Todo el mundo tiene que poder aportar al proceso de autoorganización.

 

No instrumentalizar.

Hay que romper con esta caracterización de las dominadas como una masa homogénea, como un objeto inerte que está esperando a ser guiado hasta la emancipación. Uno de los grandes errores de los procesos revolucionarios del pasado ha sido el de confundir los intereses de la propia organización con los de la clase o la sociedad en un sentido histórico. Nuestro compromiso tiene que ser con las dominadas y con el avance social del paradigma revolucionario, no solo con las organizaciones, que, al fin y al cabo, no son más que instrumentos para promover la autoorganización y la toma del poder.

 

Hacer puentes.

Puede incluir a todas las oprimidas y conecta diferentes formas de hacer consiguiendo que el movimiento funcione como uno, dentro de su diversidad. Hace puentes en dos sentidos: entre la actualidad y la utopía y entre las diferentes expresiones de resistencia. A menudo se dice que para unir la diversidad hay que aguar el discurso. Nosotras pensamos que es al revés: en un momento donde el Sistema de Dominación amenaza con homogeneizarlo todo, la única propuesta que une la diversidad es la revolución. Así pues, un liderazgo revolucionario consigue unidad en la diversidad, no unidad destruyendo la diversidad.

 

 

El liderazgo como brújula

 

Superar las limitaciones, crítica y camaradería.

Debemos ser críticas con el movimiento popular y con las expresiones de lucha existentes, pero a la vez debemos hacer autocrítica. Las razones para ello son obvias: las alternativas emancipadoras parten de un momento de derrota abrumador. Hacemos crítica y autocrítica para revisar, rectificar y avanzar.6 Este proceso debe emprenderse con humildad y con camaradería, también con el resto de organizaciones para poder superar el momento de estancamiento actual.

 

Ensanchar la mirada e ir más allá de la existente.

Uno de los rasgos característicos del momento histórico que vivimos es la dificultad de imaginar formas de organización y de relación social diferentes de las actuales. Romper con la inercia que nos impone la dominación empieza por dibujar ideas que supongan un avance respecto a lo existente, entender la verdad no sólo como «lo que es» sino como «lo que puede llegar a ser», en potencia.

 

 

La ética y la estética del liderazgo

 

Compromiso y generosidad.

Si tenemos el convencimiento de que estamos trabajando juntos para nutrir el movimiento popular y la sociedad, habrá que ser generosas con el resto de organizaciones y tener un compromiso firme. Nos comprometemos con nuestra organización porque creemos que proponemos un paradigma más acertado, pero sobre todo nos debemos al proceso revolucionario, a las dominadas, y a las personas que se entregan a impulsarlo.

 

Alegría y pasión revolucionaria.

Las renuncias y sacrificios que debemos hacer para asumir el compromiso como militantes revolucionarias no nos deben convertir en personas grises. Tampoco el odio hacia las violencias y opresiones que nos rodean. El camino que emprendemos lo hacemos con una convicción y voluntad profunda. Aunque a veces se puede hacer arduo, la conciencia de escoger de forma querida esta forma de vida nos abre la posibilidad de tener una existencia más plena. Y sobre todo, hay que irradiarlo en forma de alegría y pasión hacia los demás. Porque estimamos la vida estamos dispuestas a ofrecerla en la lucha, y este acto sólo se puede materializar a través del amor. Es el amor hacia la Vida Libre y hacia la sociedad lo que debe guiar nuestra práctica revolucionaria. 7

 

 

 

3. Autoorganización y movimiento revolucionario

 

Nosotros queremos llegar a la Vida Libre. Queremos construir una sociedad sin dominación. ¿Cómo hacerlo? La libertad no puede otorgarse, la libertad debe conquistarse. Por eso, para hacer la revolución queremos contar con las demás, con todas las oprimidas por el sistema de dominación, que somos la inmensa mayoría de la humanidad.

 

Para nosotros, el movimiento revolucionario debe ser el que ensaya y lidere la nueva sociedad. Pensamos que este movimiento debe ir dotándose de las capacidades estratégicas, políticas, económicas, sociales y espirituales para derrocar el orden establecido, tomar el poder para construir la nueva sociedad autoorganizada. Nos imaginamos que debe ser un movimiento de masas con una gran participación social y que tenga la capacidad para organizar toda la sociedad.

 

Pensamos que uno de los puntos de partida deben ser las prácticas de autoorganización social existentes, las que podemos englobar bajo el movimiento popular, por su potencialidad. Por eso es absolutamente necesario que el movimiento popular supere sus limitaciones para que se convierta en un movimiento revolucionario. Esperamos hacer un aporte en este sentido junto con el resto de organizaciones ideológicas. Tal como lo estamos planteando en La Saó, pensamos que la Estructura Autónoma de mujeres e identidades disidentes también puede ser una herramienta con potencial en el movimiento popular.8

 

Es necesaria a la vez visión y unidad estratégica, para plantear una estrategia que pueda construir este movimiento y superar el orden existente. Es necesaria también amplitud de miras y más ambición: no se trata de hacer colectivos donde realizamos prácticas transformadoras, sino construir espacios de contrapoder donde cubrir nuestras necesidades materiales e inmateriales, bajo nuestros principios y para nuestra gente, con la ambición de poder llegar cada vez a más capas de población.

 

Hay que partir de lo que hemos aprendido en las últimas décadas en estos proyectos, normalmente locales y pequeños, para plantear proyectos que sean escalables o replicables, que se encuadren en una estrategia revolucionaria nacional e internacional. También deberemos crear nuevas formas de intervención política en ámbitos que aún no se han desplegado en toda su dimensión como el del ecologismo, el movimiento anticolonial o el movimiento por una nación democrática.

 

Necesitamos construir un movimiento más amplio, pero con unas bases ideológicas, políticas y estratégicas más claras y sólidas. Este movimiento revolucionario que ahora debemos imaginar porque todavía no existe, debe ser quien realmente lidere y abra el camino hacia la revolución. Las organizaciones ideológicas o políticas tenemos la tarea de nutrirlo para que tenga la perspectiva, la capacidad organizativa y estratégica para hacerlo.

 

La revolución que nos hace falta no la haremos unas vanguardias revolucionarias, la revolución que nos hace falta, la haremos cuando amplias capas de la población nos sumemos a un proyecto común. Un proyecto que pueda unirnos en la diversidad, donde ésta sea fuente de nuestra fortaleza y no la fuente de nuestra división.

 

¡Viva la tierra!

 

¡Hasta la victoria!

 

 

 Referencias

 1. Teoría o conjunto de teorías cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar y que suministra la base y modelo para resolver problemas y avanzar en el conocimiento. Cómo es el mundo, cómo lo entendemos, cómo lo podemos conocer, qué papel tenemos, etc.

2. Ecología Política por una propuesta revolucionaria emancipadora, La Saó. https://lasao.cat/ca/articles/ecologia-politica-per-una-proposta-revolucionaria-emancipadora

3. La Modernidad capitalista, La Saó. https://lasao.cat/ca/articles/modernitat-capitalista

4. Farem Saó, La Saó. https://lasao.cat/ca/articles/farem-sao

5. Kimua. Principios ideológicos y propuesta política https://kimua.eus/es/articulos/kimua-principios-ideologicos-y-propuesta-politica

6. Perder para ganar, La Saó. https://lasao.cat/ca/articles/perdre-per-guanyar

7. Kimua. Hacia un nuevo paradigma revolucionario, 2021 (Pág. 221).

8. Fortaleciendo un feminismo revolucionario, La Saó. https://lasao.cat/ca/articles/enfortint-un-feminisme-revolucionari

 

 

 

 

 

19 de març, 2024

Canvi de Paradigma i Lideratge Revolucionari

Enmig de la crisi: velles preguntes, noves eines.

https://lasao.cat/ca/articles/canvi-de-paradigma-i-lideratge-revolucionari

 

El context de crisi civilitzatòria en què ens trobem obre oportunitats revolucionàries. Ens cal claredat ideològica i estratègica per sortir de l'atzucac. Ens cal un nou paradigma.1

Com construir-lo? Ens calen respostes a velles preguntes en nous contextos. Aquest nou paradigma, tot i ser fonamental, és només el punt de partida. Per superar aquesta crisi, es requereix més que una nova manera de veure el món; necessitem un moviment revolucionari que ofereixi propostes estratègiques sòlides, capacitat per implementar-les i determinació per confrontar i superar les estructures de dominació existents. En aquest text farem una primera aportació al respecte i esbossarem com creiem que podem construir un lideratge revolucionari davant d'una crisi civilitzatòria que té elements nous respecte anteriors crisis del capitalisme.

1. Crisi civilitzatòria: construïm un nou paradigma.

Els temps difícils que ens envolten actuen com a cerimònies d'incertesa, obrint pas a a noves possibilitats. Avui no hi ha dubte que estem immerses en una crisi que va més enllà de les crisis cícliques del capitalisme. No és només una crisi econòmica, sinó una crisi que esbossa interrogants fonamentals sobre les bases que sostenen la nostra civilització.2

El capitalisme, cada cop amb més dificultats, lluita per mantenir-se en peu en aquest planeta finit. Amb dificultats creixents per satisfer les necessitats bàsiques de les persones, les democràcies liberals es desestabilitzen, els mercats no ofereixen solucions i els models d'estats forts com el xinès o el rus guanyen terreny. En aquest món on l'emergència s'ha convertit en el to constant, les antigues melodies de les democràcies liberals ja no ressonen amb la mateixa claredat.

Les bases ètiques, filosòfiques i científiques que van construir la modernitat capitalista3 es descomponen. La visió de l'individu, la raó i la superioritat humana sobre la natura ja no aconsegueixen donar respostes precises. El sistema de dominació ja no és capaç de donar sentit a la vida amb la seva retòrica tramposa.

En aquest entorn en crisi, no només es posa en joc la producció o l'organització social; la crisi toca les fibres mateixes de com percebem l'individu, la natura i la nostra relació amb el món. Per plantejar una resposta revolucionària a aquesta crisi, és imprescindible adoptar un nou enfocament, un nou paradigma que vagi més enllà de les visions passades.

Gràcies a la feina de molts moviments revolucionaris, en particular a la perifèria mundial, aquest paradigma està ja en construcció. Com tots els moviments revolucionaris dignes de tal nom, hem de construir una cosmovisió basada en els coneixements filosòfics, científics, arqueològics adquirits en l'actualitat, renovant i enriquint els elements de la nostra tradició emancipadora.

Un nou paradigma és imprescindible, però no és suficient per superar la crisi, és només una de les condicions. Per superar la crisi cal bastir un moviment revolucionari que partint d'aquest nou paradigma, aporti 1) Una proposta estratègica encertada, 2) Capacitat material per desplegar-la i 3) Confrontar i superposar-se a la dominació. Cal, a més a més, que aquest moviment tingui abast internacional, per arraconar de forma efectiva la dominació.4

Per crear aquest moviment cal un lideratge. Aquesta necessitat és imperiosa si no ens volem veure arrossegades per les forces del sistema. Aquest lideratge ha de ser capaç de connectar el nou paradigma amb una anàlisi de societat i amb una proposta estratègica per poder fer una intervenció política. Creiem que això és el que hem de fer les organitzacions ideològiques o polítiques: aportar al moviment popular les propostes que manquen i nodrir-lo perquè tingui els espais de pensament estratègic, els espais de formació i capacitació necessaris per intervenir políticament i esdevenir un moviment revolucionari.5

Ja deia Audre Lorde que "les eines de l'amo mai no desmuntaran la casa de l'amo". La història dels moviments revolucionaris del segle XX està plena de "traïcions" de les avantguardes cap als objectius de la revolució, la majoria de cops en el seu nom i a causa dels paradigmes que els fonamentaven. Sovint això ha estat fruit de substituir i suplantar els interessos històrics de les classes populars pels interessos del partit-avantguarda. L'efecte col·lateral d'apagar o trair els moviments revolucionaris que aquestes mateixes avantguardes havien iniciat han fet rebutjable la pròpia noció d'avantguarda i lideratge revolucionari.

Malgrat això, nosaltres pensem que en la situació actual és imprescindible que existeixin avantguardes, enteses com a organitzacions que tenen una visió que va més enllà del que està establert, que permeten assajar formes d'anar endavant, de fer salts qualitatius en la lluita. Són aquests assajos els que permeten accedir a fragments de la veritat revolucionària i acostar-nos a una síntesi més avançada de la teoria i la praxi. Es tracta d'una noció més plural d'avantguarda. Així doncs, l'avantguarda sempre l'entenem com a avantguarda compartida. Una avantguarda des de i per a les classes populars, que dialoga i aprèn de i amb les companyes que s’entreguen al procés revolucionari. Aquestes diferents veus aporten diferents savieses i, a través del diàleg, s’enforteix una comprensió i lectura compartida que fonamenta un lideratge revolucionari.

Per garantir que l’avantguarda defensa l’ètica revolucionària i els interessos de les classes populars amb mirada antipatriarcal i anticolonial, cal que ens dotem de les estructures i mecanismes necessaris, des de la formació fins al treball de la personalitat. Des de La Saó apostem pel lideratge de les dones i identitats dissidents a través de l’Estructura Autònoma, un òrgan polític no mixt amb capacitat de lideratge i presa de decisions dins de l’organització i a la vegada un espai d’empoderament i desplegament del potencial de les militants que no són homes cis. Lluny de concebre’s des d’una identitat uniforme o estàtica, aquesta estructura reconeix la condició de dominades de les dones i identitats dissidents i en defensa la superació en la lluita per l’alliberament col·lectiu. 

En definitiva, creiem que calen lideratges, però aquests no poden reproduir la dominació. I si ho fan, han de comptar amb una ètica i uns mecanismes que els permetin ser crítics i redreçar el seu camí potenciant la seva vessant alliberadora. S'han de basar també en aquest nou paradigma. Quedar-nos aturades i renunciar a impulsar el canvi revolucionari no és una opció, hem d'arriscar-nos. Així doncs, com han de ser aquests lideratges per empènyer i fer avançar una revolució social?

2. El lideratge revolucionari: relació, brúixola i principi ètic.

El lideratge que obre camí cap a una revolució social i global, ha de ser especialment generós i inclusiu en tant que ha de fer quallar un moviment ampli com és la societat i, per tant, amb àmplia heterogeneïtat. A continuació enumerem les característiques que hauria de tenir qualsevol tipus de lideratge polític, tant des de les organitzacions ideològiques com des del mateix moviment popular.

El lideratge com a relació

Agafar perspectiva sense separar-se.
De la mateixa manera que no podem separar el cap o el cor del cos, no podem entendre un pensar i liderar des de fora. En els processos de lluita que vivim en l’actualitat s'acumulen aprenentatges fonamentals per bastir una perspectiva revolucionària, però aquests no són suficients. Per agafar perspectiva també és necessari prendre consciència d'aspectes que van més enllà de les lluites particulars, com poden ser la qüestió territorial i nacional, la dominació de classe, la ideologia o problemes d'abast global com la crisi climàtica.

Te l'atorguen, no te l'atorgues.
El lideratge s'ha d'entendre de forma relacional i hi ha d'haver un reconeixement mutu. El lideratge respecte un a grup o un moviment no es pot enunciar des de la pròpia organització o agent que lidera. El lideratge ha de ser guanyat i donat, no imposat o aconseguit en base a destruir als altres. S’ha de poder qüestionar i revocar quan sigui necessari.

Potenciar, no limitar.
Un lideratge revolucionari és aquell que potencia les qualitats de qui es pretén liderar, en lloc de limitar-les. Saber veure les potencialitats i aportacions de tots els agents i fer que aquestes es desenvolupin. Tothom ha de poder aportar al procés d'autoorganització.

No instrumentalitzar.
Cal trencar amb aquesta caracterització de les dominades com una massa homogènia, com un objecte inert que està esperant a ser guiat fins a l'emancipació. Un dels grans errors dels processos revolucionaris del passat ha estat el de confondre els interessos de la pròpia organització amb els de la classe o la societat en un sentit històric. El nostre compromís ha de ser amb les dominades i amb l'avenç social del paradigma revolucionari, no només amb les organitzacions, que, al cap i a la fi, no són més que instruments per a promoure l'autoorganització i la presa del poder.

Fer ponts.
Pot incloure totes les oprimides i connecta diferents formes de fer aconseguint que el moviment funcioni com un, dins de la seva diversitat. Fa ponts en dos sentits: entre l’actualitat i la utopia i entre les diferents expressions de resistència. Sovint es diu que per unir la diversitat cal aigualir el discurs. Nosaltres pensem que és al revés: en un moment on el Sistema de Dominació amenaça amb homogeneïtzar-ho tot, l’única proposta que uneix la diversitat és la revolució. Així doncs, un lideratge revolucionari aconsegueix unitat en la diversitat, no unitat destruint la diversitat.

El lideratge com a brúixola

Superar les limitacions, crítica i camaraderia.
Hem de ser crítiques amb el moviment popular i amb les expressions de lluita existents, però a la vegada hem de fer autocrítica. Les raons per això són òbvies: les alternatives emancipadores parteixen d'un moment de derrota aclaparador. Fem crítica i autocrítica per revisar, rectificar i avançar.6 Aquest procés s'ha d'emprendre amb humilitat i amb camaraderia, també amb la resta d'organitzacions per poder superar el moment d'estancament actual.

Eixamplar la mirada i anar més enllà de l'existent.
Un dels trets característics del moment històric que vivim és la dificultat d'imaginar formes d'organització i de relació social diferents de les actuals. Trencar amb la inèrcia que ens imposa la dominació comença per dibuixar idees que suposin un avenç respecte a l'existent, entendre la veritat no només com «allò que és» sinó com «allò que pot arribar a ser», en potència.

L'ètica i l'estètica del lideratge

Compromís i generositat.
Si tenim el convenciment que estem treballant plegades per nodrir el moviment popular i la societat, caldrà ser generoses amb la resta d'organitzacions i tenir un compromís ferm. Ens comprometem amb la nostra organització perquè creiem que proposem un paradigma més encertat, però sobretot ens devem al procés revolucionari, a les dominades, i a les persones que s’entreguen a impulsar-lo.

Alegria i passió revolucionària. 
Les renúncies i sacrificis que hem de fer per assumir el compromís com a militants revolucionàries no ens han de convertir en persones grises. Tampoc l'odi cap a les violències i opressions que ens rodegen. El camí que emprenem el fem amb una convicció i voluntat profunda. Tot i que a vegades es pot fer feixuc, la consciència d'escollir de forma volguda aquesta forma de vida ens obre la possibilitat de tenir una existència més plena. I sobretot, cal irradiar-ho en forma d'alegria i passió cap als altres. Perquè estimem la vida estem disposades a oferir-la en la lluita, i aquest acte només es pot materialitzar a través de l'amor. És l'amor cap a la Vida Lliure i cap a la societat el que ha de guiar la nostra pràctica revolucionària. 7

3. Autoorganització i moviment revolucionari

Nosaltres volem arribar a la Vida Lliure. Volem construir una societat sense dominació. Com fer-ho? La llibertat no es pot atorgar, la llibertat s'ha de conquerir. Per això, per fer la revolució volem comptar amb les altres, amb totes les oprimides pel sistema de dominació, que som la immensa majoria de la humanitat.

Per nosaltres, el moviment revolucionari ha de ser el que assagi i lideri la nova societat. Pensem que aquest moviment s'ha d'anar dotant de les capacitats estratègiques, polítiques, econòmiques, socials i espirituals per derrocar l'ordre establert, prendre el poder per a construir la nova societat autoorganitzada. Ens imaginem que ha de ser un moviment de masses amb una gran participació social i que tingui la capacitat per organitzar tota la societat.

Pensem que un dels punts de partida han de ser les pràctiques d'autoorganització social existents, les que podem englobar sota el moviment popular, per la seva potencialitat. Per això és absolutament necessari que el moviment popular superi les seves limitacions perquè esdevingui un moviment revolucionari. Esperem fer una aportació en aquest sentit juntament amb la resta d’organitzacions ideològiques. Tal com ho estem plantejant a La Saó, pensem que l’Estructura Autònoma de dones i identitats dissidents també pot ser una eina amb potencial al moviment popular.8

Cal alhora visió i unitat estratègica, per plantejar una estratègia que pugui construir aquest moviment i superar l'ordre existent. Cal també amplitud de mires i més ambició: no es tracta de fer col·lectius on realitzem pràctiques transformadores, sinó construir espais de contrapoder on cobrir les nostres necessitats materials i immaterials, sota els nostres principis i per a la nostra gent, amb l’ambició de poder arribar cada cop a més capes de població.

Cal partir del que hem après les darreres dècades en aquests projectes, normalment locals i petits, per plantejar projectes que siguin escalables o replicables, que s'enquadrin en una estratègia revolucionària nacional i internacional. També haurem de crear noves formes d'intervenció política en àmbits que encara no s'han desplegat en tota la seva dimensió com el de l’ecologisme, el moviment anticolonial o el moviment per una nació democràtica.

Necessitem bastir un moviment més ampli, però amb unes bases ideològiques, polítiques i estratègiques més clares i sòlides. Aquest moviment revolucionari que ara hem d’imaginar perquè encara no existeix, ha de ser qui realment lideri i obri el camí cap a la revolució. Les organitzacions ideològiques o polítiques tenim la tasca de nodrir-lo perquè tingui la perspectiva, la capacitat organitzativa i estratègica per fer-ho.

La revolució que ens cal no la farem unes avantguardes revolucionàries, la revolució que ens cal, la farem quan àmplies capes de la població ens sumem a un projecte comú. Un projecte que pugui unir-nos en la diversitat, on aquesta sigui font de la nostra fortalesa i no la font de la nostra divisió.

Visca la terra!

Fins la victòria!

 

 

Referències
  1. Teoria o conjunt de teories el nucli central de les quals s’accepta sense qüestionar i que subministra la base i model per resoldre problemes i avançar en el coneixement. Com és el món, com l’entenem, com el podem conèixer, quin paper hi tenim , etc.
  1. Ecologia Política per una proposta revolucionària emancipadora, La Saó. https://lasao.cat/ca/articles/ecologia-politica-per-una-proposta-revolucionaria-emancipadora
  1. La Modernitat capitalista, La Saó. https://lasao.cat/ca/articles/modernitat-capitalista
  1. Farem Saó, La Saó. https://lasao.cat/ca/articles/farem-sao
  1. Kimua. Principios ideológicos y propuesta política https://kimua.eus/es/articulos/kimua-principios-ideologicos-y-propuesta-politica
  1. Perdre per guanyar, La Saó. https://lasao.cat/ca/articles/perdre-per-guanyar
  1. Kimua. Hacia un nueva paradigma revolucionario, 2021 (Pàg. 221).
  1. Enfortint un feminisme revolucionari, La Saó. https://lasao.cat/ca/articles/enfortint-un-feminisme-revolucionari

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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