Mentalidad, ideología y quiebra del modo de reproducción social
Hasta ahora, la crítica política se ha planteado en términos ideológicos, o sea, en el plano de las diferentes ideas o interpretaciones de la reproducción humana de acuerdo con un ideal de justicia social, equidad, etc. Esa fue la línea crítica seguida por el movimiento obrero industrial en todas sus expresiones, reformistas o revolucionarias, que se hallaban inscritas en el marco conceptual productivista de la relación social de capital de entonces (dominación formal). Aparentemente, formalmente, el problema se reducía a la apropiación de los medios de producción por los trabajadores y a una justa redistribución del trabajo y de su producto.
Sin embargo, la crisis general del modo de reproducción capitalista en la que estamos inmersos y cuyas manifestaciones abarcan a todos los aspectos concernientes a la reproducción de la vida humana y del planeta, en su dimensión económica, como social, ecológica, cultural, psicológica, es indicativa de que nos encontramos en una tesitura histórica de transformación radical de aquella problemática que no se resuelve simplemente en el cambio ideológico, sino que se refiere a un cambio de la mentalidad que rige la relación del ser humano con el mundo.
De hecho, no estamos emplazados solamente a un cambo ideológico en cuanto a la forma de distribución del trabajo y de su producto, sino a un cambio de mentalidad que concierne a la propia concepción y función de la actividad humana en la reproducción social. Un cambio respecto a la concepción hasta ahora vigente en que la actividad humana reproductora de la sociedad está circunscrita a la relación asalariada, la producción de valores de cambio (mercancías) y su intercambio de acuerdo con un principio de equivalencia universal que remite, precisamente, al tiempo de trabajo, el tiempo histórico como progreso, etc. Asimismo, son estos factores, que sostienen la formación social capitalista y que entran en fase crítica, los que conforman la subjetividad productora y consumidora del mundo convertido en mercancía.
Como ya habréis deducido, tenemos nuevo libro/herramienta de Corsino Vela, ya que Traficantes de Sueños acaba de publicar el texto que tiene por título el que encabeza esta entrada. Y al quinto capítulo del mismo corresponden los párrafos que acabáis de leer.
Sabemos que sois muchas las personas (especialmente entra la juventud revolucionaria) que sabéis sacarle bastante provecho a los textos de Corsino, y os podemos asegurar que este no va a ser una excepción. Porque incluso alguien con muy escasa preparación en las cuestiones que aborda, como quien esto escribe, ha tenido la sensación al leerlo (y en algunas partes releerlo para asimilarlo bien) de que, a diferencia de tantos y tantos textos que sobre la actual situación circulan, Corsino atina de pleno al plantear la cuestión de fondo en unos parámetros novedosos, que abren camino para debates y, sobre todo planteamientos de acción y lucha nuevos: no solo de trata de la crisis terminal y estructural del capitalismo, sino que para hacerla frente va a ser necesario un cambio de mentalidad muy profundo, como ya hemos visto que señala en los párrafos iniciales de esta entrada.
Pero, hechas estas puntualizaciones, dejemos que sea el propio Corsino quien nos resuma el contenido de los capítulos del libro:
La transformación de los países capitalistas desarrollados desde la actividad industrial hacia la sociedad de servicios, materializa la contradicción fundamental del modo de reproducción social capitalista a través de la desproporción creciente entre el trabajo productivo y el trabajo improductivo, causa de la crisis estructural rampante en la que nos encontramos. Este es el punto de partida de la crítica de la economía política del capital en crisis que aquí se propone, a través de hechos y circunstancias cuya línea argumental está impregnada de la teoría marxiana del valor (capítulo UNO)
El desequilibrio entre trabajo productivo e improductivo es de tal magnitud que las medidas o contratendencias orientadas a atajar las condiciones de crisis resultan prácticamente inoperantes, lo que lleva a pensar que nos encontramos ante los límites históricos objetivos del modo de reproducción social capitalista (capítulos DOS)
En correspondencia con esos límites objetivos, la masa de población proletarizada adscrita a las actividades económicas improductivas tiene claras implicaciones políticas en cuanto a la formación de una subjetividad desactivada en su potencial antagonista, replegada a la lógica del mercado y del progreso tecnológico (crecimiento sostenible) (TRES).
El cuarto capítulo (CUATRO) precisa la referencia para la teorización de la línea de quiebra desde la crítica del valor, más allá del econocimismo y de la fenomenología descrita en los capítulos precedentes, a fin de explorar en la crisis de la subjetividad consumidora (y desactivada), como figura emblemática de la sociedad terciarizada, así como las posibilidades de su superación.
Por último, la constatación de los límites objetivos (económicos) y subjetivos, y de las contradicciones, realizadas en el estado actual del mundo (guerras, hambre, pandemias, cambio climático), define igualmente una situación que, como en periodos de quiebra de los modos de reproducción social a lo largo de la Historia, comporta no solamente profundos cambios materiales, sino también mentales, psicológicos, ideológicos, culturales que impulsan la emergencia de una nueva mentalidad, despegada de la noción de valor. Sobre eso versa el capítulo CINCO.
En su conjunto, -y pretenciosidad aparte-, estas páginas son un intento de teorizar los límites del modo de reproducción capitalista haciendo inteligible la realidad en la perspectiva de la tradición crítica de la sociedad capitalista y, por tanto, orientada a la posibilidad de su transformación.
En cualquier caso, cada sección o capítulo puede leerse de forma independiente puesto que cada uno aborda de forma específica un ámbito de reflexión en torno a esa línea de quiebra estructural que constituye el límite histórico del modo de reproducción social capitalista.
Sabemos también que para después de verano Corsino estará por estas tierras, pero no le gustaría tanto hacer la típica presentación del texto, sino talleres porque le “parece más interesante discutirlo, contrastar los puntos de vista de con quienes lo hayan leído o tengan interés en mostrar sus discrepancias o su concordancia con nuevas aportaciones alguno de los aspectos abordados”. Así que puede ser un plan interesante para los meses de verano, hacerse con el libro (en versión papel o pdf, que no tardará en colgar Traficantes) y comenzar a exprimirle su sustancioso jugo.
No queremos aburriros con nuestras limitadas lecturas del texto de Corsino, pero sí poneros la miel en lo labios para terminar de convenceros de su lectura. Valgan para ello los últimos párrafos de ese mismo capítulo cinco:
En cualquier caso, es necesario subrayar que la historia del capital no se corresponde con una línea continua, acumulativa, de la experiencia de las luchas; no hay una correspondencia sincrónica entre acumulación de capital y desarrollo de la conciencia de clase. Si atendemos a las reivindicaciones y movilizaciones del ciclo de reestructuración del capitalismo en los países terciarizados, hemos de concluir que en buena medida arrastran el lastre de la mentalidad burguesa, dado que su acción se circunscribe conscientemente en el marco definido por el capital, la colaboración de clase1 y, en definitiva, a la sostenibilidad del sistema capitalista.
Así lo prueba la historia reciente, donde la acción reivindicativa tradicional del movimiento obrero industrial masculino fue expresión de la dominació formal, ideológica, del capital sobre el segmento del proletariado cuya manifestación más radicalizada fueron las corrientes autónomas del movimiento obrero del fordismo en los años 1970/80.
Con la perspectiva que hoy tenemos, es un hecho comprobable que la mayor parte de la población proletarizada que protagonizó las movilizaciones industriales y populares, en general, incluidas las propuestas autogestionarias, aunque se amparase tras un lenguaje anticapitalista, su horizonte práctico se cifraba en conseguir un reparto más equitativo de la plusvalía, bajo la forma de riqueza social producida, dentro de la sociedad del capital; o sea, mejorar los niveles de consumo de mercancías y servicios producidos y distribuidos en condiciones capitalistas.
Con posterioridad, si retomamos el hilo conductor de las movilizaciones del ciclo de la financiarización, incluida la crisis pandémica del Covid-19, el denominador común predominante sigue siendo el de buscar acomodo2 en la sociedad del capital. Esto se hace especialmente patente en las movilizaciones laborales, eminentemente defensivas y en muchos casos sin salida (conservar puestos de trabajo), ausentes de cualquier consideración hacia lo que se hace, por qué y para qué3; algo que se pone de manifiesto en las movilizaciones laborales en las industrias productoras de nocividad y particularmente en las de armamento y sus componentes.
La paradoja es que tal acomodo de la clase trabajadora, en su conjunto, en la sociedad del capital es imposible en virtud de los principios rectores de esa misma sociedad. Una vez entrados de lleno en la fase histórica de dominación real -y tendencialmente, total- del capital sobre la vida, las personas (fuerza de trabajo consumidora) y la biosfera, lo que está en juego es la existencia de la propia especie humana.
En esa tesitura, conceptos como eficiencia, bienestar, necesidad, como la definición misma del deseo, son puestos actualmente en cuestion por la propia dinámica de la sociedad capitalista. La constatación de que tanto las categorías económicas, filosóficas, científicas, como su articulación sistemática en la forma de conocimiento cuya coherencia otorga credibilidad y aceptación social, pierden consistencia lógica y práctica porque entran en colisión con la posibilidad de supervivencia de la especie humana, habrá que entenderla como una brecha hacia un cambio de mentalidad posible.
Sabemos, finalmente, que a Corsino le ha costado parir el libro, dar forma coherente a las reflexiones que llevaban bastante tiempo tomando forma en su cabeza. Por eso queremos agradecerle profundamente el esfuerzo pues, al menos en nuestro caso, ha servido para abrirnos ventanas nuevas, que aportan luz y aire más puro al viciado aire que se respira en la reflexión y acción política en los últimos tiempos. Imprescindible para seguir intentando abrir caminos.
1. Lo muestra bien claramente el paso del sindicalismo de confrontación al de concertación, la cogestión y el neocorporativismo que inspira las relaciones laborales en los sectores de actividad económica más rentables.
2. Por eso hay que matizar el tópico de la derrota de la clase obrera, (ver sección fatalismo...).
3. En este sentido, hay que constatar una gran regresión entre las preocupaciones de algunos de los más sobresalientes investigadores de física atómica, cuando cayeron en la cuenta de las aplicaciones masivamente letales de sus hallazgos teóricos, respecto de la población proletarizada consumidora de hoy. A pesar de su moralismo y de las limitaciones políticas personales, aquéllos todavía eran capaces de preguntarse el para qué de sus investigaciones (Albert Einstein), lo que llevó a muchos de ellos a abandonar su línea de investigación científica. Resolución ética cuya radicalidad está muy alejada del pragmatismo oportunista y sumiso del trabajador actual -científico o fabril.
No hay comentarios:
Publicar un comentario